26 de noviembre de 2013

Chile - Santiago - Estación Mapocho - Centro Cultural Estación Mapocho - Mercado de Tirso de Molina



Salud de hierro

Terminado nuestro paseo por el barrio Patronato,  con sus iglesias  y mercados, continuamos por la calle Independencia para cruzar el río Mapocho, teniendo unas vistas rosadas de los Andes por el tímido atardecer que asoma. Al fondo destaca el edificio de Telefónica Chilena, en la plaza Baquedano




Frente al puente se encuentra la Estación Mapocho, de la que no disponemos una mejor fotografía de su espléndida fachada, solo esta parcial que no dice todo lo espléndida que resulta, por una cuestión de cámara guardada por si decidíamos tomar el metro. 




La estación fue construida en estilo Beaux Arts, que se ven en la fachada (sí, esa de la que por lo menos en la fotografía se pueden apreciar algunos detalles), y en el vestíbulo del interior, en las columnas y cúpulas. Se construyó de 1905 a 1912 para celebrar el centenario del país en 1910 (terminaron un poquito tarde según las fechas). Fue declarada Monumento Nacional en 1976. 


 




Es un armazón de hierro construido según un proyecto del arquitecto francés afincado en Chile Èmile Jècquier. Una empresa belga fue la encargada de construir la gran cubierta de acero y el esqueleto de la estructura, y otra empresa francesa diseñó las bóvedas y marquesinas interiores. Todo ello fue embalado desde Francia, enviado y ensamblado en Santiago. 




No, no hay trenes en la estación, y eso que es tan bonita que sería maravilloso poder viajar en tren desde ella, pero es que el sistema ferroviario de Chile no es bueno, por no decir malo o casi inexistente, principalmente debido a la orografía del terreno que repercute en viajes largos y pesados frente a los del autobús (que no es que sean cortos pero hay diferencia a su favor) y sobre todo frente a los aviones (por supuesto aquí su inconveniente es el precio). 

Dejó de funcionar como estación en 1987, quedando el edificio abandonado y comenzando un proceso de deterioro (incomprensible aunque hay que ponerse en la situación económica del país) hasta que el gobierno decidió restaurarla y convertirla en el Centro Cultural Estación Mapocho, un centro cultural y de exposiciones que se abrió en 1994. 



Durante nuestra visita se celebraba el Segundo Festival de Desarrollo Humano, Mente, cuerpo y alma, y para acceder había que pagar entrada, no es que nos interesara precisamente esta feria pero si queríamos ver mejor la estación y no solo a través de los cristales, había que pagar (7.000 CLP). 





El interior es una preciosidad, que nos recuerda en cierta manera a nuestra Estación de Atocha en Madrid por ese armazón de hierro, y también es un despliegue de puestos con información de todo tipo, tanto en el aspecto puramente médico, los menos, como en los esotéricos, los más, como tarot, uso de piedras curativas, yoga, reiki, acupuntura… Como no tenemos mucho interés en profundizar en estos temas damos una vuelta de curioseo  y sobre todo admiramos la hermosa arquitectura de la estación y salimos, salida en la que vemos un círculo de personas practicando meditación en el suelo (con el bullicio el ambiente no era el más adecuado para meditar precisamente). 




Teníamos la intención de coger el metro pero la afluencia de entrada y salida de gente de la estación y que tendríamos que hacer un transbordo nos hace desistir de nuestra idea, así que comenzamos a andar paralelos al río Mapocho, con la intención de coger un taxi, pero hoy es viernes tarde-noche, el tráfico caótico y los taxis estaban todos ocupados. 

Subimos por la calle Santa María, donde no muy lejos de la estación se encuentra un nuevo mercado, inaugurado en 2011, el mercado Tirso de Molina, con una arquitectura algo futurista, al que en esta ocasión no entramos ni por el pasillo lateral, nos conformamos con ver los puestos desde el exterior. 





Y los taxis sin aparecer, con lo que continuábamos caminando, hasta que llegamos a la plaza Baquedano, donde ante la no aparición de un taxi decidimos coger el metro hasta la estación de Tobalaba para volver al hotel. 

La intención de la mañana era salir a cenar en alguno de los restaurantes que vimos la noche anterior en la calle Isidora Goyenechea, pero cometimos el error -y el acierto- de ir al lounge para tomar un refresco y unos aperitivos al tiempo que para descansar un ratito, con lo que al final entre hambre, gula y cansancio comimos allí; la caminata del día -que ha sido importante, incluido el descenso a pie del Cerro San Cristóbal- nos pasó factura, de modo que no salimos a la calle ni para dar una pequeña vuelta, directos a la habitación, rehacer las maletas para el siguiente destino, mañana volamos a Calama, y descansar, viendo desde la ventana el tráfico y el atasco. 



El recorrido a pie:


Tras nuestro paso por Atacama, la Región de los Lagos y La Patagonia, terminaremos de completar nuestros paseos por Santiago