15 de marzo de 2017

EEUU - Grand Canyon - Desert View Drive - Navajo Point - Lipan Point - Moran Point - Grandpoint View - Yaki Point - Mather Point



Gymkana al atardecer

Continuamos el viaje por Desert View Drive desde Desert View Point, ahora en dirección oeste, de vuelta a Grand Canyon Village, comenzando una auténtica gymkana de miradores, porque además todos los coches vamos haciendo lo mismo y se trata también de encontrar el mejor lugar para aparcar.  

Paramos primero en Navajo Point, con una vista lejana pero bonita de la torre vigía, sobre todo por el paisaje a su alrededor, tanto en la lejanía como el más cercano.


Seguimos admirando el gran cañón, es imposible dejar de hacerlo, un espectáculo natural increíble. 


 

El siguiente mirador es Lipan Point, también con buenas vistas del sinuoso río Colorado. 



El atardecer comienza su función, y nosotros vamos un poco justos de tiempo, pero aunque vamos en un no parar, nos tomamos nuestro tiempo para disfrutar los momentos y eso se acaba pagando. Paramos en Moran Point, y los colores rojizos de las rocas se hacen más intensos, así como surge el contraste claro-oscuro con la bajada del sol; no es de extrañar que el mirador reciba el nombre del coleccionista y pintor Thomas Moran, que con sus pinturas impulsó el turismo al Grand Canyon y además impulsó al Congreso al establecimiento de los parques nacionales del Oeste. 





Volvemos a la carretera, donde una señal llama nuestra atención, aunque no creo que a estas horas y con esta romería de coches aparezca un animal salvaje. 


El siguiente mirador es Grandpoint View, desde donde se cree que los españoles divisaron el cañón por primera vez en 1540, con la expedición de Francisco Vásquez de Coronado, comandada por García López de Cárdenas, que intentó descender al fondo del gran cañón, pero al cabo de tres días tuvo que regresar. Es uno de los lugares más elevados del South Rim, a 2.250 m.

En 1890 el minero Pete Berry con algunos compañeros descubrió cobre en Horsehoe Mesa, y comenzaron a establecer The Last Chance Mine, pero a pesar de la riqueza del mineral, la cantidad extraída era pequeña, y los costes de extracción y traslado demasiado altos, por lo que intentaron ganar dinero con otras ideas, como la creación del Grandview Hotel, pero cuando el ferrocarril llegó hasta Grand Canyon lo hizo demasiado lejos del hotel, y finalmente en 1919 Pete y su mujer abandonaron la mina y el hotel.

Todavía hoy el camino construido por Pete y sus hombres, de 5 km de longitud, para llegar a la mina, se sigue utilizando como sendero, aunque es bastante duro de realizar. 



Finalmente llegamos al colapsado de coches y gente mirador Yaki Point, aunque el acceso hasta a él está cortado, más bien se trata de pulular por los alrededores. Este es uno de los miradores estrella del atardecer en el gran cañón, y la mayoría de los vehículos hemos ido realizando la gymkana mirador tras mirador para terminar en este y disfrutar del atardecer. Aunque hemos llegado algo tarde, la búsqueda de aparcamiento ha sido dificultosa y lejana, el espectáculo es magnífico. 



Como siempre ocurre al atardecer, no hay que perder al sol de vista, porque él por sí mismo y sus luces del ocaso ofrecen otro bonito espectáculo.


Finalmente el juego de luces se apaga sobre el gran cañón, quedando algunas nubes teñidas de rojizos. 


Continuamos por Desert View Road y decidimos hacer la última parada en el mirador Mather Point, cuyo aparcamiento es el más amplio de todos, y que está hasta los topes de coches y gente. 


Aceleramos un poco el paso porque el mirador está más lejos que los anteriores, y queremos ver el paisaje antes de que la noche termine de caer, y esto está a punto de suceder. 




Al ser ya de noche, decidimos no parar en el último mirador, Yavapoi Point, junto al que se encuentra un museo geológico. Finalmente llegamos al lodge, y estamos necesitados de un descanso, ha sido un día gratificante pero bastante duro y largo, que comenzó con el paseo nocturno para ver el amanecer

Mapa de la Desert View Drive y sus miradores:

 

Tenemos una reserva para cenar en el restaurante del hotel El Tovar, y en este momento hasta dudamos que lleguemos, ya que corremos el riesgo de quedarnos dormidos por el cansancio, pero de repente una llamada nos saca de nuestro letargo, desde el restaurante nos preguntan si podemos acudir antes a la cena, aceptamos encantados porque si no creo sinceramente que no hubiéramos cenado, el cansancio y el sopor nos habrían dominado, y nos hubiéramos tenido que conformar con café, chocolate y restos de frutos secos.

Salgo de mi posición cómoda y en un plis plas me doy una ducha para intentar abrir los ojos, poros y músculos aletargados de mi cuerpo.