12 de junio de 2017

Costa Rica - Tortuguero - Hotel Manatus



El oasis entre canales

Después del largo y entretenido viaje desde Puerto Viejo de Talamanca, llegamos al embarcadero del hotel Manatus, situado en la laguna Tortuguero. 




Estamos rodeados de naturaleza por todas partes, verde y agua. 



Los animales son los propietarios de esta naturaleza, nosotros somos unos okupas, que debemos respetarles. Creo que se trata de un par de garzas tigre




La iguana verde parecía dispuesta a corretear entre nuestras piernas, ¡no serán las mías!




El hotel consta de 12 habitaciones, repartidas en bungalows, por lo que hacer una reserva no es fácil. 



La nuestra es la número 1, junto a recepción, al embarcadero, al restaurante; lo que en principio puede resultar un inconveniente porque se sufren más ruidos, al final será una de las mayores ventajas para nosotros. 




Hay un porche de entrada cubierto, donde hay un banco de madera para sentarse, y un paraguas siempre dispuesto para utilizar, que no hay que olvidar que estamos en época de lluvias, y ayer parece ser que llovió bastante por aquí, por el terreno embarrado. 


La habitación es muy amplia, con dos camas queen muy cómodas, con dosel y mosquiteras, aunque estas son más decorativas y no las llegamos a utilizar; las ventanas tienen mosquiteras, así que lo hay que tener es mucha precaución y rapidez al abrir y cerrar la puerta. La elección de este hotel se la debemos a una buena amiga -¡gracias Paula!-, que ya había pasado por aquí, y todo fue porque en esta zona es el único que en las habitaciones hay aire acondicionado, que no será nada ecológico pero que es sumamente necesario, porque la humedad y el calor llegan a asfixiarte; para muestra un botón, la habitación tardó en enfriarse un día entero, y el mejor sitio para sentirlo era tumbarse en el suelo frente a él. Si saliamos de excursión apagábamos el aparato de aire acondicionado, que no era cuestión de dejarlo por las razones ecológicas, pero ganas no faltaban de dejarlo encendido. También disponíamos de una cafetera clásica, nada de cápsulas.






El baño tiene tres zonas diferenciadas. En la primera está el bonito lavabo de cerámica, y el W.C. (os enseño el primero y obvio el segundo, innecesario). 




La segunda zona es la amplia ducha, donde una pareja cabe perfectamente, eso sí, peleando un poco por el agua de la alcachofa. Y finalmente, en el exterior se encuentra la tercera zona, una ducha exterior, muy coqueta, pero poco apetecible, porque el sol justiciero y la existencia de insectos nos hicieron desistir de ello. 




Salgamos a conocer el resto del hotel. Lo primero la piscina, que no es muy grande, pero como tampoco somos muchos los clientes nunca hubo overbooking; además las actividades se reparten durante los días de estancia y te tienen ocupado como para dejarte poco tiempo para la natación. 




Junto a la piscina encontramos una formidable pareja de iguanas, una de ellas asustada ante nuestras carreras en busca de las cámaras y los móviles para fotografiarlas, prefirió tirarse al agua, mientras la otra aguantó el tipo. 





En las paredes de los edificios te podías encontrar geckos (¡no tocarlos!, se comen los insectos), y esta hoja con patas, un precioso saltamontes hoja




Los números de las habitaciones están decorados con animales, como habéis visto, pero hay otras placas cerámicas simpáticas, como la que indica la salida de emergencia o la de prohibición de fumar. 




El contrato del hotel es un pack de tres días, dos noches; pack en el que hay incluidas tres excursiones (a Tortuguero y dos paseos por los canales para encontrar la fauna del lugar), y todos los desayunos, comidas y cenas; y es que estamos "incomunicados", la única manera es solicitar el servicio de traslado al hotel, pero normalmente las barcas están para realizar excursiones y para emergencias si fuera el caso (la verdad es que no preguntamos si en el pueblo había servicio de taxis, aunque supongo que posiblemente alguna barca pueda realizarlo). Pero para hacer otras dos excursiones, una de ellas de las más demandas, el desove de las tortugas y la razón más importante para llegar aquí, y un paseo nocturno por los alrededores del hotel, hay que ir a recepción a reservarlas y pagarlas (en efectivo). 


Tras tomar posesión de la habitación y pagar las excursiones nos vamos al restaurante, que es hora de comer. Realmente nos sorprende su carta y su variedad. 


Ceviche fresco de pescado, con cebolla, chile, cilantro y limón. Una buena cantidad y muy rico. 




Mi marido no se encuentra bien, tiene dolor de estómago, así que para él una pechuga de pollo a la plancha con arroz. 




Para mí, que todavía me encuentro bien, un taco de lomito, con tortillas de trigo y salsa pico de gallo. Muy bueno y sabroso. 



Y una infusión para ver si ese malestar mejora. 




La primera noche me tocó cenar sola, mi marido se encontraba bastante mal, pero yo tenía que alimentarme y buscarle algo de sustento a él. De primero tomé una sopa de pescado, que era un caldero considerable. 




De segundo, un taco de atún a la plancha. Un buen taco, aunque demasiado hecho para mi gusto. De postre, fruta fresca, piña, plátano y sandía (los dos primeros siempre han resultado buenísimos, sobre todo la primera, nada que ver con la que siendo la misma nos llega a España). 




Tuvieron el detalle de prepararme una sopa de pollo para llevarle a mi marido, que tenía muy buena pinta. 


La comida del día siguiente fue ligerita para los dos, bueno para mí no tanto, que aunque solo fue un plato, fue contundente, unas crepas de pollo, acompañadas de verduras. 




Para el enfermo, pero mejorando poco a poco, un lomito de res acompañado otra vez de arroz blanco. 




Terminamos con un buen batido-zumo de piña, que hay que hidratarse y azucararse. 




La cena para los dos es más contundente, todo lo contrario de lo que debería ser. De primero, él, un milhojas de tomate con queso fresco




Yo, muy inconsciente, me pido una ensalada picante de pimientos rojos, ¡nooooo, para cenar nunca! Estaba demasiado buena y ese fue mi pecado, comérmela entera.




De segundos, para él, quesadillas de jamón y queso




Para la lanzada, creo que fue una pechuga de pollo con salsa a la pimienta, ¡otra vez picante!




De postre, una rica tarta de chocolate. 




Solo puedo tener buenas letras para este hotel y sus trabajadores, y para su gastronomía. Su situación es una de las más alejadas del pueblo de Tortuguero y no tiene acceso directo a la playa del Caribe como lo tienen otros lodges, pero si esto no os importa, es una opción muy recomendable, con la ventaja ya mencionada, que hay que tener muy en cuenta, del aire acondicionado en las habitaciones, que más de un viajero con el que nos encontramos durante el resto del viaje, terminó echando en falta.