14 de mayo de 2014

Chile - Santiago - Calle Arturo Prat - Estación de metro Universidad de Chile - Estación de metro La Moneda - Mercado Central - Monumento a los Héroes de Iquique



De metro a metro 

A la salida de la Basílica de los Sacramentinos tomamos la decisión de caminar por la calle Arturo Prat, ya que no hay ninguna estación de metro cercana, por esta calle llegaremos a una de ellas. Frente a la basílica un anuncio que no parece muy católico, ¿o sí?, ya que se trataría de una “resurrección”. 




La calle Arturo Prat no es hermosa, y en ella hay una importante concentración de tiendas de muebles, como la concentración de artículos para los vehículos se encontraba en los alrededores de la avenida Cumming en el barrio Brasil. Algunas de estas tiendas están alojadas en locales comerciales tradicionales o en naves, pero otras lo hacen en casas que antaño serían sino palacetes o mansiones, si se nota que fueron buenas casas. 




La calle, aparte de muebles de todos los estilos y tipos nos ofrece imágenes cotidianas, ¿Qué mejor para el sol que coloridos paraguas?





Salimos de la calle justo al lado de una la estación de metro Universidad de Chile, y entramos a este transporte por varias razones, la más importante, para ver la estación, que está decorada con el mural Memorial visual de una nación, obra de Mario Toral que narra en 1.200 m2 la historia del país. Realmente preciosa y colorida la estación.






Nos bajamos en la siguiente parada, estación de metro La Moneda, nuevamente es para ver su decoración, en esta ocasión se trata de óleos de paisajes chilenos, pintados por Guillermo Muñoz en España. Creo que se trata de una colección de catorce óleos, pero en el andén solo vimos dos, uno dedicado a los Andes (nos lleva a los infinitos paisajes que veíamos en el vuelo de Santiago a Calama o al viaje en carretera de Calama a San Pedro de Atacama o a cualquier lugar de los que nos enamoramos en la región de Atacama), y otro al mar. 




Deberíamos haber explorado la estación para ver todos los óleos pero nos conformamos con estos dos, y es que el tiempo es el tiempo, con lo que el siguiente metro lo tomamos ya con un destino definido, la estación Puente Cal y Canto, junto a la Estación Mapocho. El billete se lo queda la máquina, así que para tener uno de recuerdo lo tuvimos que sacar. 





Nos queda poco tiempo para pasear, el atardecer comenzará pronto, así que intentamos rematar algunos de los lugares que nos han quedado pendientes por el centro, y para ello nos dirigimos hacia la zona del Mercado Central, cuyos alrededores son un hervidero de tiendas, puestos en la calle y gente. 





El Mercado Central se aloja en edificio que fue inaugurado en 1872 para albergar la Exposición Nacional de Artes e Industrial, diseñado por Fermín Vivaceta. Tras la exposición el edificio se convirtió en el mercado más importante de la ciudad, y actualmente acoge casi exclusivamente pescaderías y restaurantes de productos marinos. 





La fachada del mercado no es especialmente llamativa, lo llamativo se encuentra en los tejadillos y la torre que asoma por detrás de ella. Se trata de una imponente cubierta de metal fundida que fue construida por una empresa de Glasgow, y que tenía el diseño especial para la época de tener entramados y ranuras para absorber el aire hacia arriba y ventilar el edificio (esto me recuerda a los establos de las vacas en la Finca de Jiménez Barbero). Al igual que con la cercana Estación Mapocho, una vez terminada la estructura en Glasgow, fue embalada por piezas y enviada a Santiago, donde se ensambló (que trabajera). 





Este ha sido nuestro tercer intento de visitar el mercado, ya que se encontraba en la agenda de lugares a intentar visitar, y además ha sido el intento más cercano con el que casi lo conseguimos, pero no fue posible en ninguna de las ocasiones. 

El primer día de exploración de la ciudad era el lugar elegido para comer, pero el cansancio nos hizo parar en el Centro Cultural Palacio de la Moneda.


El día que paseamos por el barrio Bellavista, como estaba a un corto paseo, también habría sido un buen momento, pero nos sentimos atrapados por otro restaurante, Azul Profundo, que luego no resultó culinariamente tan buena como nos esperábamos, pero nos encantó el local.  


Y por último hoy, que hemos llegado cuando estaban cerrando, y por mucho que hemos intentado colarnos (ya sé, esto no se debe hacer) y curiosear desde lejos, no hemos tenido mucha oportunidad de disfrutar de la grandeza de su interior. 

El mercado, su actividad comercial, la vista de productos y una buena mariscada en los restaurantes que aloja, es otra de las asignaturas pendientes en Santiago a aprobar. 




Frente al Mercado Central, en el cruce de avenidas muy transitadas, se sitúa la plaza Prat, y en ella se alza el Monumento a los Héroes de Iquique, que consta de una pirámide de 25 m de altura coronada por un faro. Fue inaugurado en 1962 y las figuras en bronce fueron fundidas con los acorazados Capitán Prat y Esmeralda. En la pirámide hay habilitado un mirador, pero no sé si se puede subir a él (aunque me da que las vistas no serán especialmente bellas). 




En todos los lados de la pirámide hay figuras alegóricas o de homenaje a figuras navales chilenas importantes, pero la principal está dedicada a la batalla de Iquique, que tuvo lugar en 1879, durante la Guerra del Pacífico, en la que la goleta chilena Esmeralda fue hundida por el buque de guerra peruano Huáscar, en la que murió el comandante chileno Arturo Prat, cuyo nombre se encuentra en calles y plazas en cada ciudad del país (sino en todas).