18 de julio de 2011

Austria - Viena - Spittelberg

¡Que coqueto es este barrio!


Por Stiftgasse nos adentramos en el barrio de Spittelberg, unas calles donde tradicionalmente vivía la clase baja, y por donde circulaban actores y artistas (ya se sabe, poco dinero aunque se sea un genio). Se trataba de casas de vecindad, sin  jardines ni patios, aunque esto no es del todo correcto, y además la calle era el propio patio. Como estaban situadas en la parte trasera de los establos imperiales, aquellos donde se ha instalado el Museumsquartier, hizo que durante siglos fueran el centro de todo tipo de comercio clandestino, desde la prostitución al tráfico de objetos robados…ya el ambiente que tuvo la zona impresiona y atrae (vale, morbosa soy un rato largo).

En la década de 1970 se redescubrió el barrio y su encanto, restaurando edificios y sus bonitas fachadas del siglo XVIII. Aquí se celebra un mercado de Pascua, al que no hemos llegado porque ya es la hora de comer, o porque no se haya instalado este año, y un mercado de Navidad, al que tenía agendado en el puente de la Constitución, pero no pudo ser. 

Esto consiste en entrar por una calle y bajar por otra, ejercer el callejeo propiamente dicho, ya que son calles pequeñas y se recorren fácilmente: Schrankgasse, Spittelberggasse y Gutenberggasse, todas ellas entre Burgasse y Siebensterngasse (ahora a leerlo todo de corrido). 

Nada más entrar haciendo chaflán una casa acondicionada como restaurante, y por supuesto un patio con mesas, donde a la gente se la ve bien a gusto. Fue como entrar en una corrala pequeña y austriaca, Amerlinghaus


Las fachadas de las casas se ven sencillas pero increíblemente coquetas, y además con el toque primaveral todo tiene otro bonito color. 


En la calle Spittelberg, a derecha e izquierda se encuentran casas con más decoración o con menos, pero en cualquiera de ellas es fácil imaginarse viviendo. 



Detalle de las casas de la derecha:


En la calle Stiftgasse una portada decorada con estatuas, como si fueran miniaturas de las que hemos visto en el casco antiguo.


Buscamos un restaurante en la calle Burgasse, un típico beisl o taberna, Zu ebener Erde und erster Stock, en un edificio Bienermeier, pero está completamente cerrado y no  nos pareció que fuera por Semana Santa o temporal, parecía que llevaba tiempo cerrado por lo que se veía tras las ventanas de desorden.

Este era el lugar que tenía elegido para comer, con lo que tenemos que cambiar de planes, y en la calle Gutenbergasse hemos visto dos lugares, solo es cuestión de decidirse, y lo hacemos por el Witwe Bolte, Hostería de los leones de seis patas, del que se cuenta que el emperador José II fue expulsado en 1778 (¿haría un "sinpa"?, ¿nos expulsarán a nosotros?). La elección fue porque tenía una estupenda zona de mesas bajo los árboles y el lugar era muy propicio.

 
En las excursiones al baño aprovechamos para cotillear por su interior, que se ve precioso, pero estamos todos fuera, y eso que dentro te dan ganas hasta de cantar jarra de cerveza en mano vestida de tirolesa. 


Ya que hemos pensado en ella, hoy toca comer con una buena copa de rica y fresquita cerveza. ¡Prosit!


Para mí marido, que va con retraso o me deja las catas como conejillo de indias, un Boltes Tafelspitz, pero no va gratinado con mostaza, y esto fue un punto a su favor en el Café Central, mucho más sabroso. 

 
Para mí, que soy una decidida comilona, un Wiener Saftgulasch, que tenía bastante paprika y de la que pica y casi repica. 


Yo me pongo las botas porque me lo zampo todo a pesar del picor, que esto del turismo es muy cansado y hay que reponer fuerzas. Como en Viena las cosas de palacio van despacio, nos vamos sin café y además no dejamos propina porque el servicio puede ser lento pero no olvidadizo en dos ocasiones para un simple vaso de agua. De los sitios en los que hemos comido es el que menos nos ha gustado en su cocina, y no por el picante, sino por el resultado en general, aunque no es malo y el lugar acompaña muy bien; valoración: recomendable con reparos. 

Salimos del barrio coqueto con el estallido de la primavera en algunos parterres.

  

13 de julio de 2011

Austria - Viena - Schuberthaus - Linke Wienzeile - Gumpendorfer Strasse - Café Sperl - Fillgradergasse - Mariahilfer Strasse - Einkaufspassage - Raimundhof - Stiftkirche - Stiftgasse

Música, arquitectura, historias trágicas y cafés


Salimos del mercado  y del mercadillo  de Naschmarkt hacia la calle Kettenbrückgasse, que es como entrar en un pequeño y extraño Chinatown, con tiendas de alimentación de esta comunidad como las que conocemos aquí. 

En el número 6 de la calle, en el segundo piso, se halla la casa en que murió Schubert, en 1828, a los 31 años de edad. Era la casa de su hermano mayor, ya que el médico le recomendó vivir en un lugar con mejor aire que el centro. Ahora es un museo, pero con horarios muy estrictos, solo miércoles y jueves, con lo que siendo viernes está completamente cerrada. 





Volvemos a Linke Wienzeile, nos hemos dejado atrás la visión de unos edificios interesantes, aunque los hemos visto de refilón no lo hemos hecho con el detenimiento y la atención que se merecen. Los dos son obra de Otto Wagner, de 1899, que representan la cumbre del estilo Jugendstil.

En el número 38 un edificio con una red regular de ventanas, cuya fachada está decorada con rostros femeninos de Kolo Moser, sobre los medallones hojas de palma doradas, y por debajo plumas de pavo.

 
Sobre las esquinas del tejado figuras femeninas gritando, obra de Othmar Schimkowitz, que aunque llamativas es lo que menos me gusta del edificio, que por un lado incita a la calma y con estas figuras al miedo, aunque creo que el mensaje es más de alerta ante los cambios que de terror, pero mi percepción del momento desde abajo fue esta.







La esquina con Köstlergasse es espectacular, de la recta se pasa a la curva con un increíble ático (lo que se debe pagar por vivir allí) y un primer piso con una espectacular terraza acristalada. 



A su lado, en el número 40, la fachada del edificio se presenta divertida y muy alegre, cubierta con mayólica decorada con flores; en esta casa es primavera todo el año. Es la Majolikahaus; mayólica es una palabra derivada de Mallorca, parece que introducidos en Italia por alfareros baleares. Los azulejos aparte de la función decorativa también tiene una funcional, preservan la fachada de los efectos del tiempo. Bonita, alegre y simpática la fachada.


En el número 42 como contraste, el estilo contra el que se rebelaron los artistas de la Secesión. Creo que con las fotos es suficiente para "entender" los dos estilos, aunque yo no puedo decir nada malo de la pomposidad del clasicista, no me disgusta en absoluto, pero si tuviera que elegir vivienda la fachada de flores ya tiene puntos ganados.


En la esquina de Joanelligasse con Linke Wienzeile, otro edificio llamativo, más art nouveau como estamos acostumbrados a ver en Europa, el Versicherung der Österreichischen Eisenbahnen


Entramos por Köstlergasse para salir a Gumpendorfer Strasse, que antiguamente era la arteria principal de lo que fue el suburbio fortificado de Viena. En el suelo de esta calle, no recuerdo el número, una placa llama nuestra atención, es la relación de los judíos que vivían en esta casa y fueron deportados y asesinados en los campos de concentración nazis. 


En el número 11 de la calle destaca un local, el Café Sperl, abierto en 1860 aunque el edificio en el que se aloja actualmente sea posterior a esta fecha, ya que fue restaurado según fotografías con todos los detalles: tapicerías, suelos, sillas estilo Thonet. El café fue declarado Monumento Nacional en 1980.



El café era un punto de encuentro de los oficiales imperiales y también de artistas, que dibujaban en las servilletas; ahora éstas se encuentran en el Museo Albertina. A este lugar solía acudir el compositor Léhar.




Desde Gumpendorferstrasse sale Fillgradergasse, donde se encuentra la escalinata Fillgrader.



Por esta calle, subiendo la escalinata y con un poco de "retuerce" salimos a Mariahilfer Strasse, la calle comercial de la clase media vienesa, donde ya no son los grandes nombres de diseñadores los que se encuentran sino tiendas más populares y por supuesto, más asequibles.


La calle comienza en el Museumsquartier y termina en Schönbrunn, que sería un buen paseo encontrando diferentes lugares interesantes de conocer, pero esto tendrá que ser en otra ocasión ya que no disponemos de tanto tiempo y hay que ir haciendo elecciones sobre la marcha. Seguramente toda la calle no será atractiva para recorrerla andando aunque estos retos a nosotros nos gustan porque siempre nos deparan sorpresas, con el aliciente de las calles por las que desviarse en el camino.


La primera sorpresa en la calle la encontramos en el suelo, una placa con las huellas de las manos y pies de Lindsay Vonn, finalista olímpica norteamericana en la modalidad de esquí alpino en el año 2010. Podría haber retirado las colillas para hacer la foto pero ellas de alguna manera también diferencian la impolutez del casco antiguo con la vida (ajetreada) de esta calle. 




La segunda sorpresa es uno de esos coquetos patios internos, que no estaba programado (la guía lo tenía reflejado pero no con grandes datos y yo me lo había saltado al marcar los puntos importantes), pero en el que entramos y descubrimos un mundo interior increíble: el Raimundhoff nada más entrar, con tiendas en sus locales.




Detrás del patio continúa el Einkaufspassage, un callejón con escaleras hacia abajo y pequeños patios intermedios, en cuyos locales hay instalados tiendas y restaurantes con un ambiente íntimo y muy especial. Si no me equivoco el pasaje termina en la calle Windmühlgasse, cruzándola hay unas escaleras para llegar supongo hacia Gumpendorfer Strasse. 




Volvemos a salir a Mariahilfer Strasse, y en la esquina de esta con Stiftgasse se encuentra la Stiftkirche, Iglesia de la Santa Cruz, que formaba parte de un cuartel del siglo XVII. En su interior nada destacable, o eso nos pareció. 




Entramos por Stiftgasse dejando Mariahilfer Strasse para una proxima visita a la ciudad, con tristeza por mi parte porque no llegaremos al Museo Haydn, autor de una de las obras que más me gustaban de pequeña, la Sinfonía de los Juguetes, aunque gracias a la confección de la guía para este viaje he descubierto que se le ha retirado la autoría, que se le concedió primaramente a Mozart padre y luego a un monje benedictino de nombre Angerer.




En esta calle de Stiftgasse nuestros ojos se topan con un edificio que podría estar en el SoHo neoyorkino, y es que nuestra relación con NY es muy especial, aunque todavía quedan pendientes algunos viajes por contar para llegar a conocerla con nuestras letras y las fotos de mi compañero de viajes en este blog. 





11 de julio de 2011

Austria - Viena - Naschmarkt

Explosión de colores, sabores y olores

Frente al edificio de la Sezession sale la ancha calle de Weinzeile, un importante eje radial de la ciudad, que se prolonga más allá de Schönbrunn  (barrio donde se encuentra el palacio de homónimo nombre) y que, según el proyecto de Otto Wagner, tendría que haberse convertido en una monumental avenida que comunicara la Innere Stadt (el casco antiguo) con la residencia imperial de Schönbrunn. Debe su nombre y su trazado curvo al rió Wien, curso de agua que desciende desde las laderas para desembocar en el Danubio, que se canalizó a comienzos del siglo XX. Otto Wagner también fue el encargado del trazado del Stadbahn (tren suburbano), con sus estaciones Jugendstil, ahora la línea 4, con los pabellones de Karlsplatz.

Wienzeile está dividida por un amplio bulevar, y cada lado recibe un nombre: Retche y Linke. Nosotros tomamos la segunda porque en el número 6 se halla el Theater an der Wien, pero hacia esta calle hay un edificio de viviendas de estilo clasicista, donde en la planta baja hay un acceso al teatro, pero no es esta la fachada que buscamos. Así que nos adentramos en la calle que hace esquina con este nuevo teatro en busca de la fachada del antiguo Theater an der Wien, y casi como escondido entre edificios lo encontramos.

 
Presenta una entrada pórtico, con los tres vanos de los arcos con puertas de madera verde, y la central se adorna con un grupo escultórico, Papageno y sus hijos, porque en este lugar se estrenó La flauta mágica de Mozart. 

 
También Beethoven vivió en este teatro, donde estrenó Fidelio, su única ópera, durante el Congreso de Viena, en 1805. Se puede visitar su cuarto, pero al estar aquí todo tan cerrado supongo que la entrada se hará por Linke Weinzeile, pero esta será una más de las tareas pendientes que dejamos en Viena.


Con ocasión del bicentenario del teatro se creó el “walk of fame” de la música clásica, del que ya hemos visto algunos representantes, Johann Strauss y Johann Sebastian Bach entre otros. El paseo se prolonga por la Linkie Wienzeile, Lothringstrasse, Kärntner Ring y Kärntnerstrasse, pasa por la Ópera y las Haus der Musik para terminar en Stephansplazt. Pero la verdad es que nos perdimos la mayor parte, porque lo normal en Viena es mirar hacia arriba y no hacia abajo. 

En el bulevar de Wienzeile se instala un extenso mercado, Naschmarkt, en el lugar donde se instalaba un mercado de leche que se fue convirtiendo en el principal mercado de avituallamiento de Viena. 

Dentro del mercado hay como dos aceras, la pegada a Linke es la de los restaurantes y chiringuitos para comer, por la que comenzamos el paseo, pero enseguida nos cambiamos a la otra, para descubrir un mundo de colores, olores y un poquito de sabor, ya que en un puesto compramos unas aceitunas griegas riquísimas.

 
Del resto del mercado poco que decir, no falta de nada: frutas, verduras, aperitivos, especias, panes, pocos peces, quesos, fiambres, pastas…Pasen, vean y compren.







No son los mercados vietnamitas, en Viena la cosa es civilizada y está regulada con escaparates de cristal, y de alguna forma echo de menos el descontrol asiático, tenía su punto especial. Cierto es que a cada ciudad su mercado (como dirían los secesionistas) y Viena tiene que tener este ahora. 

Para quitarnos la morriña vietnamita allí estaban los mangostanes.




El mercado se extiende desde el edificio de la Secesión, ya que se comienza justo enfrente, hasta la estación de metro de Kettenbrücke, con una de las estaciones de metro diseñadas por Otto Wagner. 


A partir de este tramo el mercado se convierte en mercadillo o mercado de las pulgas, con puestos de ropa al principio, en un tramo pequeño, y luego en un auténtico rastro, con puestos llenos de artículos y cachivaches varios: lámparas, cuadros, llaves, máquinas antiguas de fotografía, vajillas, cristalerías…


Creo que en un viaje a Viena no debe faltar una visita a este interesante mercado, incluso se puede aprovechar para comer en él, bien sentados bien un picoteo en la cantidad de puestos con la variedad de productos para elegir y probar.

6 de julio de 2011

Austria - Viena - Sezession - Beethovenfries

Beethoven y Wagner con la mirada de Klimt


De la mano de Otto Wagner y sus pabellones de Karlsplatz hemos entrado en contacto con el estilo arquitectónico y de diseño del Jugendstil, y desde aquí nos acercamos hasta el edificio de la Sezession, proyectado por Joseph Maria Olbrich en 1898 para exponer las obras de los artistas del movimiento de homónimo nombre, Sezession. 

El edificio es muy sencillo en su construcción, un cubo casi sin ventanas, destacando sobre él su brillante y llamativa cúpula dorada. Sin saber que puede ser el edificio, por esta cúpula se puede confundir con una iglesia moderna.

Los críticos calificaron el edificio como invernadero, almacén y aseos públicos, y hoy es uno de los más valorados por los vieneses. Fue gravemente dañado por los bombardeos en 1945 y permaneció abandonado hasta 1970, fecha en la que comenzó a ser reconstruida y en 1985 se le sometió a una profunda restauración, afortunadamente para el mundo.

La cúpula es obra de Gustav Klimt, se compone de 3.000 hojas de laurel y 700 bayas y se la conoce como “cabeza de col”. Aunque parezca absurdo esta cúpula o cabeza de col es hipnótica, te puedes quedar en el exterior mirándola y mirándola. 


En la fachada se halla grabado el lema de sus fundadores: “A cada época su arte y a cada arte su libertad”, que como lema creo que es contundente y directo, aplicable a perpetuidad. Sobre la puerta de entrada hay tres cabezas de Medusas, con serpientes saliendo de las orejas o en sustitución de éstas o asemejando el cabello como en Medusa; son alegorías de la arquitectura, la escultura y la pintura. Ornando las paredes un árbol dorado que las recorre, así como motivos vegetales en su tono verde, ya no dorados.  


Entramos al edificio, 8,50€, que en su interior arquitectónicamente no tiene nada destacable, paredes lisas e inmaculadamente blancas. Hay tres exposiciones en sus diferentes plantas, llamándonos la atención principalmente una en el sótano, una instalación de fotocopiadoras, y es que en este edificio la máxima del lema de la entrada es una realidad y no una utopía. La sala del primer piso, sala central de exposiciones, fue concebida como espacio vacío para poder exponer cualquier tipo de obra, recibe luz natural por medio de un gran tejado de cristal, aquí las obras lucen mucho, en este caso era mitad exposición de pinturas y mitad de fotografías. 

En el sótano hay más salas, en una de ellas hay fotografías del movimiento de la Secesión, artistas que creían y lucharon por una concepción democrática del arte y de la cultura, posicionados en contra de los mecenas y las presiones comerciales. En el año 1897 diecinueve artistas creyentes se escindieron de los conservadores que se reunían en la cercana Künstlerhaus o Casa de los Artistas; entre ellos Gustav Klimt, Josef Hoffman, Kolo Moser y Josef M.Olbrich, este último discípulo de Otto Wagner. Su propósito, presentar nuevas tendencias de arte y alejarse del historicismo arquitectónico y artístico que había invadido la Viena Imperial (que hemos visto en muchos de sus edificios, principalmente en el Ring: Parlamento, Ayuntamiento, Burgtheater...) 


Gustav Klimt es el segundo por la izquierda de la fila superior, vestido con una bata típica de artista y sentado. Sinceramente tenía pinta de un poco loco, y del grupo es uno de los que más destaca, por estética, actitud y mirada.
La razón principal de haber entrado aquí no es el edificio, sino la obra que contiene en su interior. En 1902 para la exposición celebrada en el 75 aniversario de la muerte de Beethoven y para la 14ª exposición que realizaba el movimiento de la Sezession, Gustav Klimt pintó un friso en el sótano, Beethovenfries, basado en la crítica que Richard Wagner realizó de la Novena Sinfonía de Beethoven.


El friso cubre tres muros y tiene 34 m de longitud; está situado en lo alto, inaccesible con las manos de ninguna manera, desconozco si esta fue su situación inicial o es la actual para evitar actos de desaprensivos, ya que no se encuentra en su ubicación original, básicamente porque los desperfectos que sufrió el edificio durante la guerra hubieran terminado con él. Afortunadamente el friso tampoco se encontraba aquí durante la misma, ya que después de la exposición fue desmantelado y comprado en 1915 por un industrial, que fue expropiado por los nazis, y estos no le hicieron nada al fresco, supongo que se asustarían y no le dieron la importancia que tenía. En 1973 el Estado Austriaco lo compró y restauró durante diez años. 


Fuente: wikipedia

En la pared de la izquierda, el friso es interrumpido de su blancura por un grupo de figuras: una mujer desnuda de pie, y una pareja desnuda de rodillas -símbolos del sufrimiento de la humanidad-, que piden al caballero de brillante armadura ayuda. El "hombre fuerte bien armado", va en busca de la felicidad en nombre de la humanidad, hacia el interior impulsado por las dos figuras femeninas alegóricas a sus espaldas: la ambición y la compasión.


Fuente: wikipedia


En la escena de la pared frontal, la más estrecha, la humanidad debe enfrentarse a los peligros y las tentaciones de las "fuerzas hostiles". El gigante Typhoeus, un monstruo híbrido con la piel peluda, alas azules y un cuerpo de serpiente, se extiende por casi toda la pared y mira al espectador con ojos de madre perla. A su izquierda están sus hijas, las tres Gorgonas, y por encima de ellos, cabezas de mujeres como máscaras, representaciones alegóricas de la enfermedad, la locura y la muerte. La mujer a la derecha del monstruo simboliza la lascivia, el desenfreno y la intemperancia, identificable por su gran barriga. Un poco más a la derecha se encoge la figura de una mujer  escuálida, Gnawing Grief, “mujer de "dolor mordiente”. En la parte superior derecha se ve la cabeza flotante de un genio. En la narrativa de Klimt, este representa  los deseos de la humanidad y los deseos de superación de las "fuerzas hostiles".


Fuente: wikipedia






 
En la pared de la derecha, el anhelo de la humanidad por la felicidad encuentra cumplimiento en la poesía, retratada como una figura femenina con una lira. Sigue una sección vacía donde el día de la exhibición una abertura proporcionaba la visión de una escultura de Beethoven, obra de Klinger. Con esta inclusión del icono visual de Beethoven, Klimt preparó el clímax dramático del friso: en la escena final, las figuras femeninas que simbolizan las artes, lideran el camino hacia el reino ideal de arte. La apoteosis del arte de Klimt consiste en una pareja besándose frente al Coro de los Ángeles, en referencia directa a Beethoven: el coro final de la Novena de Beethoven, basado en la obra de Friedrich von Schiller, "Oda a la Alegría" (por eso la parte elegida de la sinfonía para acompañar en la contemplación y estudio del cuadro), que contiene las palabras "Este beso a todo el mundo".


Fuente: wikipedia



Siento si la traducción que he realizado del folleto de la sala no se ajusta a las palabras ni a la intención de Klimt, pero seguro que en el friso encontráis las claves mejor para entenderle. De este folleto son las ampliaciones de las partes del friso.

En el exterior, junto al edificio se encuentra la estatua de Marco Antonio en un carro tirado por leones, realizada para la cuarta exposición del edificio por Arthur Strasse, y francamente no me pareció ni atrevida ni bonita ni estética y nada acorde con el edificio y mucho menos con su intención, posiblemente no capté su esencia.