Música, arquitectura, historias trágicas y cafés
Salimos del mercado y del mercadillo de Naschmarkt hacia la calle Kettenbrückgasse, que es como entrar en un pequeño y extraño Chinatown, con tiendas de alimentación de esta comunidad como las que conocemos aquí.
En el número 6 de la calle, en el segundo piso, se halla la casa en que murió Schubert, en 1828, a los 31 años de edad. Era la casa de su hermano mayor, ya que el médico le recomendó vivir en un lugar con mejor aire que el centro. Ahora es un museo, pero con horarios muy estrictos, solo miércoles y jueves, con lo que siendo viernes está completamente cerrada.
Volvemos a Linke Wienzeile, nos hemos dejado atrás la visión de unos edificios interesantes, aunque los hemos visto de refilón no lo hemos hecho con el detenimiento y la atención que se merecen. Los dos son obra de Otto Wagner, de 1899, que representan la cumbre del estilo Jugendstil.
En el número 38 un edificio con una red regular de ventanas, cuya fachada está decorada con rostros femeninos de Kolo Moser, sobre los medallones hojas de palma doradas, y por debajo plumas de pavo.
Sobre las esquinas del tejado figuras femeninas gritando, obra de Othmar Schimkowitz, que aunque llamativas es lo que menos me gusta del edificio, que por un lado incita a la calma y con estas figuras al miedo, aunque creo que el mensaje es más de alerta ante los cambios que de terror, pero mi percepción del momento desde abajo fue esta.
La esquina con Köstlergasse es espectacular, de la recta se pasa a la curva con un increíble ático (lo que se debe pagar por vivir allí) y un primer piso con una espectacular terraza acristalada.
A su lado, en el número 40, la fachada del edificio se presenta divertida y muy alegre, cubierta con mayólica decorada con flores; en esta casa es primavera todo el año. Es la Majolikahaus; mayólica es una palabra derivada de Mallorca, parece que introducidos en Italia por alfareros baleares. Los azulejos aparte de la función decorativa también tiene una funcional, preservan la fachada de los efectos del tiempo. Bonita, alegre y simpática la fachada.
En el número 42 como contraste, el estilo contra el que se rebelaron los artistas de la Secesión. Creo que con las fotos es suficiente para "entender" los dos estilos, aunque yo no puedo decir nada malo de la pomposidad del clasicista, no me disgusta en absoluto, pero si tuviera que elegir vivienda la fachada de flores ya tiene puntos ganados.
En la esquina de Joanelligasse con Linke Wienzeile, otro edificio llamativo, más art nouveau como estamos acostumbrados a ver en Europa, el Versicherung der Österreichischen Eisenbahnen.
Entramos por Köstlergasse para salir a Gumpendorfer Strasse, que antiguamente era la arteria principal de lo que fue el suburbio fortificado de Viena. En el suelo de esta calle, no recuerdo el número, una placa llama nuestra atención, es la relación de los judíos que vivían en esta casa y fueron deportados y asesinados en los campos de concentración nazis.
En el número 11 de la calle destaca un local, el Café Sperl, abierto en 1860 aunque el edificio en el que se aloja actualmente sea posterior a esta fecha, ya que fue restaurado según fotografías con todos los detalles: tapicerías, suelos, sillas estilo Thonet. El café fue declarado Monumento Nacional en 1980.
El café era un punto de encuentro de los oficiales imperiales y también de artistas, que dibujaban en las servilletas; ahora éstas se encuentran en el Museo Albertina. A este lugar solía acudir el compositor Léhar.
Desde Gumpendorferstrasse sale Fillgradergasse, donde se encuentra la escalinata Fillgrader.
En el número 11 de la calle destaca un local, el Café Sperl, abierto en 1860 aunque el edificio en el que se aloja actualmente sea posterior a esta fecha, ya que fue restaurado según fotografías con todos los detalles: tapicerías, suelos, sillas estilo Thonet. El café fue declarado Monumento Nacional en 1980.
El café era un punto de encuentro de los oficiales imperiales y también de artistas, que dibujaban en las servilletas; ahora éstas se encuentran en el Museo Albertina. A este lugar solía acudir el compositor Léhar.
Desde Gumpendorferstrasse sale Fillgradergasse, donde se encuentra la escalinata Fillgrader.
Por esta calle, subiendo la escalinata y con un poco de "retuerce" salimos a Mariahilfer Strasse, la calle comercial de la clase media vienesa, donde ya no son los grandes nombres de diseñadores los que se encuentran sino tiendas más populares y por supuesto, más asequibles.
La calle comienza en el Museumsquartier y termina en Schönbrunn, que sería un buen paseo encontrando diferentes lugares interesantes de conocer, pero esto tendrá que ser en otra ocasión ya que no disponemos de tanto tiempo y hay que ir haciendo elecciones sobre la marcha. Seguramente toda la calle no será atractiva para recorrerla andando aunque estos retos a nosotros nos gustan porque siempre nos deparan sorpresas, con el aliciente de las calles por las que desviarse en el camino.
La primera sorpresa en la calle la encontramos en el suelo, una placa con las huellas de las manos y pies de Lindsay Vonn, finalista olímpica norteamericana en la modalidad de esquí alpino en el año 2010. Podría haber retirado las colillas para hacer la foto pero ellas de alguna manera también diferencian la impolutez del casco antiguo con la vida (ajetreada) de esta calle.
La segunda sorpresa es uno de esos coquetos patios internos, que no estaba programado (la guía lo tenía reflejado pero no con grandes datos y yo me lo había saltado al marcar los puntos importantes), pero en el que entramos y descubrimos un mundo interior increíble: el Raimundhoff nada más entrar, con tiendas en sus locales.
Detrás del patio continúa el Einkaufspassage, un callejón con escaleras hacia abajo y pequeños patios intermedios, en cuyos locales hay instalados tiendas y restaurantes con un ambiente íntimo y muy especial. Si no me equivoco el pasaje termina en la calle Windmühlgasse, cruzándola hay unas escaleras para llegar supongo hacia Gumpendorfer Strasse.
Volvemos a salir a Mariahilfer Strasse, y en la esquina de esta con Stiftgasse se encuentra la Stiftkirche, Iglesia de la Santa Cruz, que formaba parte de un cuartel del siglo XVII. En su interior nada destacable, o eso nos pareció.
Entramos por Stiftgasse dejando Mariahilfer Strasse para una proxima visita a la ciudad, con tristeza por mi parte porque no llegaremos al Museo Haydn, autor de una de las obras que más me gustaban de pequeña, la Sinfonía de los Juguetes, aunque gracias a la confección de la guía para este viaje he descubierto que se le ha retirado la autoría, que se le concedió primaramente a Mozart padre y luego a un monje benedictino de nombre Angerer.
En esta calle de Stiftgasse nuestros ojos se topan con un edificio que podría estar en el SoHo neoyorkino, y es que nuestra relación con NY es muy especial, aunque todavía quedan pendientes algunos viajes por contar para llegar a conocerla con nuestras letras y las fotos de mi compañero de viajes en este blog.
La calle comienza en el Museumsquartier y termina en Schönbrunn, que sería un buen paseo encontrando diferentes lugares interesantes de conocer, pero esto tendrá que ser en otra ocasión ya que no disponemos de tanto tiempo y hay que ir haciendo elecciones sobre la marcha. Seguramente toda la calle no será atractiva para recorrerla andando aunque estos retos a nosotros nos gustan porque siempre nos deparan sorpresas, con el aliciente de las calles por las que desviarse en el camino.
La primera sorpresa en la calle la encontramos en el suelo, una placa con las huellas de las manos y pies de Lindsay Vonn, finalista olímpica norteamericana en la modalidad de esquí alpino en el año 2010. Podría haber retirado las colillas para hacer la foto pero ellas de alguna manera también diferencian la impolutez del casco antiguo con la vida (ajetreada) de esta calle.
La segunda sorpresa es uno de esos coquetos patios internos, que no estaba programado (la guía lo tenía reflejado pero no con grandes datos y yo me lo había saltado al marcar los puntos importantes), pero en el que entramos y descubrimos un mundo interior increíble: el Raimundhoff nada más entrar, con tiendas en sus locales.
Detrás del patio continúa el Einkaufspassage, un callejón con escaleras hacia abajo y pequeños patios intermedios, en cuyos locales hay instalados tiendas y restaurantes con un ambiente íntimo y muy especial. Si no me equivoco el pasaje termina en la calle Windmühlgasse, cruzándola hay unas escaleras para llegar supongo hacia Gumpendorfer Strasse.
Volvemos a salir a Mariahilfer Strasse, y en la esquina de esta con Stiftgasse se encuentra la Stiftkirche, Iglesia de la Santa Cruz, que formaba parte de un cuartel del siglo XVII. En su interior nada destacable, o eso nos pareció.
Entramos por Stiftgasse dejando Mariahilfer Strasse para una proxima visita a la ciudad, con tristeza por mi parte porque no llegaremos al Museo Haydn, autor de una de las obras que más me gustaban de pequeña, la Sinfonía de los Juguetes, aunque gracias a la confección de la guía para este viaje he descubierto que se le ha retirado la autoría, que se le concedió primaramente a Mozart padre y luego a un monje benedictino de nombre Angerer.
En esta calle de Stiftgasse nuestros ojos se topan con un edificio que podría estar en el SoHo neoyorkino, y es que nuestra relación con NY es muy especial, aunque todavía quedan pendientes algunos viajes por contar para llegar a conocerla con nuestras letras y las fotos de mi compañero de viajes en este blog.
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