Por la calle imperial de compras
Comenzamos un nuevo día, y otra vez tenemos un primer destino en mente, ya que como disponemos de poco tiempo hay que pensar aquellos lugares que no nos queremos perder, así que salimos por Kärntner Ring y su paseo estrellado, donde hoy nos encontramos con Bach.
Así que lo mejor que podemos hacer es que Bach nos acompañe en este paseo:
Llegamos a Kärntner Strasse, que es una calle peatonal desde 1974, muy comercial, con tiendas de nombres conocidos, ya sea por su exclusividad, o por su cercanía, como Zara, y que es por la que caminaremos. Desgraciadamente muchas calles, callecitas y lugares interesantes a la derecha de esta calle se quedaron sin explorar, ahora hubiera sido el momento pero el momento estaba reservado a otro monumento importante de la ciudad, mejor a primera hora de la mañana.
En una ciudad tan imperial no falta el Rey, Burger King (y es que hasta el nombre Burger le queda bien).
Nada más comenzar el paseo, frente a la Ópera se abre un pasaje, que todavía no ha amanecido ni con sus terrazas ni con sus compradores, además el centro comercial de la izquierda está cerrado, la Ringstrassegallerie. Sólo es hora de los turistas ansiosos.
Kärtner Strasse está plagada de edificios interesantes, algunos que tenemos que buscar porque en esta ocasión la guía diabólica (este es el nombre dado por mi marido a mis guías, por aquello de caminar y caminar hasta encontrar para ver) creo que ha sido de las mejores, con muchos de ellos señalados, y a otros sencillamente los encontramos y los disfrutamos. No voy a hacer un monográfico exhaustivo de la calle porque tendríamos para un buen rato, hay detalles para pasarse el día en esta calle y no aburrirse, con lo que os aconsejo caminarla sin prisa si es posible.
Viena tiene un detalle muy bueno, casi todos los edificios destacables (pongo el casi por aquello de la cuarentena y porque no pueden señalar toda la ciudad y creo que tendrían motivos para hacerlo) tienen una placa blanca con el nombre, y unas banderas con los colores de la del país (el país tiene tres franjas, rojo-blanco-rojo y estas solo dos –rojo y blanco-) que la hacen visible desde lejos. Como es normal las pequeñas explicaciones en estas placas son en austriaco, con lo que aparte del nombre y las fechas poco más podemos entender nosotros.
En el número 37 se halla la Malteserkirche, construida en 1808 en estilo gótico, fundada por los Caballeros de la Orden de Malta, que fueron invitados por Leopoldo VI a principios del siglo XIII a instalarse en la ciudad. Su fachada está encajada entre dos edificios y en su interior destacan (y asustan algo) las figuras del altar tapadas (cual burka católico por ser Semana Santa), y en la izquierda las figuras de mongoles a modo de atlantes en lo que parece una tumba.
En el número 26 destaca la fachada de la tienda J.L. Lobmeyr, antiguo proveedor de cristalería de la corte (arriba en el marco de la fachada se pueden leer las letras k&k, que así lo atestiguan), que ya por sí misma es una obra de arte, pero sus cristales son los que tienen fama por sus diseños y su calidad. Creo que en su piso tercero hay instalado un museo con piezas de sus colecciones pero no lo exploramos, como tampoco entramos a la tienda, así que el dato de este museo no es fiable al cien por cien.
La nota curiosa es que al cruzar la siguiente calle, en el número 24, se encuentran las Cristalerías Swarovski, con unos vestidos llenos de cristales en su escaparate. Cristales de ayer, de hoy y de mañana concentrados en unos pocos metros.
En el número 16 una casa decorada con un precioso mosaico, obra de F.Roth de 1896.
Enfrente otro edificio decorado, en este caso con mayólica (cerámica o azulejos nos suena más, por lo menos a los más profanos en arte como nosotros, pero ya este nombre ha pasado a nuestro vocabulario).
Más adelante, también enfrente de la casa del mosaico, un precioso escaparate de Pascua, el de la pastelería Gerstner, un paraíso para los más golosos. La fiesta del huevo y del conejo.
En el número 10, pero la entrada no está directamente en Kärntner Strasse porque en esta esquina hay otro local, sino en la calle perpendicular a la izquierda, se halla el American Bar, otra obra de Adolf Loos, el de la "Casa sin cejas" de Michalerplatz, realizado en 1908, él se encargó de la decoración interior ya que la fachada fue modificada posteriormente.
Es demasiado temprano y está cerrado, pero el local es algo más que pequeño en su interior, y Loos utilizó el truco de colocar espejos para darle sensación de amplitud, aunque dudo mucho que cuando se llene alguien se pueda sentir amplio dentro de él por lo que vimos a través de sus cristales.
Una pena que por las noches no recojan las sombrillas de la terraza y sea imposible hacer una buena foto de su fachada, y una pena no haber podido disfrutar de su interior mínimo.
En la esquina izquierda de Kärntner Strasse, en su confluencia con Stephensplatz, aunque es como una primera pequeña plaza independiente llamada Stock im Eisen Platz, hay que fijarse bien en una columna sobre la que hay una urna de cristal porque si no uno se la puede saltar, que contiene un viejo tronco de encina, el Stock im Eisen (tocón en el hierro). En este tronco, a partir del siglo XV, los cerrajeros clavaban un clavo cuando eran admitidos en el gremio y también lo hacían los aprendices cuando estaban de paso, para asegurarse la vuelta a casa sin novedad (tengo las dos historias y las dos me parecen buenas y creíbles).
A la vuelta del tronco se halla el edificio del Equitablepalais, construido en 1890 con una fachada algo ostentosa, decorada con cariátides y coronado por una gran cúpula.
Ya estamos donde queríamos, pero como es uno de los lugares emblemáticos de Viena y necesita su tiempo y su espacio para conocerlo lo haremos en la próxima entrega (seguramente tengan que ser dos por su importancia y detalles).
No hay comentarios:
Publicar un comentario