Después de la visita al monasterio Taung Kalat podemos emprender el
camino de vuelta a Bagan, pero la alternativa que teníamos en caso de
que yo me negara a subir las escaleras con los monos de perpetua
compañía amenazante era ir al Popa Mountain Resort para al menos tener
unas bonitas vistas, así que decidimos que comeremos allí, y así lo
tenemos todo.
En el camino de entrada hay estatuas de elefantes, y en todo el recinto hay más imágenes de elefantes y también monos; los elefantes supongo que porque son los dos animales protectores a la entrada del monasterio, y los monos, pues no hace falta que diga nada.
En el camino de entrada hay estatuas de elefantes, y en todo el recinto hay más imágenes de elefantes y también monos; los elefantes supongo que porque son los dos animales protectores a la entrada del monasterio, y los monos, pues no hace falta que diga nada.
El
día es fresco, lo que no quiere decir que haga frío, se agradece no
sentirte en baño de sudor, e incluso el necesitar una camisa de manga
larga; pero por supuesto decidimos que comeremos en la terraza, desde el
salón interior no se tienen las mismas vistas, que son las que nos han
traído hasta aquí.
Cuando paramos en la carretera
más o menos se tiene la misma vista, la diferencia principal es la
tranquilidad (por lo menos el día de nuestro paso) y la abertura de paisaje que se tiene desde la terraza. Si
os fijáis podéis ver las escaleras cubiertas que ascienden hasta la
cima.
Para comer pedimos dos platos que nos intercambiaremos, un beef stir fry (tiras de ternera salteadas con noodles) y un curry de gambas (nos da confianza el estar en el restaurante de un buen hotel y elegimos marisco), que nos aconseja Myo, por supuesto acompañado de su ración de arroz.
De
postre, el clásico plátano, que en esta ocasión, al ser restaurante de
hotel viene troceado, y una ración generosa (sí, somos tres y hay
cinco).
El precio es más caro en comparación con los otros restaurantes locales donde hemos comido hasta el momento durante el viaje, pero es que las vistas también hay que pagarlas.
El hotel cuenta con una piscina, que los no clientes pueden utilizar por 10$, que incluyen una bebida, y en principio sin límite de tiempo. Habíamos venido preparados para utilizarla, pero la temperatura exterior no era adecuada, y tampoco la del agua, metí mi pie (una ventaja de ir en chanclas) y no era precisamente relajante o sopa de pollo como ha sido la tónica en todas las piscinas. Lo mejor de nuevo, las vistas del monasterio, creo que estar aquí al atardecer y por la noche debe ser maravilloso.
Paseamos por sus jardines, donde
destacan las bonitas y coloridas flores.
Un bonito lugar para pasar la noche sin lugar a dudas, o por lo menos para tomar una bebida o una comida como hemos hecho nosotros.
Volvemos a Bagan y pasamos por las plantaciones de palmeras y sus explotaciones agrícolas.
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