Rodeada de caótico tráfico
Desde Shwedagon Paya en coche vamos hacia nuestra próxima visita, y
así conocemos de primera mano el tráfico caótico que inunda esta ciudad en el centro;
para recorrer un kilómetro te puedes tirar media hora o más, porque no te
mueves durante bastante tiempo, creo que es la peor ciudad con diferencia con
este problema por la que hayamos pasado hasta el momento. Así comenzamos
a fijarnos en las casas, muchos edificios tomados por la humedad, y lo que no faltan son antenas de televisión, hay una legión de "ovnis" por todos lados.
Llegamos
a Sule Paya, una pagoda situada en una rotonda, alrededor de la cual hay un tráfico
descomunal, así que lo difícil es cruzarla para los peatones, ya que no
hay semáforos, si hay pasos de cebra pero como si no los hubiera porque
nadie los respeta, hay que aprovechar algún parón de los coches y ser
valientes, o esperarse a última hora de la tarde, a partir de las siete,
que los coches ya no toman esta parte de la ciudad. La pagoda
funciona como un kilómetro cero a partir del cual se miden las
direcciones hacia el norte.
En el exterior, entre las puertas de entrada, se han instalado tiendas, que no tienen en su mayoría nada que ver con artículos religiosos, son de todo tipo (internet, móviles, viajes…).
Por supuesto
en el pasillo de las puertas de entrada (cuatro: norte, sur, este y
oeste) hay tiendas, ahora ya más relacionadas con las ofrendas que con
la vida comercial diaria. Dejamos nuestras chanclas -a partir de ahora
viviremos en chanclas porque es lo más cómodo para visitar pagodas y evitar el engorro de calcetines o cordones-, en el
lugar destinado para ello, y nos entregan un número -el 36-, así que a
la salida dejaremos un donativo (no suele estar establecido como precio)
por su custodia.
Al no situarse la pagoda en una colina como Shwedagon Paya, el acceso es mucho más fácil y las escaleras son más cortas.
La
pagoda tiene dos mil años de antigüedad, pero como la mayoría de
las pagodas en Myanmar ha sido reconstruida y reparada en muchas
ocasiones a lo largo de los siglos, así que la que se ve hoy no se sabe
con certeza a que año puede corresponder.
La pagoda
recibe el nombre de Sularata, que deriva del espíritu nat Sule (culto animista de espíritus nats que se mantuvo tras la implantación del budismo en el país, y que conoceremos en mayor profundidad en el monte Popa) , que vivió en este
lugar. Su estupa tiene 46 m de altura, su forma octogonal continúa hasta el
cuenco invertido y está rematada por el hti.
También como regla general hay una columna sobre la que se encuentra el pájaro hintha, un ave mitológica relacionada con la fundación de la ciudad de Bago.
Se mantiene el mismo
patrón de distribución que en casi todas las pagodas de Myanmar, que hay
excepciones; alrededor de la estupa central, llamada Kyaik Athok, que
en mon significa “la estupa donde está guardada una reliquia de cabello
sagrado” (parece un chiste la traducción de un nombre tan corto), hay otras estupas de menor tamaño, en las que hay estatuas de
Buda, y entre ellas, los puestos planetarios.
Estos
son los de los nacidos en viernes (cobaya, que parece un cerdito
descolorido) y en sábado (naga o serpiente, mucho más bonito sin lugar a discusión, aunque nacer en este día de la semana sea de mala suerte).
También hay campanas entre estupa y estupa, que hay que pedir y agradecer a base de sonidos.
Vemos
en directo el acto de poner láminas de pan de oro a las figuras de Buda
(que ya veremos las consecuencias de esta actividad si no se tiene medida, en Mahamuni Paya en Mandalay y en Phaung Daw Oo Paya en el lago Inle).
Cada puerta de acceso da a un santuario con estatuas de Buda, que llevan su halo iluminado de luces de neón.
También hay pequeños templos o santuarios en el círculo exterior, que por regla general alojan estatuas de Buda, pero en ocasiones también de espíritus nat.
Las bananas están listas para ser compradas y ofrendadas.
Somos testigos asombrados de cómo se suben las ofrendas o las láminas de oro para recubrir la estupa.
No todas las campanas están apoyadas en el suelo y son grandes, las hay más pequeñas y colgadas, que tintinean al menor contacto.
Creo que yo cambiaría el orden de visitas, porque pasar primero por la grande, magnífica y espectacular Shwedagon Paya hace desmerecer a esta pequeña pagoda, en lugar de más a menos, las visitas tendrían que ser de menos a más; aunque ya tendremos tiempo de ir viendo pagodas y más pagodas para ir comparándolas y hasta para hacer una clasificación.
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