El vuelo Yangón-Mandalay lo hemos hecho temprano, así que hemos tenido tiempo de llegar al hotel para acomodarnos algo y poco más,
hemos quedado con Myo a las 10 para comenzar a explorar la ciudad, cuyos monumentos están bastante diseminados por ella, aunque hay una zona donde se concentran varios. Por supuesto el coche es nuestro aliado para hacer el paseo.
Myo
ha decidido cambiar el orden de visitas del tour, que no nos parece mal mientras se respeten todos los puntos, y empezaremos por Mahamuni Paya, también
conocida como Arakan Paya, la pagoda de Arakan, dejando nuestras
chanclas en el coche y pagando 1.000 kyats por cámara, ya que la entrada humana la tenemos incluida.
Entramos por laa
puerta situada al este, que da a un pasillo en el que predominan
las tiendas de artesanías -las tallas de madera son preciosas, y si no
hubieran sido tan pesadas, alguna podría haber venido en la maleta (lo
del envío a domicilio en este caso no lo contemplamos, que hubiera sido lo más efectivo)-. También hay estatuas de Buda
doradas o de bronce, así como imágenes pintadas, pero sin lugar a dudas,
las tallas de madera, con esos paneles labrados son preciosos (y viendo
las fotografías me arrepiento más de no haberlo comprado, que otro problema hubiera sido donde colocarlo en casa).
Al fondo del pasillo, que se asemeja más a un pasillo de un centro comercial que al de una pagoda, el santuario principal, donde ahora también se anuncia con un panel luminoso tipo discoteca o restaurante.
De
las tiendas y las luces pasamos al esplendor dorado de la paya, este mundo de
contradicciones comerciales y espirituales es un punto al que no le
encontramos el equilibrio, pero somos simples occidentales. En el suelo
hay sentadas principalmente mujeres, y es que hasta aquí podemos pasar
las féminas, tenemos prohibido acercarnos a la imagen venerada del Buda
Mahamuni (en todas las religiones cuecen las mismas habas para las mujeres).
Los
hombres sí pueden acceder a la imagen, aunque me parece que no todos,
debe de haber algún tipo de restricción, permiso y orden de entrada -relacionado con "decorar" al Buda-, pero como no soy hombre
no me preocupe de entender el modus operandi, ni siquiera para tener
una buena fotografía.
La imagen fue traída
(robada o sustraída a la fuerza) de Mrauk U (estado de Rakhine o Arakan, de triste actualidad por la persecución de los rohingya y su expulsión al fronterizo Bangladesh)
en 1784, se llevó a Amarapura hasta que Mandalay pasó a ser la capital del país.
Se creía que databa del siglo I, aunque la población de Rakhine cree que
corresponde a una visita que realizó Buda en el 554 a.C. a la ciudad de
Dhanyawadi, que era la capital de Arakan; el rey, impresionado por las
enseñanzas de Buda ordenó erigir la imagen, de bronce, con una altura
de 4 m, portando una corona con incrustaciones de piedras preciosas.
Hay
algo que llama la atención en este Buda, y no solo su cara reluciente
dorada, su corona y las joyas que cuelgan de su pecho; son esas bolitas a
modo de picaduras de avispas en brazos y piernas. La razón es que a lo
largo de los años los fieles la han ido cubriendo con láminas de pan de
oro, afortunadamente han dejado libre el rostro, por lo que ahora el resto del cuerpo es una
masa deforme. A la locura desmedida de cubrir las imágenes llegaremos
más adelante en el viaje.
En un video se ve mejor la imagen y como se va deformando por el acumulamiento de láminas de oro.
Una fotografía de la imagen en 1901, cuando todavía tenía brazos y piernas.
El mismo caso de deformidad de imágenes de Buda por cubrirlas continuamente con láminas de oro lo encontraremos en Phaung Daw Oo Paya en el lago Inle.
Caminamos por los pasillos dorados que rodean el santuario que alberga la imagen, en los que hay hornacinas con pequeñas imágenes de Buda, donde lo dorado es predominante.
Caminamos por los pasillos dorados que rodean el santuario que alberga la imagen, en los que hay hornacinas con pequeñas imágenes de Buda, donde lo dorado es predominante.
La
pagoda original fue construida en 1784 por el rey Bodawpaya, que además
ordenó construir una calle de ladrillos desde su palacio hasta ella. En
1884 fue destruida por un incendio y fue reconstruida.
Paseamos
tranquilamente por el complejo de la pagoda, y cada vez me voy haciendo
más adepta al blanco (con sus hti dorados) en lugar de al resplandeciente dorado en su totalidad.
Hay otros templos con más imágenes en su interior, y decoraciones simpáticas en su exterior.
Los puestos planetarios están reunidos en un lugar, alrededor de una pequeña estupa y no alrededor de la estupa principal.
También hay diferentes campanas en el recinto -que no están exentas de los vándalos pintores-, y el gong,
fundido a mediados del siglo XVIII con un peso de más de 5.000 Kg. Me
gusta mucho la campana plana, elemento que utilizan para crear sonajeros colgantes
de viento para decoración -un souvenir que veréis por todas partes-.
Una pequeña torre
aloja en su parte superior un tambor, instrumento de llamada que no hemos visto en todas las
pagodas, no sé si por no existir o por no haberle encontrado nosotros - vamos, que no lo hemos buscado y no lo hemos visto-.
En un pabellón hay una colección de cuadros que cuenta la historia de la imagen, de su viaje desde Rakhine, y de la pagoda.
Vemos a un pintor está en pleno proceso creativo (o de restauración).
Antes
de salir de la pagoda le pregunto a Myo por unas imágenes que no hemos
visto, seis figuras jemer de bronce que fueron traídas junto a la imagen
de Buda desde Rakhine, la pena es que no se puede entrar en el pabellón
donde están y no las podemos ver con claridad. Se trata de tres leones,
dos figuras de Shiva y una de Airavata, el elefante de tres cabezas (en
Camboya los vimos en la Terraza de los Elefantes y en el templo Bayon y en Tailandia le llaman Erawan, que además era la montura del dios Indra).
La imagen
de Airavata tiene una historia de viajero incansable a su pesar, porque se trata de
una adquisición ilegal. Era venerada en el templo de Angkor Wat (¡las
vueltas de la historia!) en Camboya; fue llevada por los tailandeses
en 1431 a Ayuthaya; en 1564 el rey birmano Bayinnaung se la llevó a
Bago; en 1663 el rey Razagyi de Rakhine se la llevó a Mrauk U.
Finalmente el rey Bodawpaya se la llevó a Amarapura primero y luego a
Mandalay, tras la victoria sobre Rakhine en la batalla de Danyawaddy. La
leyenda cuenta que si se frota una parte de la figura se puede curar el dolor en esa parte del cuerpo (viendo el elefante, tiene
que haber mucho dolor de dientes en los países asiáticos por los que ha
pasado la imagen ya que sus colmillos lucen relucientes).
En las pagodas, bien dentro o
en los alrededores, suele haber unos cuencos (en los más modernos
hay depósitos) con agua, para que los peregrinos, fieles, mojes y visitantes
puedan refrescarse (los occidentales mejor evitar este agua de origen no fiable en términos saludables).
Para
salir le pido a Myo hacerlo por otra puerta, y así cotilleamos un poco
entre los puestos de venta, que no ya son de artesanías bonitas, son mucho más
mundanos y de souvernirs en general, con imanes clásicos, pegatinas, ropa, bolsos,
chanclas e infinidad de artículos.
Hemos
terminado la visita a la pagoda y su Buda deforme, con esos carteles
anunciadores más típicos de una sala de juego. En las calles junto a la pagoda
hay talleres y tiendas de artesanías, para aquellos interesados en las
compras.
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