De
norte a sur
Por la noche, después de
cenar, toca maleteo otra vez, mañana volamos a Melbourne, y la teoría es que
allí puede hacer frío, no como en Sydney que fue casi verano siendo final de invierno, esta ciudad se
encuentra más al sur y suele tener más precipitaciones, con lo que hay que
separar la ropa de verano de la de invierno…menudo trajín con la
vestimenta.
Melbourne se encuentra a
3.140 km de Darwin, la distancia más larga del viaje. Vuelvo a recordar aunque sea pesada con ello, que hay que tener en cuenta
que esto son distancias kilométricas en avión y casi en línea recta, que si se
viaja en coche hay que sumar cientos de km más.
Fuente: mapas.owje.com
Esta mañana no toca desayuno, nos recoge otro amable conductor australiano a las 5.15 h para tomar el vuelo de las 7.15 h y no nos apetece llevar la caja de desayuno con nosotros. El aeropuerto ya es un caos de gente, tanto en facturación como en la sala de espera de los vuelos domésticos, que los internacionales tienen otra sala y también se la ve llena. El aeropuerto de Darwin es bastante caótico, pequeño e incómodo para la cantidad de pasajeros que circulan por él.
Hoy volamos con Jetstar, una
compañía lowcost que nos sorprende
por el espacio entre asientos del Airbus A321 en el que viajamos. Como low cost que es la comida y la bebida son
de pago, hasta voy a echar de menos sentirme como un pavo, pero pagar por
sentirme como tal me parece tremendo, así que con el mal café del aeropuerto me
doy por satisfecha.
Durante el viaje el sol me
va dando de lleno por la ventanilla y aparte de incómodo no me deja ver el
paisaje desde arriba, así que con tristeza la cierro, si pido ventanilla es porque me encanta y distrae ver a través de ella, aunque de vez en cuando
hecho una ojeada, pero en este vuelo viajamos por encima de las nubes y no se ve
nada, esto no es tan increíble como lo fue Planeta Australia. Son 4 h 10 m de
vuelo y para distraerme me veo la película Australia,
todo el viaje recordando escenas y tramas que ya era hora de volver a ella,
pero no me da tiempo de terminarla.
Sobrevolamos el verdor de los alrededores de
Darwin.
Y llegamos a la urbe de
Melbourne.
En
Melbourne adelantamos media hora nuestros relojes, menudo descontrol con los
horarios, ya no recordamos cómo empezó todo. Nos espera el conductor más
agradable de todo el viaje, y los demás aparte de Tim, lo han sido, pero este
melbournés que vivió en Alemania se lleva nuestro gran recuerdo, y si
tuviéramos una bola de cristal hasta lo hubiéramos contratado de guía para los
tres días de Melbourne, que normalmente en ciudades nunca los consideramos necesarios. Según
nos lleva al hotel nos va enseñando la ciudad, los monumentos, y sobre todo
practicamos este mal inglés que nos va dando tantos problemas en el viaje y que
de repente, tal y como ocurrió con la señora de Melbourne también en el Bowali Visitor Centre parece que es más fluido, y es que no hay nada como estar relajado y en
buena compañía que se esfuerza para que todo vaya bien.
Llegamos
al hotel sobre las 13.15 h y volvemos a tener suerte, podemos disponer de la
habitación ya que la hora de entrada es a las 15 h, con lo que nos damos una
ducha para desentumecer el cuerpo del madrugón y desperezarle para tener
nuestra toma de contacto con la ciudad.
Antes de desgranar la bonita ciudad de Melbourne haremos una excursión que es casi
ineludible en sus alrededores, que nosotros hicimos al día siguiente de nuestra llegada y luego nos damos uno de esos paseos agotadores
por la ciudad para rematar este viaje, para mantener un orden.
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