En
Sydney hay que navegar
Desde Bondi Beach el autobús
nos lleva a Darling Harbour, una zona de ocio recuperada de los antiguos
muelles donde vamos a subir a un barco turístico para navegar por la bahía.
El puerto de Sydney, Port
Jackson, fue llamado así en honor a un secretario del almirantazgo británico, y
es el valle hundido de un río que se fue transformando a lo largo de millones
de años. Realmente la bahía no es una sola bahía, como ya habéis ir podido
viendo, es una sucesión de bahías.
Lo primero que hacemos es ir
al buffet, no sólo hay que darle gusto a los ojos, el estómago también necesita
lo suyo. En el crucero está incluida la comida, que resulta buena, con gran variedad para
elegir. De nuevo tomamos cervezas, que siguen siendo un acierto.
Salimos a disfrutar de la
navegación cuando hemos pasado Harbour Bridge por debajo y entramos en las
aguas de Sydney Cove, con la visión de la terminal de cruceros y el skyline
financiero y de hoteles.
Comienza de nuevo el
festival visual de la Sydney Opera House, un referente a diario, pero ya no desde el
punto terrestre, ahora es marítimo, lo que ofrece percepciones diferentes.
Ahora son tortugas
amontonadas (no vayáis a ser mal pensados).
¡No!, son naves espaciales.
No importa lo que parezca (ahora cascos de armaduras o como comentó un amigo, cascos de ciclistas),
es realmente espectacular y única.
Se ve los bonitos Royal Botanic Gardens,
así tenéis una idea mejor de su espléndida situación.
Vemos nuestro primer canguro
en Australia…en unos barcos de la Marina Australiana (sin contar el de la
compañía aérea Qantas claro).
Se estima que más de 70 km
de orilla del puerto se han perdido como consecuencia de los grandes proyectos
de reclamación de terreno al mar que se produjeron en 1840. El hecho de que de
las 13 islas que existían cuando llegó la First Fleet en 1788 sólo queden ocho
es una señal de la transformación geográfica que se ha realizado.
Una de estas islas es Fort
Denisson (visitable), que era un fuerte donde enviaban a los reclusos que se
portaban mal (rematadamente mal porque no me los imagino precisamente buenos).
Los tiburones y las corrientes de la bahía eran los mejores carceleros. La
pequeña isla donde se encuentra fue llamada Rock Island y se apodó Pinchgut (estómago vacío), seguramente a
causa de los pocos alimentos que les entregaban a los presos. En 1796, Francis
Morgan, acusado de asesinato, fue ahorcado en la isla y su cuerpo quedó
abandonado a su suerte, pudriéndose durante tres años para escarmiento de los
demás recursos (la cosa no tenía que ser una bonita visión y el olor tremendo).
La torre Martello del fuerte fue
construida entre 1855 y 1857 para defender Sydney contra un posible ataque de
buques de guerra rusos durante la guerra de Crimea. Más tarde le cambiaron el
nombre a Denisson por el entonces gobernador de Nueva Gales del Sur. En la
torre hay tres cañones de ocho pulgadas, que no pueden ser retirados sin
desmontar las piedras sobre los que se encuentran. A la una de la tarde
disparan salvas para ayudar a los marineros a fijar los
cronómetros de sus barcos; pero ninguno de los que estábamos allí este día
escuchamos los cañonazos, como sí lo habíamos oído nosotros desde el
Observatorio.
La torre sufrió daños en
mayo de 1942 cuando un submarino japonés entró en el puerto, traspasando las
redes antisubmarinas, siendo disparado por el USS Chicago, y una salva
secundaria la golpeó.
Mientras una competición muy
especial se desarrolla ante nuestros ojos, juego de velas.
Al frente la inmensa, azul y
maravillosa bahía.
Un pequeño faro se encuentra
cerca de la inquietante de nombre Shark Island, dentro de Rose Bay. El nombre
no lo recibe en vano ya que la cercana Shark Bay en Vaucluse está
repleta de tiburones, aunque curiosamente leo que Shark Beach es una playa
familiar.
Harbour Bridge parece sostenerse
sobre tierra firme y no sobre el agua.
En la bahía también hay jet
boats (barcas rápidas de diversión y no solo de navegación) como en Nueva Zelanda,
pero creo que por esta preciosa bahía mejor una navegación calma que con
adrenalina, además en Nueva Zelanda los paisajes parecían incitar a ello, pero es una actividad más de las que se pueden realizar.
Vamos hacia el Harbour Bridge de
nuevo y ahora sí vemos cómo pasamos bajo él.
Hacia delante tenemos la
visión del ANZAC Bridge, en estilo algo Calatrava. Es el puente más largo en Australia
con 800 m, que quizás queda ensombrecido por el pulmón de hierro.
Divisamos un edificio
conocido, el Sydney Observatory.
En el camino de regreso de
nuestro viaje tenemos la oportunidad de bajarnos en Circular Quay, cosa que
hacemos, o en Darling Harbour, que de momento sigue siendo territorio
inexplorado. Con una de las parejas nos dirigimos al Jardín Botánico para
terminar su visita en el Tropical Garden. Ellos también se quedan con la boca
abierta con la invasión de los zorros voladores, y no se debería por si acaso con estos okupas vampiros.En lugar de ir por el Writer's Walk subimos a un ascensor desde el que disfrutamos nuevas vistas, y por un
camino algo más corto llegamos a los Royal Botanic Gardens.
En la bahía hay muchas compañías y ferries que realizan paseos, pero una buena alternativa pueden ser los barcos hop-on hop-off, para subir y bajar en diferentes lugares, como los que ofrecen Captain Cook, pero ni los recomendamos ni dejamos de hacerlo porque no los probamos, solo cogimos la información y nos pareció una alternativa interesante.
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