¡Vamos a la playa!
Hoy comienza el tour propiamente dicho, y conoceremos a nuestros compañeros para los próximos ocho días,seremos un grupo pequeño de ocho personas, dos de ellos una pareja italiana.
Comenzamos por el paseo marítimo de los Royal Botanic Gardens por el que paseamos anoche, pero ahora las cosas no son a nuestro ritmo, son al ritmo de Alda, a mí cada vez me cuesta más esto del tour, aunque sigo entendiendo la facilidad que proporcionan, y más el tener un guía en español (aunque muchas de las veces no hay nada nuevo que no esté ya escrito) que te puede ayudar ante cualquier problema o necesidad.
Ya tenéis la visión nocturna de la Sydney Opera House y el Harbour Bridge, ahora tenéis la diurna; la misma pero diferente.
Este es el parte del camino que anoche hicimos a oscuras, dan ganas de hacerlo con claridad, y es que este jardín incita a pasear, a leer, a oler, a sentir, a reír...a vivir.
En lugar de caminar volvemos al autobús, uno de los grandes y no minibús como podría suponerse, para atravesar la ciudad, saliendo al barrio de marcha (y otras cosas, bueno, pues también son cosas de marcha) de King Cross, donde es imposible captar una buena foto de sus detalles para salir al barrio de nivel de Potts Point y a la bahía de Rushcutters, de más alto nivel todavía, donde vivía Nicole Kidman. La gente vive cara al mar y disfruta del mar, como debe ser.
Saliendo de la bahía hacemos una primera parada para contemplar una buena panorámica, cosa que hacemos al lado de un colegio que triste y recientemente ha sido famoso por casos de pederastia.
Hagamos un zoom sobre el skyline.
En esta foto se distingue sobre todo una torre, muy alta ella, pero esto será otro capítulo.
Entramos en el barrio de Vaucluse, al que me hubiera gustado ir por nuestra cuenta pero no tuvimos tiempo suficiente. En él se encuentra la Vaucluse House, la última finca que queda del siglo XIX, que es visitable, y sobre todo la Stickland House, donde se realizó parte del rodaje de la película Australia, la casa donde Drover deja su aspecto de vaquero para aparecer con un smoking (un dato para los cinéfilos y principalmente para nosotras).
Rodeamos el South Head y hacemos la parada en The Gap, que fue un puesto de observación en lo alto del acantilado (pero no vemos el faro) y que es muy utilizado para los suicidios, con lo que en el lugar hay un teléfono de la esperanza
También se encuentra el ancla del navío Dunbar, que naufragó aquí en 1857, habiendo solo un superviviente de los 122 pasajeros y tripulantes que navegaban en él.
Con un paisaje tan bonito y calmo ¿quién puede venir aquí en acabar con su vida?, si lo que ofrece es tranquilidad a los ojos y al alma, aunque claro si se llega en un día de mar bravo lleno de desesperanza las sensaciones pueden ser las contrarias. Al fondo se divisa North Head.
Estamos haciendo el recorrido del autobús City Sightseeing, un autobús hop on hop off, un sube y baja vamos, que ha cambiado el recorrido del antiguo autobús Bondi Explorer, a peor para mi gusto, con el que existía la posiblidad de realizar un recorrido caminando entre playas para luego volver a subir a él.
Bordeamos Vaucluse por el lado que da al Océano Pacífico para llegar a la mítica Bondi Beach, con una playa de 1 km de largo, cuyo nombre aborigen, boondi, significa “el ruido de las aguas cayendo”.
Ya que estamos aquí, que el tiempo nos acompaña favorablemente, no podemos dejar la oportunidad de entrar en el agua, y porque no llevábamos el bañador, que sino hasta me pego un rápido chapuzón. El agua fresquita la verdad, pero con voluntad se hubiera podido, como hacían algunos de los que estaban en la playa.
Bondi tuvo su época de esplendor en las décadas de 1920 y 1930, años de los que todavía se mantienen en pie construcciones algo art déco, y sobre todo el Bondi Pavilion de 1928, donde se encontraban las cabinas para cambiarse, y que ahora alojan tiendas (con camisetas carísimas de Bondi) y cafeterías.
En su interior gente variopinta y un patio interior donde destaca una escultura realizada con botellas de plástico (más parece una "oda" al reciclaje). También hay unas bonitas fotos de antaño, cuando por las fotos parece que en este patio había una piscina.
Si hay algo de esta playa que se conoce internacionalmente son sus famosos socorristas, de los que vimos la garita pero a ninguno de ellos.
En el Bondi Pavilion también se encuentra el primer club de socorrismo en tabla de surf que se creó en 1906.
Ante el edificio hay una estatua en bronce de un socorrista. El club se creó por el alarmante número de ahogados debido a la existencia de fuertes corrientes, para intentar evitarlas hay que nadar entre las banderas amarillas y rojas (en la foto de la playa se puede ver una de ellas).
La Navidad había sido un clásico de celebrar en la playa, pero el gentío y las borracheras que se cogían los asistentes lo echaron a perder, y ahora parece que el consumo de alcohol está prohibido para intentar que las cosas vuelvan a ser como deben ser, y además así dejaban de recoger borrachos medio ahogados los socorristas.
Abandonamos Bondi Beach viendo desde el autobús un nutrido número de surfistas, a pesar de que esta playa no es de las mejores para esta actividad, en contra de lo que yo creía.
Volvemos al centro de Sydney pasando por el bonito y bohemio barrio de Paddington, donde en algunas de sus calles hay casas victorianas con los balcones de forja, pero desde el autobús no conseguimos ni una sola foto buena.
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