Desde Snake Monastery atravesamos la ciudad de Bago vamos viendo escenas cotidianas y también nos fijamos en la pluralidad religiosa, con templos hindúes o mezquitas musulmanas, aunque ambos tienen verjas cerradas, que no sé si corresponden a horarios o a que ya están en uso.
La última visita es Kyaik Pun Paya, pagoda
construida en 1476 por el rey mon Dhammazedi.
Si ya hemos visto cuatro budas de pie espalda contra espalda en Mittaya Ananda Pagoda, ahora los vemos sentados.
Cada
imagen de Buda es diferente, ya que representan a los cuatro budas que
han alcanzando el nirvana: Kassapa, Kakusandha, Konagamana y Gautama.
Alrededor están los puestos planetarios, así que aprovechamos para despedirnos de nuestros correspondientes animales.
También hay pabellones con santuarios y más imágenes de Buda, así como guardianes en su exterior.
El
pájaro hintha (ligado a la fundación de la ciudad) sobre el poste también nos resulta curioso, ya que parece más
una decorativa cesta de huevos que una estatua, al no ser una estructura maciza.
Con
esta visita hemos terminado nuestro paso por Bago y emprendemos el
camino de vuelta a Yangón, a la que entramos tras unas dos horas de
viaje. Myo nos entrega nuestros últimos regalos, unas camisetas con el
alfabeto birmano, una pequeña libreta en la que ha anotado los lugares
visitados (gran detalle para los que no apuntan o para los que nos
flojee la memoria), reflejando en ellos lo más importante; y ahora
entendemos la razón de hacernos una fotografía cuando llegamos, nos la
regalan con unas palabras de despedida. La organización, la atención y
los detalles de Myanmar Adventures (nuestro guía Myo en su nombre) ha
sido de 10, sobresaliente en todo.
Una bonita frase que nos escriben y que adopto: No se encuentra la belleza en los colores o las formas, sino en el ojo que las admira.
Una bonita frase que nos escriben y que adopto: No se encuentra la belleza en los colores o las formas, sino en el ojo que las admira.
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