Palya
Uluru! (¡Hola/Adiós Uluru!)
Última mañana en el Parque Nacional de Uluru-Kata Tjuta, a primera hora de la mañana hemos disfrutado del amanecer y
esta es la única actividad prevista hasta que nos lleven al aeropuerto para tomar
una avión a las ¡¡14.35 h!!
Se puede optar por subir al
Uluru, siempre mejor al amanecer que no cae el sol a plomo, aunque sea
invierno, y con esto se van tres horas, pero ni todo el mundo quiere hacerlo,
ya sean por razones físicas que se lo impidan, porque no les interese lo más
mínimo o porque como nosotros, respetamos los deseos de los anangu.
Muy mal por la organización
del tour, no te pueden dejar tirado una
mañana completa en la más absoluta nada, que es lo que hay en este complejo de
hoteles, vale que hay piscina y que a muchos les gustará el relax, pero no a
todos, y por lo menos actividades alternativas deberían ofrecer.
En un principio nosotros habíamos
pensado dar la vuelta completa al Uluru, a nosotros nos
gusta caminar y disfrutamos haciéndolo como se va viendo en nuestros viajes,
pero dado que los sitios más importantes del monolito (quizás no los más importantes pero sí los más turísticos) ya los hemos visto, decidimos
un cambio de última hora, que afortunadamente nuestra guía nos propuso, un vuelo en
helicóptero sobre el Uluru y las Kata Tjuta. No es una actividad barata como lo sería el caminar pero nos daría otra visión de este impresionante paisaje.
En el intervalo de tiempo entre dejarnos después
del amanecer y la recogida de nuevo en el hotel terminamos de cerrar las
maletas y las dejamos perdidas en el desierto, a las puertas de la habitación,
para que las recojan y guarden hasta que nos vayamos hacia el aeropuerto.
Hago un inciso, preparando la
guía de viaje para esta mañana mi idea era ir a Watarrka National Park o Kings
Canyon, pero la distancia, 400 km y el vuelo a las 14 h no lo hacían posible,
al menos eso fue la contestación que tuvo mi agente de viajes, pero en el
helicóptero había un folleto donde detallaban todos los vuelos posibles y cual
fue mi sorpresa cuando allí estaba: vuelo a Kings Canyon, realizar una pequeña
ruta y vuelta a Yulara, todo ello en tres horas y media, completamente factible
para esta mañana de libertad. Muy mal por el tour operador que no aconsejo a mi
agente sobre todas las posibilidades, la respuesta fue que era imposible por
carretera, y muy mal por mí por no haberlas visto por internet, cada vez tendré
más flancos que cubrir a la hora de programar un viaje (imposible plantear ir en coche puesto que yo no tengo carnet de conducir si lo hacemos solo en pareja). Cierto que este tipo de
excursiones tienen un coste, pero esa decisión sería nuestra, ellos sólo
tendrían que cobrar. Todos los vuelos y sus precios los encontráis en la página de la compañía que nos llevó a nosotros, Professional Helicopter Services.
Llegados al helipuerto del aeropuerto
me llaman la atención las escaleras de subida a los aviones o más bien para
avionetas de Qantas.
No estaría mal volar en esta
bonita avioneta, más parece un pájaro grande.
Pero no, nuestro transporte
es de color amarillo limón.
Ya estamos preparados para
volar, con los cascos grandes en las orejas por los que no escuchamos casi nada
de lo que nos cuenta el piloto en inglés, a los que sí escuchamos es a la
pareja de italianos que hacen el vuelo con nosotros, muy italianos ellos.
El vuelo fue espectacular sobre
el desierto rojo con mucho verde, y las montañas, Uluru y Kata Tjuta desde
otra perspectiva.
Mi gozo en un pozo, hasta el
momento ni un canguro en la tierra de los canguros, tan solo los hemos conseguido ver en los zoológicos, Sydney Wildlife World y Sydney Taronga Park Zoo,
y no precisamente activos. Pensé que desde arriba podríamos divisar grupos de
ellos corriendo o reunidos o lo que sea, pero ni uno solo, y eso que en el país
hay ¡cincuenta millones!, el doble de habitantes humanos. ¿Dónde se esconden?,
pregunté al piloto y la respuesta es que salen al anochecer, cuando no hace
calor, y que por el día no se les ve ni la cola.
Este es nuestro piloto, que
era chico para todo: conductor de la minivan, informador, piloto, cobrador…y alto, muy alto, aunque yo no valga precisamente de referencia.
Tras el vuelo vuelta al
hotel a terminar de pasar la mañana, más compras (estoy desatada), y también
comemos, en principio no nos darán comida en el avión y no es cuestión de
llegar medio muertos de hambre a nuestro próximo destino.
No, no es que nos comiéramos
las flores, es que el fotógrafo pasó parte de este tiempo de espera disfrutando de la flora en el complejo de hoteles.
En la ya mencionada película Priscilla,
reina del desierto se narra el viaje de dos gays y un transexual desde Sydney a
Alice Springs, atravesando este vasto y rojo desierto.
Sería muy interesante
poder hacer el viaje completo, del este al centro, sobre ruedas, el
cambio de paisaje debe ser espectacular, aunque largo si se quiere
disfrutar de lo que se ve y lo que se puede ver, con lo que cuando no se
tienen todos los días necesarios la mejor alternativa es el avión.
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