Un
nuevo amanecer
Tras la noche y su cena del silencio llega el
amanecer y como ya viene siendo costumbre no es un acto en soledad sino en
completa multitud, hordas de autobuses cargados de turistas toman la zona
por todos lados, algunos de ellos cargados de cajas de desayuno ya que no han
tenido tiempo de hacerlo en sus hoteles al tener la cita con los tour tan temprano.
Seguiremos con música de sonido aborigen con mezcla.
Se trata de ver por un lado
como el Uluru amanece, afortunadamente con unas tazas de café o té que nos suministra nuestro conductor
de autobús con las que entramos en calor ante el frío de la mañana.
Y por otro las Kata Tjuta
detrás de él, que empiezan nebulosas y poco a poco comienzan a dar la cara o en este caso, la
cabeza.
Por detrás de nosotros el
amanecer propiamente dicho. Hay varios miradores a diferentes alturas y también
hay senderos para acercarse un poco más al Uluru, nosotros paseamos por todo lo
posible.
Dejemos a las piedras hablar
sobre su despertar, con una secuencia al revés del atardecer, pasamos del
marrón oscuro al rojo.
Con toda seguridad los
lugares estudiados para ver el amanecer y el atardecer sobre las rocas son los mejores,
incluso serían los elegidos (con tanta gente dudo que sean los actuales) por
los aborígenes, pero habría que intentar buscar otros ángulos para tener una
caída o un alzamiento del sol detrás de las rocas, para esto se necesitarían
varios días y sobre todo un transporte particular, para hacer aquello que se
quiera en cada momento y hasta donde se pueda entrar y estacionar.
En los mapas de las rutas de Uluru y Kata Tjuta se ven los puntos para contemplar la salida y la puesta de sol.
Merece la pena el madrugón y
si es necesario postergar o saltarse el desayuno para disfrutar de este momento
lleno de magia y de luz.
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