Silencio musical
La cena que incluye el tour se
llama la Cena del Silencio, y se realiza al aire libre en el desierto, bajo el
manto estrellado del cielo. De nuevo todo comienza con unas copas de vino
espumoso, cervezas o refrescos, lo normal las dos primeras bebidas, con lo que
precisamente Silencio no es lo que obtiene ni se puede obtener.
Hoy en lugar de atardecer en las piedras, el propio atardecer, que sin dudas también merece la pena
disfrutar.
Tras las copas y la caída
del atardecer pasamos a las mesas, ya dispuestas como si fuera una celebración
de boda en el desierto.
El primer plato es una crema
de calabaza.
El segundo es un buffet de
carne, más emú, más cocodrilo, más ensaladas…las carnes estaban mejor que en la
autobarbacoa del hotel, más sabrosas y mejor hechas que por nosotros, pero no
se hizo ni una sola foto, el buffet no era especialmente bonito.
Como no hay foto de la cena
en su lugar una del fuego que no sé si tenía alguna utilidad o sencillamente
era un elemento más del decorado o brasas para la barbacoa.
A mitad de la cena, para
algunos ya terminada por completo, un australiano con pinta de vaquero, largo
como él solo, la ameniza con un didgeridoo, un instrumento aborigen hecho con
un tronco de árbol, normalmente estos troncos han sido vaciados por las
termitas y los aborígenes solo los adecentaban, decorándolos con pinturas en
ocasiones. Impresionante la música e impresionante el vaquero haciéndolo sonar.
Aunque sea poco escuchemos algo del sonido que milagrosamente parecía sacar del palo de madera.
Terminada la cena llega el
Silencio, sale un orador astrónomo para enseñarnos el cielo australiano, sus
constelaciones y principalmente la Cruz del Sur, con un puntero va señalando y con una
voz melodiosa, grave pero suave y bien modulada, va contando el cielo y sus
historias, de las que desgraciadamente no pillamos casi nada y eso que le
pusimos mucho interés, una pena que no entreguen audioguías en diferentes
idiomas para disfrutar más de este momento, que se puede hacer cansino al no
entenderlo. Yo me perdí, cuando parecía que quería pillar alguna de las
constelaciones ya pasaba a la siguiente, con lo que tenía un batiburrillo de
estrellas.
Tras las explicaciones nos
deja acercarnos a un telescopio para ver la Luna y Saturno, del que
afortunadamente si soy capaz de verle algún anillo sin mucho esfuerzo ni
imaginación.
Se termina la cena, que
personalmente creo que se le puede sacar más partido en general, como cena y
como espectáculo, porque el momento y el lugar se lo merecen y nos llevan de
vuelta al hotel, hay que descansar que mañana toca un buen madrugón para ver el
amanecer en Uluru y Kata Tjuta.
Terminemos la cena con
música completa de aborígenes.
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