Comida
en el fin del mundo
En nuestro paseo por Galicia hoy hemos llegado al fin
del mundo, Finisterre o Fisterra, pero lo primero es la alimentación, que hemos
hecho una reserva en el restaurante Ó'Fragón siguiendo la recomendación de un
amigo. Llegar a él no tiene un fácil acceso, aunque tampoco es de una dificultad extrema, se
sigue el cartel y cuando ya no se ven más, la intuición te acaba llevando a la
localidad de San Martiño de Arriba, donde está situado.
Las vistas son
estupendas por lo que es mejor ir para comer que para cenar, y así poder
disfrutar de ellas.
La sala de comedor es
amplia, muy luminosa por los grandes ventanales -y por el fantástico sol que nos acompaña-, y sobre todo no tiene demasiadas
mesas, hay espacio. Además es día entre semana y la ocupación no es total, con
lo que el ambiente en general es tranquilo y relajado (tanto en cocina como por
los comensales que hemos venido).
El pan es blanco o de
semillas y mantiene la tónica de los restaurantes gallegos en los que estamos comiendo en este viaje, está riquísimo.
Elegimos el menú
degustación, y como yo no conduzco opto también por el maridaje, ya que no es un menú
excesivamente largo y no creo que salga muy perjudicada.
Comenzamos con unos
aperitivos o petiscos: mejillones en escabeche y mantequilla de algas (en
Galicia el mar siempre se presenta en la mesa).
Para acompañar el aperitivo, una
cerveza 1906 Reserva Especial, de Estrella Galicia, ¡qué bien sienta esta cerveza fresquita!, aunque se trate de los mejillones que no
están en mi dieta pero no me disgustan en esta ocasión.
Crema de puerro,
patatas, maíz y huevas de erizo. Caliente y muy rica de sabor, aunque
afortunadamente no destaca el del erizo como nos temíamos, tiene un toque marino, pero no
predominante. Acompaña un Ribeiras de Armea 2016, vino blanco de Betanzos,
elaborado con la uva más antigua de Galicia, una branco lexitimo (me gusta la
recuperación y la conservación de productos autóctonos que nos vamos
encontrando en España).
Arroz cremoso con
navajas y rape blanco. Un guiso como su nombre indica cremoso, como un risotto
ligero, con muy buen fondo. Acompaña un Toralla 2016, de las Rías Baixas, elaborado con uva branco
y uva albariño.
Abadejo en nuestra
caldeirada. El pescado está hecho al vapor, y lo encontramos un poco pasado de
punto, ya que el abadejo se seca si ocurre esto, y la salsa a pesar de su color
del pimentón, no tenía la fuerza necesaria. Todo es cuestión de gustos, nada
más, estaba rico. Le acompaña un El Patito Feo 2016, Ribeiro elaborado con uva treixadura, y
nos cuentan que el pimentón no se lleva nada bien con los vinos blancos pero
parece que este tiene un punto especial. A pesar de su simpático nombre, no nos termina de
convencer el patito, que lleva precisamente su nombre porque hay que conocerle
más para acabar descubriendo el cisne que lleva dentro, pero con una copa no
llegamos a su interior verdadero.
Solomillo de ternera
poco hecho; supongo que lo anuncian así por si alguien quiere cambiar el punto,
y aún así, pasó como con el abadejo, llegó demasiado hecho. Le acompaña un
Abeledos 2015, tinto de Monterrei elaborado con uvas mencía, caiño y arauxa.
Un solo postre, que
ya nos estábamos mal acostumbrados a tener dos, chocolate y tofe, que resultó
estar maravilloso, y es que a veces lo más simple es lo que mejor sabe. Le
acompaña un Porto Noval LBV 2010, que está rico, y que además unos amigos
portugueses dicen que es uno bueno.
Un café y un té para
terminar, y por supuesto pagar la cuenta.
La relación
precio-calidad es estupenda, y la comida ha sido muy buena, a pesar de esos
pequeños “peros” que he escrito, que es que viniendo de dos restaurantes
espectaculares (Alborada y A Tafona) las diferencias saltan enseguida -que no las comparaciones, cada uno en su lugar-. Tenemos claro que sería un lugar al que volveríamos sin lugar a dudas. Los vinos también han
tenido sus altibajos, pero siempre es interesante conocer lo que se produce, y
el vino gallego está teniendo un gran despegue, que en este viaje y en los
restaurantes hemos podido probar. Insisto en que la relación precio-calidad, incluyendo el
maridaje, es más que notable.
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