To shop or no to shop
Dese el cruce de Collins St con Swanston St giramos a la derecha por
esta última para a continuación girar a
la izquierda por Little Collins St, una calle estrecha pero muy comercial,
donde comenzamos a descubrir el placer del shopping y de utilizar cualquier
espacio para ello, así como disfrutar de una comida o de un café o de una copa.
Este es un pequeño callejón transversal que se ha cubierto.
Más adelante se sitúa la
Royal Arcade, construida en 1869 siguiendo el diseño de Charles Webb, que es la
galería comercial más antigua de la ciudad.
La galería original se
extiende entre Little Collins St y Bourke St Mall, añadiéndose en 1904 un anexo
con entrada por Elizabeth St.
No hay duda que estos
australianos haciendo arcades son únicos, a cada cual con más carácter y más
bonita; y recordamos las coquetas Queen Victoria Building y Strand Arcade de Sydney.
El pasillo anterior pero desde el otro lado.
Según entramos a la
izquierda hay un café-restaurante, del que sale un muy buen olor a café, pero
casi son las cuatro de la tarde y lo primero que hacemos es comer algo, que nos
sorprende por su calidad y sabor y eso que solo eran dos bocadillos calientes
al estilo italiano.
Nada más pasar la entrada,
en su interior hay dos estatuas de los míticos gigantes Gog y Magog, realizadas
en 1892 en madera de pino, que representan el conflicto entre los antiguos
bretones y los troyanos invasores, que son una copia de los que se encuentran
en el Guidhall de Londres (no lo conocemos para establecer la comparación
oportuna) que datan de 1708. Entre las estatuas se halla el Gaunt’s Clock, obra
de un antiguo inquilino de la galería, Thomas Gaunt.
Gog y Magog según la
mitología eran dos gigantes que fueron capturados por los troyanos en una
batalla y fueron obligados a servir de porteros de un palacio que se localizaba
donde ahora se levanta el Guidhall.
Tras pasear por la galería y
curiosear sus tiendas volvemos a salir a Little Collins St, enfrente de la
Royal Arcade vemos un edificio cuya fachada se encuentra en mal estado, más
descolorida que a punto de caer, pero en el que se podría realizar una película
de terror, El caserón de Miss Little Collins.
A su izquierda otro pequeño
callejón, en esta ocasión con un rótulo que anuncia lo que es y donde va, la
Block Arcade, que recibe su nombre del paseo que solían dar los elegantes de
Melbourne a finales del siglo XIX, Doing
the block significaba dar la vuelta a la manzana, que consistía en caminar
por Collins St, entre Elizabeth St y Swanston St.
Esta galería fue construida
en la época de la fiebre del oro, entre 1891 y 1893, con un diseño similar a
las Galleria Vittorio de Milán, diseño en el que también se basó el Pasaje Ferstel de Viena, pero que yo creo que cada una tiene su propia personalidad y
estilo, algún parecido lejano pero no son copias. En su interior destacan los
suelos de mosaico, el techo abovedado y acristalado y los trabajos de escayola.
En Block Arcade, como ocurre
en Royal Arcade, aparte del pasillo central hay pasillos laterales con tiendas,
y en este caso los callejones que la rodean también han sido convertidos en acogedores y
alegres lugares de ocio.
Hay tiendas clásicas, como
una sastrería de caballeros, que exhibe en su escaparate la chaqueta ideal para una tarde de crucero o de cocktail.
También hay una tienda de chocolates, ya conocidos
por nuestros ojos y por nuestros paladares en Sydney.
Hay un pub con el viejo
estilo inglés, que para llegar a él hay que entrar por un callejón iluminado
pero desangelado, bajar unas escaleras, abrir la puerta y descubrirle, The Charles Dickens Tavern.
Pero si hay un local que sea
precioso, agradable, coqueto, tan british como vienés, y al que dan ganas de
entrar, pero desgraciadamente no podemos porque está lleno es el Hopetoun Tea Rooms, que data de la época
victoriana de Melbourne.
Con su llamativo escaparate
de tartas, donde no hay persona que no se pare a relamerse.
Frente a la puerta que sale
a Elizabeth St de nuevo nos encontramos con bonitos edificios, y es que en
Melbourne mires a donde mires encuentras uno, ya sea grande, ya sea pequeño, ya
sea con colorido o sin él…es increíblemente hermosa y variada
arquitectónicamente esta ciudad, y esta no es su mejor representación pero es
una más de ella.
Caminamos por Elizabeth St
hasta su cruce con Collins St, donde de nuevo hay una escultura, en este caso es
una niña pero no encontramos placa de autor y título. La suerte es que ha
dejado de llover fuerte.
En la esquina también hay
una fotografía antigua, contando lo que era doing
the block.
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