Un viaje sobre las copas de los árboles
Hemos venido a Kuranda en
tren, y podríamos volver a Cairns en el mismo medio de transporte, que estaría
bien por aquello de intentar ir en el lado contrario a la ida y rematar los
lugares y las vistas que nos hemos perdido, pero hay una alternativa, que es la
que tomaremos, el Skyrail Rainforest Cableway, cuya estación en Kuranda se ha construido imitando el estilo
Federación de la estación de tren.
El funicular se tardó en
construir un año, terminándose en 1995, haciendo un recorrido de 7,5 km de/hasta
Cairns en una hora y media, pero no, no hay que asustarse, no hay que ir
empujando la cabina, no es por la velocidad, que es lenta para disfrutar del
paisaje, por lo que se tarda tanto, es porque hay dos paradas intermedias en
las que se puede bajar si se desea.
Todas las torres del funicular, treinta y tres en total,
fueron colocadas utilizando un helicóptero para evitar la alteración de la
selva tropical, y la más alta mide 40,5 m. Es uno de los funiculares más grandes
del mundo y desde luego es impresionante la labor que se ha realizado.
Comienza el viaje
sobrevolando el río Barron, donde viven cocodrilos de agua dulce, pero desde
altura es imposible ver alguno, ya sería suerte y buena vista.
Hacia atrás dejamos Kuranda.
Debajo de la cabina la grandiosa y verde selva tropical.
La primera parada es la
estación de Barron Falls, donde hay habilitado un camino de pasarelas para
pasear por el rainforest.
Donde puede aparecer la
fauna local, afortunadamente solo pájaros, pero tan inquietos que es difícil
conseguir una buena nota del “pavo”.
El nombre de la estación,
Barron Falls, ya lo dice todo, desde un mirador se pueden contemplar las Barron
Falls.
También se puede ver el tren
parado para que sus pasajeros admiren la cascada.
Volvemos al funicular para
continuar el viaje, subiendo al ritmo de la montaña y los árboles por los que
va pasando; entre las torres 18 a 25 es cuando nos acercamos más a las copas de
los árboles. Desde arriba se pueden ver nuevamente las Barron Falls y la zona
donde para el tren, da la sensación de ser un diorama y no la realidad. Es
impresionante contemplar el paisaje y el tendido de este funicular.
De repente vemos helechos
sobresalir con un color verde más claro entre el resto de los árboles, los
hemos visto altos en Nueva Zelanda y aquí en Australia, pero ¿tan altos?, estos helechos son como
gigantes, más adelante descubriremos su secreto, aunque ya lo descubrimos en
Mamu.
La siguiente y última parada
es la de Red Peak, en lo alto de la montaña con este nombre, siendo el punto
más alto del funicular, a 545 m de altura, donde nuevamente hay pasarelas para
disfrutar del paisaje.
Nos encontramos con un viejo
conocido nuestro, al que conocimos muy bien en Nueva Zelanda, el grandioso pino
kauri, que viéndolo en esta foto me recuerda a los molinos de Don Quijote, ¿tendré yo también como manchega mi punto de locura?
El secreto de los helechos a
tanta altura es que son plantas epifitas, de las que crecen sobre otros árboles
sin hacerles daño, como las que vimos en Mamu. Los helechos pueden ser de
diferentes clases: de cuerno de alce, de cuerno de ciervo, o de nido de ave.
El paisaje impresiona por su
inmensidad, es completamente verde y produce mucha paz, además no somos
demasiados los turistas que pululamos por las pasarelas, y los que lo hacemos
estamos bastante en silencio, supongo que algo sobrecogidos.
Lo que también impresiona (quizás mejor el verbo alucinar) en
este recorrido es la existencia de toilets en las paradas que realiza el
funicular. En esta, como ya he comentado, ¡¡estamos en un bosque a 545 m!!. Por
supuesto son de los ecológicos, donde todo se recicla, y ya nos hemos ido
acostumbrando al agujero de caída infinita, al agujero negro de la tierra y no
del espacio.
Volvemos al funicular, ahora
sí es hora de volver a Cairns.
Vamos saliendo de las
montañas para acercarnos de nuevo a la costa.
Fuera de la estación del
funicular hay un ajetreo de turistas y transportes que vuelven a Cairns, pero nuestro
transporte no aparece, no es que nos preocupe demasiado por la hora, vamos bien
de tiempo, no hemos apurado el horario de hoy, pero sí que estamos en un lugar
donde no es fácil encontrar un transporte alternativo. Finalmente, aunque tarde
en horario, llega nuestro conductor que nos deja en el hotel, desde donde
salimos a pasear y encontrar un lugar donde comer, aprovechando para rematar
las compras de regalos para la familia, ahora sí algo de típicos souvenirs.
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