Pipi!!! Chucuchucuchuuuuu!!!
Tenemos toda la mañana libre
en Cairns, nuestro vuelo hoy no sale hasta las ¡¡19.10 h!!, cosas
incomprensibles de los vuelos concertados que no era posible cambiar,
seguramente sí a cambio de más money,
pero no me lo llegué ni a plantear, porque durante la preparación de este viaje
fue un continuo suma y sigue con la agencia, ante la cantidad de extras que
fuimos incorporando y en algún momento había que parar.
En la ciudad de Cairns no
hay mucho que ver, aunque tiene sus edificios, principalmente es hacer, submarinismo y playa, de lo primero
ya hemos tenido una experiencia, y de lo segundo, ya nos conocéis, no somos
playeros y con la de Michaelmas Cay hemos tenido suficiente en este viaje.
Al preparar la guía me
apetecían diversas excursiones pero tampoco quería que fuera una paliza de día
y de nervios por si el tiempo corría en nuestra contra de vuelta, aunque creo
que por tiempo se hubiera podido hacer, algo justos pero factible, alguna de esta posibilidad se descartó por nuestro siguiente punto turístico en la agenda australiana, no era cuestión de ser repetitivos, más bien de encontrar la diversidad. Así que la alternativa
más cercana, relajada y apetecible era ir hasta la ciudad de Kuranda, que fue
lo que contratamos con nuestra guía la tarde anterior.
Kuranda se encuentra tras
pasar la cordillera que rodea Cairns, en una meseta volcánica, húmeda y fresca,
Atherton Tablelands. Nos recogen en el hotel para llevarnos hasta la estación
de tren, ya que para llegar a Kuranda utilizamos este transporte.
No es un tren cualquiera el
que tomamos, es el Kuranda Scenic Railway, con una locomotora de vapor de más de 125 años y que circula por
un tendido que se realizo en 1891 para unir las minas de estaño de Herberton
con la costa, en uno de los trayectos ferroviarios que dicen más impresionantes
del mundo (la publicidad también cuenta). Su construcción fue muy dificultosa, laboriosa (con
picos, palas y dinamita), peligrosa (tanto por los derrumbes como por los
aborígenes que les atacaban), costosa (al final de ella algunos trabajadores no
percibieron su salario completo), pero el resultado sin lugar a dudas es
espectacular viendo por donde pasa la vía y lo que hicieron estos hombres.
Hay dos categorías de
asientos como en los trenes normales, la llamemos turista, en la que en
temporada alta se podría ir algo enlatado si se llena, aunque son bastantes
vagones y no parece que masifiquen a la gente afortunadamente y los distribuyen
bastante bien.
Y la Gold Class, cuyas
diferencias con la anterior son las mismas que entre turistas y business en
aviones o turista y preferente en trenes: el espacio, más amplio, menos gente
concentrada y suministro de comida y bebida, y es que lo nuestro debe ser esto
último, comer y beber mientras viajamos.
Salimos de Cairns y en
nuestro vagón vamos solo cuatro personas, nos acompaña un matrimonio
simpatiquísimo que se ofrecen para hacernos una foto de recuerdo, que además
parecía que no era la primera vez que tomaban el tren, daba la sensación que
era muy normal en ellos viajar en él.
Viajemos con música, con un
músico más famoso fuera de Australia por su matrimonio con Nicole Kidman.
El tren pasa al lado de un
cementerio, el Pioneer Cemetery, el más antiguo de Cairns, donde yacen muchos
de estos pioneros que murieron a causa de la peste bubónica de 1881, malaria y
otras enfermedades tropicales. Una pena no curiosear entre sus tumbas, y no es
morbo gratuito, que los cementerios cuentan muchas historias.
El tren realiza dos paradas
antes de llegar al destino, la primera es en la estación de Freshwater,
localidad que recibe este nombre por ser el primer punto donde se podía obtener
agua fresca para los equipos de construcción de ferrocarril antes de comenzar
el ascenso por las montañas Kuranda Range. En esta estación es donde se sube la
mayor parte del pasaje y nuestro vagón se llena.
En el tren te dan un plano desplegable
con los lugares de interés por los que se pasa pero es complicado localizarlos,
o por lo menos a mí me pareció tarea ardua, en ocasiones son aldeas o
estaciones, que hasta que no llegas no te das cuenta y cuando te das cuenta ya
te lo has pasado, y eso que vamos despacio.
También se pasa por una
sucesión de túneles, quince, que fueron esculpidos a mano, y desde luego
impresiona el trabajo que realizaron los obreros; se programaron diecinueve
pero cuatro se reemplazaron por zanjas. En el túnel 6, en 1973 (casi ayer)
bandidos enmascarados atracaron un automotor a riel que llevaba sueldos a la
Tableland (meseta), luego huyeron en motos y nunca se han encontrado. El túnel
15 es el más largo, con 490 metros, tres curvas y once alcantarillas de
seguridad construidas para prevenir que alguien pueda ser atropellado por un
tren que se aproximara. Al igual que con las estaciones no te das cuenta que
has llegado al número "X" hasta que no entras en él, llevar la cuenta mental es
absurdo mientras disfrutas del paisaje, las viandas y la compañía, y solo ves
el número si vas pegado a la ventanilla y lo lees antes de entrar.
Comenzamos a adentrarnos en
las montañas pasando por la Horseshoe Bend, una curva en forma de herradura y
ángulo de 180º, con lo que se puede ver el tren en su totalidad, con su bonita locomotora decorada, casi sin
necesidad de asomar la cabeza por la ventanilla.
Se pasa por algún pequeño
puente en la montaña, con un paisaje asombroso sin duda, aunque la duda la
plantea si los puentes resistirán el paso del tren. En concreto este puente es una construcción
de hierro que se finalizó a mediados de 1890, se encuentra apoyado en caballetes
de tres pilares (esto lo copio del folleto informativo que nos dieron pero no
lo entiendo porque yo cuento cuatro patas o pilares).
Imposible estar sentado a la
derecha mirando sin dejar de mirar a la izquierda, ¡¡que ajetreo!!, donde
quedan las cataratas de Stoney Creek. Mientras viajamos no dejan de pasar para
ofrecernos unos croissants, unos muffins, más bebida…al final algo nos acabará
pasando por glotones.
Por un lado vemos las
montañas por las que hemos ido pasando y dejando atrás, y por otro, las montañas por las que pasaremos,
ciertamente espectacular el trayecto y la subida.
Como ya he comentado vamos
sentados en el lado derecho del tren y en el momento en que estamos comiéndonos
una muffin pasamos por la zona del Glacier Rock y Red Bluff, que pillan
desafortunadamente en el lado izquierdo, aparte de la distracción tampoco era
cuestión de molestar a los demás pasajeros para sacar las cabezas por sus
ventanillas con lo que no pudimos verla.
Por suerte para nosotros a
nuestra derecha si quedan las vistas sobre el Mar de Coral y Cairns.
Ya he dejado de comer y
estoy más atenta a mi lado en la ventanilla, pasamos al lado del Monumento de
Robb, una formación rocosa que se ha mantenido como un homenaje a Robb, el
ingeniero de la línea ferroviaria. Al tiempo esta roca tiene gran significado
para los aborígenes que viven en la zona. No hubo manera de hacerle una foto,
de repente me la encontré y de repente desapareció.
El tren realiza una parada
antes de llegar a Kuranda, hay una plataforma mirador para que todos los
pasajeros bajen y disfruten.
Estamos ante las Barron
Falls, unas cataratas de 265 m de caída.
Llegamos a Kuranda y la primera
impresión es que hemos llegado al paraíso, solo falta Adán y Eva para que nos
reciban.
Aunque el tren nos devuelve
a la realidad de la estación y es que el hombre es el animal que mejor se apropia de los paraísos.
La estación de Kuranda es de
estilo Federación y está catalogada como patrimonio nacional. Fue construida en
hormigón prefabricado en 1915, cuando se instaló el alumbrado a gas y es la
única de este estilo existente en el país. Da más la sensación de estar en una
película de decorado asiático que en Australia…aunque como los dos continentes están tan cerca y todo es tan tropical…
Han sido dos horas de viaje
entretenidas, con un paisaje asombroso y en una obra de ingeniería alucinante,
no diría que es el mejor trayecto del mundo en tren porque tampoco hemos hecho
tantos y este es el primero tan simbólico que realizamos, pero con tiempo y sin
grandes expectativas creo que merece la pena hacerlo, por puro distraimiento.
Lo que sí es cierto cuando preparaba la guía para el país es que en todo él se
han preocupado en mantener muchos trayectos y trenes antiguos, con
locomotoras simpáticas y de vapor, que en ocasiones se pueden incluso manejar, supongo que esto para un apasionado de los trenes debe ser un aliciente más.
Me ha parecido precioso el paseo en tren!!! Un 10!
ResponderEliminarGracias Patty!. No quiero que te hagas grandes expectativas respecto al viaje, que es hermoso lo es sin duda, pero hay lugares en Australia que pueden transmitir más pasión y magia, este tiene el añadido del encanto y la diversión del tren.
ResponderEliminarDe lo que me doy cuenta tras ver tus siguientes entradas, es que el pueblo más parece un parque de atracciones que un pueblo en sí.
ResponderEliminarEsto es quizás lo que menos me pueda gustar.
De todas formas, es bueno no llevar ideas preconcebidas y dejarse llevar por el momento, no crees?
El pueblo tal y como lo he adjetivado es un pueblo-tienda, la calle principal es tienda-restaurante-tienda-tienda...Creo que no es un pueblo bonito, aunque su ubicación es lo mejor, rodeado de montañas y vegetación, y su valor añadido se lo dan los transportes que la comunican con Cairns.
ResponderEliminarEs difícil no llevar ideas preconcebidas cuando se leen o se ven los destinos a visitar, pero cuantas menos llevemos en las maletas creo que puede resultar mucho más favorable será lo que veamos.