Abajo
sin periscopio
En esta mañana de ajetreo
continuo, submarinismo y snorkel, volvemos al barco, a las 13 h tenemos cita para tomar un
"semibarco-semisubmarino", de nuevo el temor se apodera de mí, ahora iremos
encerrados bajo el mar, esto me gusta bien poco, porque además iremos con más
gente, lo que se dice sardinas enlatadas…afortunadamente hay dos factores
favorables: primero, que entramos los últimos, de los primeros hubiera sido
completamente imposible para mí, segundo, que no se sumerge del todo, la parte
de atrás sigue abierta al exterior, con lo que veo la luz y la escapatoria
desde donde estamos sentados, tan cerca de esta entrada-salida.
Si bien este "semibarco-semisubmarino"
es un medio ideal para disfrutar de la barrera, para verla muy bien, a ella y a
los peces que habitan en ella, no es el mejor medio para la fotografía porque
los cristales están muy rayados y es casi imposible hacer alguna foto en la que
se vea algo, aparte del movimiento, que no va rápido pero cuando menos te lo
esperas da un quiebro, bien para proteger los corales bien en busca de ellos y
de la vida en ellos.
Es bonito ver a la tortuga
como nada, por un lado parece que es algo torpe y por otro que es una verdadera
artista acuática.
Con este pequeño viaje, del que no han salido más fotos interesantes y visibles, se
han terminado las actividades del día, que hemos ido al trote pasando por
ellas, menos el rato de espera de los submarinistas, pero también se ha
terminado el turno de comida, nos hemos quedado los tres sin ella, pero nuestra guía
estuvo atenta y a regañadientes de los encargados del buffet separó tres platos
para nosotros, a los que nos lanzamos
como fieras devoradoras. Gracias Alda.
Ahora sí parece que podremos disfrutar
de la navegación de vuelta a Cairns, pero de repente otra vez a
correr, unas ballenas se ven a lo lejos y todo el mundo está arremolinado en el
exterior con las cámaras disparando y los ojos buscándolas. Como no es un
crucero de avistamiento de ballenas no nos acercamos, pero nos recuerda a
nuestras ballenas neozelandesas y sonreímos (a pesar de que mi experiencia en esta ocasión no fue la mejor, y es que el medio marino y yo parece que no estamos en sintonía, pero a esta historia llegaremos en otra ocasión). Esta
cola de ballena es más difícil de encontrar que Nemo.
Ahora sí se va terminando el
crucero y toca el sparkling wine para brindar por la feliz travesía (me lo
tengo que hacer mirar esto en los viajes, que siempre salgo con copas cuando repaso las fotos). Cyril se acerca a los dos
buceadores para entregarles un diploma, y yo le pregunto que si para las
cobardes no hay ninguno, a lo que me responde que tengo derecho a una foto con
él, ha salido cachondo el amigo.
El paisaje que nos espera en
tierra es un nuevo mar, en este caso un mar de montañas verdes, bosques de gran
inmensidad.
Volvemos al hotel y quedamos
la mitad del grupo en la piscina para un baño, pero la única que lo hace en la
piscina, soy yo, que en compañía de un japonés nos dedicamos los dos a hacer largos,
mientras el resto se relaja en el jacuzzi…y es que el agua de la piscina estaba
mucho más allá de la sensación de fría.
Siempre hay tiempo para la fotografía, sobre todo si el agua fría espanta y las burbujas no apetecen.
Para la noche quedamos para
cenar los españoles, los italianos hoy no se apuntan, lo haremos en un restaurante italiano localizado en una zona que las noches de
verano estará muy animado porque está junto al paseo marítimo, en el Pier
Marketplace.
Cuando salíamos del hotel
para hacer unas compras de souvenirs (algo más ques simples recuerdos) nos encontramos con nuestra guía que iba a la
farmacia, y como nosotros ayer tuvimos que pasar por ella (tres ciudades, tres
farmacias, hemos hecho un pleno al quince en este viaje) porque mi marido tenía
o un proceso gripal o una alergia, la acompañamos. Un aplauso para la señora
que nos atendió, a mi marido le preguntó de todo, en inglés, antes de darle
cualquier medicamento para quitarse al enfermo español rápidamente.
A la hora convenida nos
encontramos en el restaurante y esta noche me doy un festín de pescado y
marisco.
En este paseo hay una laguna
de agua salada artificial con playa, aunque la soledad por el lugar no acompaña
para excursionar a estas horas, poco gente y oscuridad son malos compañeros
aunque la ciudad parece tranquila. Como su nivel depende de la marea ahora está
baja de agua.
Bien cenados nos vamos a dormir con una gran sonrisa, yo a pesar de no haber conseguido hacer submarinismo estoy contenta por haberlo intentado, son las sorpresas que forman parte del viaje, en este caso superaciones personales inimaginables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario