Bajo
el mar
Los submarinistas suben
felices y nos da tiempo, poco pero algo tenemos, de ir a la playa, ahora me
toca a mí ver los corales, que desde el barco ya se intuyen, aunque no con tanta
tranquilidad como la ha hecho mi marido. En la playa somos un mundo de aletas y
tubos, aunque afortunadamente muchos de los turistas se han retirado al barco a comer.
Antes de volver a ver una colección de corales vamos a saber algo más de ellos.
El arrecife está formado por
organismos muy simples, pólipos marinos celentéreos, que forman colonias en las
aguas cálidas y poco profundas y ascienden buscando el sol, yal y como hacen las
flores. Los esqueletos del coral son blancos, y los colores del arrecife se
deben a los pólipos vivos.
El coral no puede formarse
por encima del agua ni por debajo de los 30 m de profundidad porque necesitan
la luz del sol. Cuando el nivel del mar sube el viejo coral se convierte en
caliza y muere, son los corales duros, naciendo un nuevo pólipo sobre su
esqueleto por reproducción de células, de manera que así es como se va creando
la barrera de arrecifes. Un arrecife tarda en formarse millones de años y hay
partes de la Gran Barrera constituidas hace más de 18 millones de años, pero
gran parte de ella data de finales de la última glaciación, hace unos 15.000
años.
Los cayos coralinos son
islas formadas cuando los esqueletos de corales y otros detritos, como conchas,
se exponen al aire y gradualmente quedan reducidos a fina arena por el
movimiento de las olas.
En el arrecife hay unas 400
especies de coral, 4.000 especies de moluscos, 800 de equinodernos, 4.000
variedades de esponjas, crustáceos e invertebrados, 12 especies de hierbas
marinas, 500 tipos de alga y más de 1.500 especies de todos los colores y tamaños
(ballenas jorobadas, tortugas gigantes, dugongs entre los grandes). No faltan
los tiburones en estas aguas pero afortunadamente no nos encontramos ninguno.
Además del calentamiento
global, necesitan una temperatura entre 17 y 28º, y la contaminación, el coral
también se ve amenazado por la estrella de mar corona de espinas que se
alimenta de él, aunque también se cree que ayuda a la vida en el arrecife,
destruyendo el viejo coral y permitiendo la regeneración, aunque si hay proliferación
de estrellas es imposible que la suma y la resta salga en positivo.
Otros factores que
contribuyen a su destrucción son las anclas de los barcos, no todos son
cuidadosos, los turistas, que tampoco lo son, ya que el coral no se puede ni se
debe tocar, y la sobreexplotación pesquera.
Con todo esto mal futuro
parece tener el arrecife, y algunos expertos predicen que en las actuales
condiciones la capa de coral del interior del arrecife puede llegar a menos del
5% en 2050. El actual ecosistema podría llegar a desaparecer, por lo que en
julio del 2004 el gobierno australiano introdujo nuevas leyes, incrementando
las zonas no-take, donde no se pueden capturar animales o plantas, hasta un
33,33% del arrecife cuando antes solo era el 4%.
La playa
está acordonada para no entrar en el territorio de los pájaros protegidos, una gran
colonia la que habita en el cayo, piqueros creo que es su nombre, y gracioso es ver cómo cada cual, se mantiene en su lugar:
pájaros por un lado, humanos por otro. Es curioso ver la fila en la orilla de
la playa, mientras detrás se mantienen agrupados y amontonados, hasta asusta si
se produce una rebelión.
Con traje de neopreno, ya
que se pagaron lo amortizamos hasta el final, aletas y tubo hacemos
snorkel, con menos peligrosidad para mí y menos gracia para mis compañeros.
En cocina sería un plato
gigante de spaguettis a la marinera.
Afortunadamente yo también puedo ver
las almejas gigantes al natural, sin limón, y no solo en fotos.
Solo puedo decir que ha sido una experiencia única la vivida entre el coral, y que fue una lástima que no pudiera superar la claustrofobia del agua y la angustia del respirador, pero que no tiro la toalla y que mil veces que fuera mil veces que intentaría hacer submarinismo con bombona, aunque claro, si además antes hago algún curso preparatorio en España mejor, por aquello de aprovechar el tiempo en lo que tiene que ser, y si no se puede, siempre nos quedará el snorkel.
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