Día libre en Yangón, si es posible nos gusta tener un día a nuestra disposición para pasear por nuestra cuenta, y tras una noche de lluvia torrencial, la mañana 
continúa igual, así que desayunamos pero decidimos que de momento no vamos a salir, 
ni siquiera tomar un taxi para acercarnos a algún lugar, vamos a esperar
a ver si eso de que llueve unas horas y luego para se hace realidad -bastantes horas si que ha estado lloviendo-, y si no 
ocurre, pues ya decidiremos otra cosa, chubasquero y taxi. 
En un momento que escampa
 salimos del hotel, aunque las nubes sobre nuestras cabezas no presagian un parón total, pero ya se ha hecho bastante tarde, con lo que hemos
 perdido buena parte de la mañana, en la que hemos recorrido el hotel y hemos sonreído mucho a los empleados, tanto como ellos a nosotros.
Cerca se encuentra el edificio 
abandonado del Pegu Club (Pyay Road), un antiguo club de caballeros y oficiales del ejército británico construido en 1882 en estilo colonial 
victoriano. En su momento estaba al mismo nivel que otros clubs 
similares establecidos en Kuala Lumpur o en Singapur. Aquí se creó un 
cocktail con su nombre, Pegu (una mezcla de ginebra y curaçao). Por 
supuesto, solo "los blancos" podían entrar en él. Dada su ubicación y las 
posibilidades, tras una profunda rehabilitación podría ser un buen lugar 
para un buen restaurante. Está rodeado de un alto muro, por lo que por 
un hueco metemos el móvil e intentamos tener una fotografía aunque no 
sea representativa ni buena, pero vemos (y podéis más o menor ver) que en arquitectura se asemeja 
bastante al hotel donde nos alojamos, Governor's Residence. 
Caminamos
 por algunas calles desiertas en las que se mezclan viviendas que 
parecen de alto standing (con verjas y seguridad), con otras más 
populares y algunas en bastante mal estado, pero habitadas. 
También aparecen casas o puestos de comida, ocupando parte de la acera de barro. Es complicado caminar. 
Cruzamos
 por la estación de trenes de Pyay Road, y vemos el recorrido del tren 
circular que atraviesa Yangón, que se ha convertido en una alternativa muy popular para hacer 
turismo, ya que desde una ventanilla se puede ver la vida de la ciudad 
en sus diferentes barrios y en el propio vagón. Lo tuve como opción en cuenta hasta el último momento, 
pero al final no pudo ser, aunque este día de lluvia hubiera sido bueno para ir a cubierto. 
Salimos a Bogyoke Aung
 San Road, calle por la que caminamos hasta llegar a la entrada 
principal del Yangon General Hospital, edificio construido en 1911, que 
presenta una bella fachada en un tono rojizo. 
En la zona hay 
escuelas universitarias, un nuevo hospital –que será más higiénico, más 
moderno, más cómodo pero que carecerá del encanto arquitectónico de este
 edificio- y también hay unos edificios dedicados a neumología, que por la vista producían más 
enfermedad que sanidad, ya que la humedad en ellos era patente, con el 
moho recubriendo parte de su fachada. 
Continuamos caminando por Bogyoke Road y vemos la torre de Holy Trinity Cathedral, pero dejamos pasar su visita.
Continuamos caminando por Bogyoke Road y vemos la torre de Holy Trinity Cathedral, pero dejamos pasar su visita.
También
 dejamos pendiente entrar en el mercado Bogyoke Aung San (la cúpula 
color crema a la izquierda), pero al menos nos quedamos con el saludo de
 la ciudad (cartel que fotografiaremos en multitud de ocasiones, ya que en coche o andando era un lugar de paso). 
Bajamos por 
Shwedagon Pagoda Road, donde en el cruce con Anawrahta Road hay un paso 
elevado, que decidimos utilizar, ya que será más fácil cruzar por aquí 
que por la calzada. Así tenemos una visión aérea del tráfico de la 
ciudad, sobre todo en esta zona céntrica. 
Ahora 
caminamos por Anawrahta Road en dirección oeste, con una vida comercial 
en sus tiendas y calle muy animada a pesar de la lluvia intermitente. 
Llevamos
 un destino en mente, pero en lugar de hacerlo de la forma rápida lo 
hacemos callejeando por las calles que en su día fueron Chinatown, donde en la actualidad muchas de sus tiendas son ocupadas por birmanos. Entramos por 24th 
St y nos topamos con la fachada del Sri Siddhi Vinayagar Temple, en el que no vimos una entrada activa. 
Chinatown se mezcla con Indian Town, pero no es la 
única mezcla, ya que veremos sinagogas y sobre todo mezquitas en esta zona de la ciudad.  
En las viviendas todavía se 
pueden ver restos de ese pasado chino, con los carteles en esta lengua y
 con las ventanas y contraventanas en madera. Es fácil imaginarse esas ventanas en vivos colores y una actividad comercial incesante en sus tiendas. 
Subimos
 y bajamos por calles paralelas entre Anawrahta Road y Mahabandoola 
Road, queríamos pasear por esas calles que habíamos visto desde el coche, en un caos de coches, de aceras inexistentes, de tiendas 
abarrotadas de artículos –donde compramos un paraguas porque el chubasquero era 
incómodo ante la lluvia improvisada que de vez en cuando hacía su 
aparición-, de antenas de televisión inundando el horizonte y de cables 
eléctricos. Asia en estado puro. 
No faltan los puestos de comida con sus pequeños taburetes de colores para los comensales. 





















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