Un paseo al trote
Desde Amandi nos dirigimos a Villaviciosa, donde hacemos una corta 
parada para visitar la localidad, tras dar algunas vueltas para intentar
 aparcar, que la cosa no fue fácil, y a punto estuvimos de no quedarnos. Comenzamos la visita en la plaza 
del Eccehomo (el nombre nos recuerda a la restauración famosa de la pintura de Borja). 
Caminamos por la calle de la izquierda que sale de la plaza, la calle del Agua, encontrando más adelante una calle pequeña a la derecha, que da a un bonito edificio con balconadas cerradas de madera y cristal. 
La
 calle del Agua desemboca en la plaza Carlos I, donde destaca un edificio que en 
la actualidad aloja un hotel. En este solar se alzaba la Casa del 
Arcediano o de la Fábrica, una antigua fábrica de chocolate (ummmmm), que 
posteriormente paso a ser una hojalatería hasta su demolición en 1921. Luego se construyó este edificio por un indiano, que más tarde alojó la
Casa de España, el Ayuntamiento, la Biblioteca, e incluso hasta una guardería, 
hasta que en 1995 el edificio es restaurado para usarse como hotel. 
Continuamos
 por la calle del Agua, y a nuestra derecha está la casa natal de Don José 
Caveda y Nava, una casona construida a finales del siglo XVIII. 
A
 continuación, la plaza de Cavedo y Nava, donde destaca el palacio de 
los Valdés, de principios del siglo XIX, aunque su origen se remonta a 
una casa-torre del siglo XVI, donde nos gusta el pequeño balcón semicircular. 
Tomamos la paralela calle del Sol, donde se suceden las casonas.  
La calle desemboca en una pequeña plazoleta, la plaza Obdulio Fernández, donde destacan varias construcciones.
El Teatro Riera, de estilo clásico montañés, inaugurado en 1945. 
Ante
 el teatro se alza la escultura La manzanera, realizada por Mariano 
Benlliure como homenaje a Don Obdulio Fernández, uno de los fundadores 
de la empresa El Gaitero ("famosa en el mundo entero" como reza su propaganda). La escultura fue 
sufragada por suscripción popular y se instaló en 1932. No hace falta explicar de qué se trata. 
Más adelante se 
encuentra el edificio de las Escuelas Graduadas, construido en 1925 en 
el solar que ocupaba la cárcel del partido de Villaviciosa, y anteriormente, un hospital
 de peregrinos. 
La iglesia de Santa María del 
Concejo, construida a finales del siglo XIII, también conocida como 
Santa María de la Oliva, en cuya arquitectura se mezclan elementos 
románicos y góticos. 
En el suelo nos damos cuenta de las señales que marcan una ruta por la ciudad, y no podía ser otra figura que una manzana; pero nosotros desistimos de seguir la manzana y vamos a nuestro aire, buscando los puntos del mapa que llevamos, aunque por supuesto al final la manzana y nosotros llegamos a los mismos lugares. 
Nosotros
 dimos la vuelta desde la calle del Sol a la calle del Dr. Pando Valle, 
para luego girar a la derecha por la calle del Marqués de Villaviciosa; 
pero para tener un camino con mejores vistas, hay que volver los pasos 
por la calle del Sol, girando por la calle Ballina y Fernández para salir a
 la calle Marqués de Villaviciosa, donde a la izquierda surge el 
edificio del Ateneo Obrero, asociación surgida en el siglo XX por la iniciativa de 
la nueva clase social asturiana, la burguesía liberal, formada por profesionales 
liberales, indianos que han regresado con dinero y emigrantes en 
general, todos juntos propiciaron la industrialización del concejo, de la 
que surgió otra clase social, los obreros, que demandaban nuevos 
servicios, tanto educativos como sanitarios. El edificio se construye en
 1922. 
Desde el Ateneo se sale a la plaza del 
Ayuntamiento, con el edificio homónimo, construido en 1906, 
trasladándose desde otro edificio donde se alojaba. 
Como estamos en Navidad, en la plaza hay un decorado donde los Tres Reyes Magos esperan que les pongan cara. 
Ya
 con el paso apurado, nos hubiera gustado pasar más tiempo en esta 
coqueta ciudad para disfrutarla mejor -tenemos una reserva para darnos un homenaje gastronómico en el restaurante Güeyu Mar-, nos dirigimos de vuelta al coche,
 caminando por la calle Balbín Busto, donde a la izquierda surge el Mercado 
de Abastos o Mercado Cubierto, una construcción con estructura de hierro
 –como muchos de estos mercados en el mundo- realizada a principios del 
siglo XX.
Por la hora qué es, los puestos ya están cerrados, solo queda una gran carnicería con su mostrador colocado. 
Terminamos la corta visita de Villaviciosa, que nos ha dejado un buen poso, y que se merece un recorrido con más tranquilidad. 























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