Batiburrillo
gastronómico
En este surgir de
restaurantes en Madrid que se une a nuestra pasión gastronómica, visitamos el
Paipái, en las manos del chef Fernando
Ruiz Jiménez, que ha confeccionado una carta con platos españoles fusionados o
no con platos asiáticos y sudamericanos, por eso el título de la entrada,
porque al leerla tienes la sensación de un batiburrillo, lo que te produce
cierta confusión.
Hemos acudido sin
reserva, por lo que nuestra mesa está en un pasillo extraño, ya que la distribución
del local es algo laberíntica, aprovechando el espacio donde antes se situaba
un pub irlandés. A pesar de su extraña situación, la mesa no es incómoda, pero
claro, puestos a pedir, mejor la de seis comensales junto al ventanal y una de
las chimeneas que se han respetado del pub.
Acompañamos la comida
con un vino conocido que nos gusta, Licinia, de Madrid,con uvas tempranillo, cabernet sauvignon y syrah.
Optamos por pedir
platos para compartir, pero en esta ocasión fuimos bastante comedidos, quizás
uno más hubiera estado bien para que fuera una comida totalmente completa, pero
no siempre el hambre o la gula acompañan en estas ocasiones.
Ensaladilla
rusa Pai Pai con tartar de atún. Es un clásico
entre nuestras peticiones, al final tendremos que elaborar un ranking con las
mejores ensaladillas de los restaurantes, y aunque yo intento zafarme de ella,
no lo consigo. La ensaladilla estaba algo sosa, le faltaba fuerza, más bien a
la mayonesa, supongo que para que el tartar de atún no se quedara en segundo
plano, que es el que debe predominar.
Pulpo
a la brasa caramelizado con miel y oporto, acompañado
de un puré de boniato morado. El ingrediente principal, el pulpo, tierno y en
su punto; el resto de ingredientes le hacen buena compañía.
Bao
de cochinita pibil con mayonesa de chile chipotle.
El taco mexicano reconvertido en bocadillo chino, y su resultado no puede ser
mejor; sin lugar a dudas, el mejor plato de la comida, con el toque picante del
chile, pero no tanto como para que ardiera la boca.
Albóndigas
de secreto ibérico, con salsa de vino tinto y mole mejicano. El resultado, unas albóndigas
tiernas de fuerte sabor tanto por ellas como por las salsas.
De postre,
compartimos una tarta de queso con arándanos,
una potente y contundente tarta.
El detalle fue el
saludo del chef, hay que tener en cuenta que el restaurante lleva desde
diciembre o principios de enero abierto y hay que hacer marketing efectivo, al
que le elogiamos los bao entre todos los platos, y posiblemente para hacernos
sentir bien, nos comentó que era uno de sus preferidos, pero supongo que esta
respuesta la tendrá para sus comensales y sus elecciones.
Lo que parecía una
carta descontrolada, resultó ser una buena comida, en un lugar acogedor.
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