Esculturas
vegetales
Hoy toca madrugar, a
las 6.50 pasarán a recogernos al hotel, por lo que hay tiempo para el desayuno, pero no
para que sea pantagruélico, aunque ni con tiempo estamos cometiendo excesos
gastronómicos en general. Viajamos hacia el norte, hacia más allá de Quepos, y nuestro guía sera el joven y simpático Andrés, que en facebook publica hermosas fotografías de los animales de Costa Rica.
Atravesamos los
palmerales.
Llegamos hasta lo
que será nuestro transporte, un bote. El grupo de viajeros que vamos en la furgoneta se dispersa, la
mayor parte se van a hacer kayak, y quedamos cuatro, una pareja de ingleses con
los que ya hemos coincidido en otros traslados, y nosotros.
Vamos a realizar una
excursión que me apetecía mucho hacer, ya que solo pensar en ella me sugería
paisajes diferentes, exóticos y aventuras, estamos en el estuario de Damas, un
amplio sistema de humedales irrigados por los ríos Palo Seco y Damas, que
arrastran grandes volúmenes de limo desde las montañas y hacen del estuario un
laberinto de canales interconectados que se abren en amplias lagunas o se
terminan en estrechos canales sin salida. Nos vamos a adentrar en el manglar de isla Damas, que ya de nombre es bonito, y por eso
hemos salido temprano, ya que hay que aprovechar las mareas, de otra forma en
lugar de agua nos encontraremos un barrizal.
Entramos en un
mundo maravilloso de troncos, raíces y ramas, un bosque acuático que parece que en cualquier momento nos puede sorprender y ponerse en movimiento.
En el suelo hay
pequeños montículos llamados neumatofóros, raíces aéreas, es decir, la planta,
el mangle, crece en sentido contrario a lo normal, lo hace hacia el suelo y la raíz se encuentra por encima del nivel del suelo. Aprendemos un nuevo vocablo que no tengo claro seamos capaces de recordar, aunque confío en que al menos nos suene si lo volvemos a escuchar.
Los manglares pueden vivir en el agua salina porque expulsan la sal a través de las hojas. Son espectaculares en sus formas y parecen esculturas vegetales.
El paseo es muy
tranquilo, navegando a baja velocidad para poder disfrutar de la naturaleza que
nos rodea, y así poder aprender sobre ella e intentar ver alguno de sus
habitantes. El paisaje es de gran belleza.
Hay varios tipos de
mangle y en este caso estamos viendo el mangle
rojo y el mangle negro. El
manglar está protegido, no se puede sacar madera, solo peces (pescados con
caña y no con redes), moluscos y frutos, y es que esta particular vegetación
realiza una importante función de protección ante la erosión marina, por lo que es de vital importancia conservar el ecosistema.
Ahora parece un
ejército camuflado de alienígenas dispuesto a caminar, es impresionante lo que provoca esta vegetación en la imaginación.
En un árbol hay una familia de murciélagos de línea blanca o de saco, bien alineados ellos y por supuesto bien agarrados al tronco. Reconozco que me costó encontrar los cinco bultos, porque una cosa es hacerlo a vista de ojo y otra a objetivo de cámara. ¿A que son lindos?
A lo lejos, por la altura, una garceta azul
posa orgullosa.
No podían faltar,
aquí también hay termiteros de gran
tamaño, y no me terminan de gustar, pensar en miles de hormigas saliendo de
ellos me produce escalofrío total... ¿película Marabunta?
El fruto del mangle piñuelo (me faltan más tiempo y
lecciones para distinguir los mangles a primera visión) es bastante duro por
fuera –para soportar el agua salada- pero blando por dentro, y en su interior
hay un líquido dulce que les gusta a los monos. Además en su exterior hay unos
puntos anaranjados que les sirven para respirar, estos puntos reciben el nombre
de lentiscelas. Las hojas de este mangle se utilizan para elaborar un té
digestivo. Clases de naturaleza en vivo, y el fruto no pesa nada, es como aire
con un bonito envoltorio.
Si bien el río
abierto es espectacular, llamativos resultan los canales estrechos, con los
manglares a punto de cerrar el paso.
Las plantas epifitas muestran su desarrollo,
no sé si esta en particular corresponde a la familia de las orquídeas.
Entre la maraña de
ramas asoma una garcilla verde, aunque en la fotografía parece más azul.
El agua del río va
cambiando de color según avanzamos, esto es debido a que el agua del mar va
clarificando el color; si es de color verde es que tiene más organismos
fotosintéticos, y si es más marrón, más cantidad de sedimentos hay. Eso sí,
mejor evitar el baño, es posible encontrarse con cocodrilos y tiburones toro
(no vimos ninguno de ellos pero hubiera estado bien).
De repente el bote vira un poco y se acerca despacio al bote a la vegetación; enroscada en un
árbol hay una boa arborícola jardinera o del
manglar, que puede llegar a medir hasta 2 m. Que Dios les conserve la vista a Andrés y al conductor del bote.
Ante nuestros ojos
la inmensidad de un paisaje perfecto, y la isla
de Damas, isla que sufre un oleaje astronómico, con olas y corrientes más
grandes de lo normal, que
surgió precisamente por este oleaje, que la fue separando de tierra firme, y que por él se
va haciendo más pequeña. Aquí viven unas 9 familias, un total de 25 habitantes,
un lugar en ningún sitio.
Llegamos a la salida del río al océano, un paisaje único, que nos recuerda, con
todas sus diferencias, a la salida del fiordo Milford Sound en Nueva Zelanda.
Nos hubiera gustado continuar y realmente salir al bravo Pacífico, para volver
a entrar por otro canal, y así pasar todo el día.
Pero no entramos en el Pacífico y nuestro
conductor da media vuelta y emprendemos el camino de vuelta.
Todavía nos queda una
sorpresa, programada tanto por el conductor como por Andrés, aunque no siempre tiene
porqué ocurrir. Desde el bote vemos unos monos
capuchino con sus actividades en la vegetación y hacia ellos nos acercamos,
aunque creo que esta es “su casa” y ellos lo saben, por lo que la sorpresa no es
tanta.
La sorpresa aumenta,
aunque tanto en internet como en la información de la agencia del tour hablan
de ello, cuando estos monos toman el bote al asalto, cual piratas del manglar. Está claro que vienen
a por comida, es más fácil (e incluso más sabroso) un bocadillo o una bolsa de patatas fritas que las hojas de todos los días, aunque
ellos no son conscientes del daño que les causa. Somos cuatro turistas
desconsiderados que no hacemos el amago de darles nada.
Ante
la agresividad que muestra el que supongo jefe del grupo, lo que
hacemos es esconder y sujetar con más fuerza nuestras mochilas, no vaya a
ser que en un descuido se haga con ellas; desde luego, simpático no
parecía el mono, enseñándonos sus dientes.
Continuamos navegando por el río y sus canales, para ir despidiéndonos de esta
maravilla natural, que espero pueda protegerse para deleite de los ojos y sobre todo por
el bien de esta zona y del planeta.
Desembarcamos y nos juntamos con los de
la excursión en kayak, a los que vemos felices en sus rostros, y nos llevan a desayunar a la sede de la agencia del tour, ya
que el madrugón ha sido importante y más de uno no se habrá tomado ni un triste
café tico. Como nosotros hemos desayunado en el hotel, pasamos del gallo pinto
o de los huevos fritos (que hubo un momento de duda, pero también apareció el
sentido común), y nos decantamos por tostadas y fruta.
Para hacernos
compañía apareció una iguana con mucho desparpajo pero que no se fiaba del
todo de nuestras intenciones al acercarnos para hacerle fotografías.
Sin lugar a dudas,
una gran excursión la que hemos realizado por este bello manglar, que ha sido como un aperitivo, ya que mañana viajaremos a Corcovado en un viaje de aventura pasando por el espectacular manglar de Sierpe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario