Un
corto paseo
Desechada la primera
opción de ir andando desde el hotel hasta el pueblo (calor, humedad, cuestas, cansancio...todos factores en contra), pedimos un taxi en recepción para que nos
lleve, nos han recomendado un restaurante, que tiene dos locales, uno más
lejano, descartado, y otro más cercano, que es el que elegimos, por si a la vuelta nos animamos a caminar lo que ahora no hacemos (pero no estábamos por la labor).
Monteverde tiene
mucho que ver y que hacer, pero no por supuesto en arquitectura, sino en naturaleza, tanto
al aire libre como en las exposiciones varias de animales, y también te pueden
sorprender los carteles publicitarios.
La historia y sus curiosidades: en 1949, cuatro
miembros de la Sociedad Religiosa de los Amigos, es decir, cuáqueros, fueron
encarcelados en Alabama por no presentarse a filas durante la Guerra de Corea,
ya que su religión es pacifista, y finalmente fueron liberados. Más tarde, 44
miembros de 11 familias abandonaron los EEUU y eligieron Monteverde para
asentarse, tanto porque Costa Rica había disuelto su ejército como porque el
clima de montaña era propicia para la cría de ganado, y con ello a la obtención
de leche y elaboración de quesos, cuya fábrica sigue activa y que en la actualidad es visitable.
El taxi nos deja en
un centro comercial, donde se sitúa el restaurante Sabor Tico, de cocina
costarricense, como su nombre indica.
Para los días fríos o
lluviosos, un local interior.
Para los demás días,
la terraza con algunas vistas, que es donde nos sentamos.
Fajitas de pollo, acompañadas de
frijoles molidos, pico de gallo, plátano maduro frito y tortilla de maíz. Un
buen plato.
Dicen que es uno de los
bocadillos típicos ticos: gallo de gallina achotada, con tortilla casera y
ensalada con pico de gallo, la receta de la abuela. Al leer bocadillo pensé que
sería otra cosa, ya montado, pero la gallina estaba rica.
La comida fue acompañada
de cerveza tica y de un refrescante zumo que no recuerdo de qué era.
Poco más os puedo
enseñar de Monteverde, porque por la zona más comercial y concurrida nunca
paramos, solo para realizar una excursión y no nos bajamos del autobús. Lo último, es que frente al hotel hay
una panadería-pastelería-cafetería, que utilizamos el día siguiente para comer, por aquello de pasear
e innovar a la cafetería del restaurante sin grandes desplazamientos.
En ella nos pedimos
dos bocadillos simples, de nuevo repetimos con pollo y pavo, pero en otra
versión. El pan muy tierno, y el relleno muy normal, pero el conjunto muy rico
y bien de precio. No tomamos postre, pero sus pasteles y bollos tenían buen
aspecto, como para pedirse varios y llevarlos al hotel para la merienda.
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