Caminando
sobre los árboles
Comidos, descansados, aseados, a las 14 h estamos de nuevo en la recepción del hotel Nayara Springs
para realizar la segunda excursión del día, que haremos en compañía de
una familia estadounidense (creo que quieren reforzar y aumentar nuestro
nivel de inglés de forma indirecta). Desde la furgoneta volvemos a ver el volcán Arenal, que parece más destapado de nuebes que esta mañana en el Parque Nacional Volcán Arenal, pero estas son más extensas y grisáceas, de las que preceden a la lluvia.
Llegamos a los Puentes Colgantes Místico, vamos a caminar por puentes sobre los árboles. A la entrada del complejo una pareja de indígenas nos reciben, cada uno con una mascota, lo que parece ser un mono y una iguana.
El sendero a recorrer tiene una longitud de 3,2 km, por lo que no es una
gran distancia, y está siendo adecuado en algunos tramos para que las
sillas de ruedas también puedan acceder en gran parte del camino (muy
bien hecho).
La vegetación es uno de los objetivos, y ahí están las bonitas heliconias, en esta ocasión peludas.
La vegetación es uno de los objetivos, y ahí están las bonitas heliconias, en esta ocasión peludas.
¡A caminar!
De nuevo una bola de pelo ante nuestros ojos, un perezoso en un árbol,
pero ahora mi tristeza por no verlo la comparto con otra española que no
se cree que el animal esté allí, pero yo soy más crédula y confío en la
veracidad del guía, además de distinguir con el objetivo de la cámara
la bola de pelo, así como confío en que algún momento podremos ver uno
entero, con su carita, y esta suerte la tendremos en la Reserva Biológica Bosque Nuboso de Monteverde y en el Parque Nacional Manuel Antonio. .
A falta de animales, más vegetación, un impresionante árbol, pero a
nuestro guía no parece que la botánica le apasione y no nos lo presenta
formalmente. Esto de los guías es una lotería, pueden ejercer de meros
acompañantes o pueden disfrutar del bonito arte de la comunicación y la
sabiduría, de modo que ellos enseñan y tú aprendes; cierto es también
cada visitante es un mundo aparte.
Comenzamos a cruzar puentes, cada uno con su nombre, de animal o de
vegetal o de formación natural, y en su cartel de presentación, la
altura a la que se encuentra y su longitud. Además nos piden silencio,
no hay que molestar a los verdaderos dueños de este lugar.
No todos los puentes son colgantes, largos y se cimbrean, algunos son bien firmes y cortos.
Sigamos disfrutando de la bonita vegetación que nos acompaña, aunque sigamos desconociendo sus nombres.
¡Anda mi madre! En ese agujero que nos ilumina el guía hay una
espectacular tarántula, mejor no molestarla. Debe ser una vieja conocida
de los guías y saben dónde encontrarla, en su casa.
La vegetación es bastante tupida, con árboles muy altos.
Y entre ellos la curiosa palma caminante, que es capaz de moverse por el suelo ¡hasta 2 m!
Y así caminando vamos pasando un puente tras otro, en total hay 16.
Las hormigas corta hojas son las más trabajadoras, están suben y bajan por un árbol sin parar.
El primer puente cimbreante es el llamado Puente Vista Arenal, a 45 m de altura y con 75 m de longitud. ¡Vaya que se movía!
¿Su nombre?, pues el volcán ha desaparecido de nuestra vista,
desgraciadamente, porque desde aquí sería realmente hermosa, pero allá,
tras las nubes, está la bestia durmiente.
Tras las fotos de rigor, sin volcán, salimos del puente.
Seguimos caminando y cruzando puentes, con nuevas vistas.
Hasta que llegamos al puente La Catarata, a 45 m de altura y de 92 m de
longitud. Curiosamente no se ve ninguna catarata desde el puente.
Desde esta altura lo que se pueden ver mejor son las plantas epifitas.
Continuamos nuestro paseo, de solo vegetación, porque por no salir no
salen ni los típicos monos aulladores, que suelen salir a buscar al
visitante y caminan sobre los pasamanos de los puentes.
Llegamos a un punto de bifurcación del camino, unos 45 m para llegar a
la mencionada catarata, que recibe el nombre de Morpho Azul, que no es
espectacular pero la verdad es que los saltos de agua siempre son
agradables de ver, y de oír.
Continuamos el camino y llegamos al puente Hormiguero, a 14 m de altura y de 15 m de longitud.
Cruzamos el puente-túnel Serpiente Mano de Piedra.
En una de las ramas sale a despedirnos un pavón grande.
Hasta aquí llegan las fotografías, porque de repente las nubes descargan
todo el agua que contenían con una fuerza arrolladora. Guardamos las
cámaras, nos ponemos las capas de agua (menos mal que iban en la
mochila) y dejamos de hacer fotos. Pasamos el puente Terciopelo, a 24 m
de altura y de 48 m de longitud, y solo nos faltaban por pasar algunos
puentes menores y el puente El Tolomuco, a 24 m de altura y 97 m de
longitud, que atravesamos corriendo –no recomendable por el cimbreo-, ya
no por el agua que caía sobre nosotros, sino por la tormenta eléctrica,
que este puente es metálico. Menos mal que llevábamos las capas de agua
y son largas, porque la tromba de agua que recibimos en tan poco tiempo
fue tremenda y nuestros cortos chubasqueros no hubieran servido de
mucho.
Los puentes y las pasarelas sobre los bosques siempre te ofrecen una
visión más amplia de los mismos, y este paseo resulta muy gratificante,
por lo menos en el aspecto paisajístico y vegetal, que en el animal ha
sido escaso en comparación con otros paseos, pero es que los animales ya
sabían lo que traían esas nubes grises.
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