La
fuerza de la naturaleza
Hoy a las 7.40 h
tenemos que estar en la recepción del hotel para realizar la excursión de la mañana, por lo
que tranquilamente nos hemos despertado temprano, hemos tomado nuestro baño en
el jacuzzi y desayunado en la terraza con los colibríes, así hemos aprovechado
el tiempo mejor, ya que la opción de bajar al buffet y volver a subir a la
habitación no nos convencía demasiado, sobre todo teniendo ese jacuzzi en la habitación.
La excursión la
haremos al Parque Nacional Volcán Arenal,
declarado como tal en 1995, y la haremos en compañía de una familia británica y de una pareja
norteamericana, todos muy simpáticos, y todos muy pendientes de todos en el
caminar; está claro que el idioma no es un impedimento para la comunicación.
Desde el coche
tenemos nuestra primera visión del volcán, al que es difícil no verle coronado
por las nubes.
Llegamos a la entrada
del parque donde nuestro guía; Néstor, se encarga de los trámites del ticket (que entra
en el precio de la excursión). El 29 de julio de
1968 un terremoto provocó enormes explosiones del volcán, con ríos de lava que
destruyeron tres pueblos, muriendo 78 personas. Un conjunto de placas recuerda
el hecho y sobre todo a las personas.
Un escueto mapa en el
que se pueden las rutas del parque (sin nombre, aunque los tienen).
Nosotros vamos a
caminar por el sendero Las Coladas,
de solo 2 km, una caminata corta y tranquila (menos mal que finalmente no pedí
otra más completa y algo más exigente físicamente hacia otra zona, porque ni el cuerpo de mi
pareja ni el mío estaban para trotes).
Y este es el camino,
llano en su mayor parte, en el que Néstor nos irá descubriendo parte de su
flora y fauna, advirtiéndonos de que tengamos cuidado con la primera, ya que
sus hojas pueden cortar o pinchar, por muy bonitas que parezcan, y además hay
que cuidarla.
Creo que este helecho
recibe el nombre de helecho joker,
supongo que sus hojas colgantes recuerdan a los picos del sombrero de este
personaje.
En el suelo una
conocida nuestra, una planta muy simpática, la mimosa, que no estaba muy dispuesta a colaborar y por eso el vídeo que grabamos no es representativo de nada. Cuando le pasas
suavemente un dedo por encima se contrae, como en un arranque de timidez.
La lluvia y la
humedad, ciertamente incómodas, son las que consiguen que los bosques de Costa
Rica presenten su bonito aspecto de cuento, que en la noche podría tender a cuento de miedo.
Las heliconias salpican la vegetación con
su colorido naranja, amarillo o rojizo; en Costa Rica hay por lo menos 250 especies de esta
planta, tan bien llamada ave del paraíso.
Vemos un gran ficus o
higuerón, con sus raíces cubriendo
gran parte del suelo alrededor, que producen la sensación de que cuando te des
la vuelta, el árbol caminará y cambiará de posición. La razón de las raíces
aéreas es que el higuerón comienza como planta epifita sobre otra planta, y
poco a poco va extendiendo sus raíces hasta tocar el suelo, momento en que
estrangula a su planta anfitrión y comienza su vida como árbol independiente (esta epifita sí termina resultando dañina para la planta en la que se desarrolla).
Otro de los árboles
es el arenillo, cuya madera era muy
apreciada para la elaboración de muebles.
¡Arriba la mirada! Un
mosquitero tropical se posa en la
última rama.
Conocemos a otro tipo
de araña, la araña panadera, que
parece más una concha, o incluso un alien con un ojo central… los pinchos a su
alrededor son una protección. Las hay más coloridas pero desde luego esta nos
resultó hasta bonita.
Un simpático saltamontes verde esperanza (creo que
así se llama, con esperanza y todo).
Más que un árbol
parece un dinosaurio de cien patas, la naturaleza se vuelve caprichosa con sus
formas.
La humedad propicia
la aparición de hongos sobre los troncos de los árboles.
No faltan los
termiteros, que no son pocos ni pequeños.
Un árbol guarumo, de bonitas y grandes hojas,
cuyo tronco está hueco, vaciado por las termitas.
Un árbol copey, cubierto
de musgo.
Una atractiva flor,
para nosotros de nombre desconocido, y es que de vez en cuando nos quedamos descolgados del grupo contemplando a nuestro alrededor y luego nos toca correr para unirnos con él.
De repente, todos
notamos como algo nos pica en las piernas, ¡hormigas soldado!, unas hormigas que corren y suben por cualquier
parte a una velocidad asombrosa, con unos dientes que clavan a conciencia, que
también son conocidas como hormigas guerreras o ardieras. Y es que precisamente nos
hemos parado junto a su camino en mitad del nuestro, y han aprovechado la
ocasión. Todos luchamos desesperadamente para quitárnoslas, y eso que en mi
caso llevaba el pantalón bien ajustado sobre la bota, pero aún así, llegaron a
entrar dentro de la bota y todo. ¡Asesinas! Lástima me dio que el hijo de la
familia británica se había sentado en el suelo antes, y no sé si sobre algo no
recomendable.
Una sorpresa, hay que
agudizar la vista porque está bien camuflado haciendo honor a su nombre, un pájaro estaca. Una pena que solo nos
enseñó su espalda y no su cara.
Más adelante nos
saluda una chachalaca, ave que tiene
nombre de baile marchoso.
Néstor nos señala una
columna de cemento, que perteneció a la verja del ICE (Instituto Costarricense
de Electricidad), ya que esta zona les pertenecía y luego paso a ser Parque
Nacional.
Néstor nos enseña una
hoja conocida como lengua de vaca, con unos pelitos sobre ella que reciben el
nombre de tricomas; la curiosidad es que parece tener cinco nervios en su haz
(cara superior), pero en el envés (cara inferior) de la hoja solo hay tres
saliendo del peciolo (falta la falta demostrativa).
Estamos caminando por
un bosque secundario, es decir, que ha sido explotado por el hombre y
posteriormente se ha recuperado (por lo menos se ha hecho una buena acción). El
bosque primario es por lógica el que nunca ha sido explotado, fragmentado o
influido por el hombre.
Termina el camino
llano y comienza el camino de la colada de lava, sobre piedras volcánicas y en
ascenso.
La ascensión tiene
como siempre la recompensa de las vistas. Por un lado, el lago Arenal.
Y por otro, al rey de
esta zona, el volcán Arenal, que ha dejado de tener actividad pero al que no se
le puede dejar de mirar por si acaso. Los carteles sobre su peligrosidad se
mantienen.
El volcán comenzó a
formarse hace un millar de años, siendo considerado sagrado por las tribus precolombinas.
Permaneció inactivo desde el año 1500 aproximadamente hasta el 29 de julio de
1968. Hasta el 2010 continúo lanzando columnas de ceniza y ríos de roca fundida
incandescente, acompañadas de explosiones. Era un espectáculo por la noche por
la lava roja corriendo por sus laderas (y los turistas a la captura de la mejor
fotografía).
Disfrutadas las
vistas y realizadas las fotografías emprendemos el camino de vuelta, donde nos
encontramos con una simpática ardilla, que aunque no tenga el interés de ser
“exótica”, alegra con su presencia.
En este camino no
podía faltar la araña nefila,
omnipresente en el país.
Una vez en el coche,
nos ofrecen un pequeño refrigerio.
Nos llevan al hotel,
podríamos habernos quedado a curiosear en La Fortuna y comer allí, pero sinceramente,
jacuzzi, piscina, ducha, descanso…en este viaje son términos que han primado, y
es que debe ser que nos hacemos "mayores", por lo que este viaje comenzó con los
dos pies izquierdos y se fue levantando y cayendo kilómetro a kilómetro, paso a
paso, pero creo que durante la organización del mismo tuve claro que no iba a
ser un viaje de los de marcar el paso rápido continuamente, que teníamos que
tener nuestros momentos de descanso, ¿premonición de nuestros estados físicos?,
estados físicos y emocionales que ya salieron de Madrid algo desgastados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario