16 de enero de 2017

España - Madrid - Restaurante Domo by Roncero & Cabrera



Tapas con estilo

Puente de la Constitución en España, nosotros no tenemos ni puente ni acueducto ni siquiera una simple pasarela, por lo que los días de fiesta los aprovechamos para comer fuera y disfrutar algo del ambiente navideño que ya  se respiraba en Madrid. Como ya va siendo una costumbre, no buena por cierto, llamamos a última hora para reservar una mesa en el restaurante Domo by Roncero & Cabrera, alojado en el hotel NH Eurobuilding, y de nuevo ¡bingo!, hay mesa para estas dos almas y estas dos bocas. El chef al mando es Luis Bartolomé, colaborando en la carta con Paco Roncero, del que nuestra memoria, corazón y papilas gustativas tienen los buenos recuerdos de La Terraza del Casino y de Gastro Bar Estado Puro




El vestíbulo del hotel, un amplio vestíbulo en el que se distribuyen recepción, espacios comunes, restaurantes y lounges, ya luce sus mejores galas navideñas. 




Al llegar nos asombramos, porque el restaurante está casi vacío, solo algunas mesas están ocupadas, y parece que la reserva no había sido necesaria, sensación que se fue diluyendo con el paso del tiempo, ya que poco a poco el local se fue llenando y no quedaron más que unas pocas mesas libres. 





La mesa, de cuatro comensales por lo que estaremos bien amplios, está decorada sencilla pero con buen gusto. 



De aperitivo, unas patatas fritas, pero con un pequeño toque de pimentón y de pimienta, nada excesivamente perceptible, un toque de gracia y sabor. 




Una vez leída la carta, con platos sugerentes casi todos ellos, de nuevo recurrimos a lo fácil, elegimos el menú degustación de Domo-tapas (también hay un menú más clásico, pero nos apetecía más el picoteo), ya que muchos de sus platos son los que hubiéramos elegido por nuestra cuenta, y siempre resulta más conveniente económicamente. Acompañamos con dos copas de rioja, que no queremos beber una botella entera, hay que mantenerse despejados, o esto, o tomar una habitación en el hotel para una buena siesta.


Un aperitivo más contundente que las patatas fritas es un fiambre de presa ibérica servido en pan de gambas (fusión total), acompañado de unos cubos de gelatina de cítricos y pequeños brotes de rúcula.




El pan de dos colores, blanco y negro, muy ricos los dos. 




Comienza el menú con una torta de aceite con hortalizas asadas y anchoas de Santoña. Una versión de una coca de escalibada. Muy rica la torta, con una escalibada al punto de sabor y textura, y por supuesto, con una anchoa tan rica que estaba para pedir la lata entera. 




Ensaladilla rusa cremosa con ventresca de atún, un clásico entre las tapas, muy bien elaborada, fresca y untuosa, servida de forma muy original. Uno de los comensales se podría haber hecho un bocadillo con las dos raciones, y no fui yo. 




El siguiente plato contiene tres tapas a la vez, pero en el mío hay un cambio porque una de estas tapas no me gusta nada, y el cambio fue realizado sin problemas. 





Tigre negro de mejillón y chipis, que parece ser que hasta me hubiera podido gustar, pero preferí no arriesgarme, con los bivalvos mi relación es bastante limitada, aunque poco a poco va mejorando, porque lo intento y lo intento, hasta que un día me sorprenden y me sorprendo. 




El mejillón me lo cambian por un langostino chipotle style, que resultó estar exquisito, aunque picante por supuesto, que el chipotle, un pimiento rojo desecado, se tiene que notar. Creo recordar que el rebozado era arroz inflado, sí, de ese del que hay bolsas de aperitivos, aunque en esta ocasión no tan salados como en estas bolsas, por lo que aportan más una textura crujiente que sabor. 




Empanadillas caseras de gamba blanca a la tártara. Lo que se agradece que la masa de empanadilla no sea una soberana masa, sino algo crujiente que no te inunda la boca y no te hace olvidar el relleno. 




Panini de paleta ibérica con mozzarella y champiñones. Un buen bocadillo, donde de nuevo el relleno es el protagonista, muy bien acompañado por el pan de chapata de cristal. 




Llegados a este punto, por mí hubiera terminado el menú, pero todavía quedaba un plato por llegar, un pollo de corral tikka masala  (con curry y leche de coco entre otros ingredientes) acompañado de arroz especiado. Por desgracia yo no lo degusté correctamente, precisamente por estar saciada, pero estaba muy bueno. 




De postre, un universo dulce, un mini universo bien surtido y rico, para los golosos sin lugar a dudas; macarons, bombones, tiramisú y tejas.







Terminamos con un buen café. 




Y nos ofrecen una copa de champán para rematar la comida, ¡viva la navidad!




Si en lugar de comida hubiera sido cena posiblemente nos hubiéramos tomado un cóctel del barman Cabrera y finalizar de forma completa, pero como teníamos planes callejeros, lo mejor fue dejar pasar la ocasión, que espero nos quitemos la espinita en breve. 




La experiencia ha resultado magnífica, mejor incluso de lo que esperábamos, y esperábamos algo bueno, pero la relación calidad-cantidad-precio nos parece muy adecuada.


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