Tapas
con estilo
Puente de la
Constitución en España, nosotros no tenemos ni puente ni acueducto ni siquiera
una simple pasarela, por lo que los días de fiesta los aprovechamos para comer
fuera y disfrutar algo del ambiente navideño que ya se respiraba en Madrid. Como
ya va siendo una costumbre, no buena por cierto, llamamos a última hora para
reservar una mesa en el restaurante Domo by Roncero & Cabrera, alojado en el
hotel NH Eurobuilding, y de nuevo ¡bingo!, hay mesa para estas dos almas y estas
dos bocas. El chef al mando es Luis Bartolomé, colaborando en la carta con Paco
Roncero, del que nuestra memoria, corazón y papilas gustativas tienen los
buenos recuerdos de La Terraza del Casino y de Gastro Bar Estado Puro.
El vestíbulo del
hotel, un amplio vestíbulo en el que se distribuyen recepción, espacios
comunes, restaurantes y lounges, ya luce sus mejores galas navideñas.
Al llegar nos
asombramos, porque el restaurante está casi vacío, solo algunas mesas están
ocupadas, y parece que la reserva no había sido necesaria, sensación que se fue
diluyendo con el paso del tiempo, ya que poco a poco el local se fue llenando y
no quedaron más que unas pocas mesas libres.
La mesa, de cuatro
comensales por lo que estaremos bien amplios, está decorada sencilla pero con
buen gusto.
De aperitivo, unas
patatas fritas, pero con un pequeño toque de pimentón y de pimienta, nada
excesivamente perceptible, un toque de gracia y sabor.
Una vez leída la
carta, con platos sugerentes casi todos ellos, de nuevo recurrimos a lo fácil,
elegimos el menú degustación de Domo-tapas (también hay un menú más clásico,
pero nos apetecía más el picoteo), ya que muchos de sus platos son los que
hubiéramos elegido por nuestra cuenta, y siempre resulta más conveniente
económicamente. Acompañamos con dos copas de rioja, que no queremos beber una
botella entera, hay que mantenerse despejados, o esto, o tomar una habitación
en el hotel para una buena siesta.
Un aperitivo más
contundente que las patatas fritas es un fiambre de presa ibérica servido en
pan de gambas (fusión total), acompañado de unos cubos de gelatina de cítricos
y pequeños brotes de rúcula.
El pan de dos
colores, blanco y negro, muy ricos los dos.
Comienza el menú con una torta de aceite con
hortalizas asadas y anchoas de Santoña. Una versión de una coca de escalibada.
Muy rica la torta, con una escalibada al punto de sabor y textura, y por
supuesto, con una anchoa tan rica que estaba para pedir la lata entera.
Ensaladilla rusa
cremosa con ventresca de atún, un clásico entre las tapas, muy bien elaborada,
fresca y untuosa, servida de forma muy original. Uno de los comensales se
podría haber hecho un bocadillo con las dos raciones, y no fui yo.
El siguiente plato
contiene tres tapas a la vez, pero en el mío hay un cambio porque una de estas
tapas no me gusta nada, y el cambio fue realizado sin problemas.
Tigre negro de
mejillón y chipis, que parece ser que hasta me hubiera podido gustar, pero
preferí no arriesgarme, con los bivalvos mi relación es bastante limitada,
aunque poco a poco va mejorando, porque lo intento y lo intento, hasta que un
día me sorprenden y me sorprendo.
El mejillón me lo
cambian por un langostino chipotle style, que resultó estar exquisito, aunque
picante por supuesto, que el chipotle, un pimiento rojo desecado, se tiene que
notar. Creo recordar que el rebozado era arroz inflado, sí, de ese del que hay
bolsas de aperitivos, aunque en esta ocasión no tan salados como en estas
bolsas, por lo que aportan más una textura crujiente que sabor.
Empanadillas caseras
de gamba blanca a la tártara. Lo que se agradece que la masa de empanadilla no
sea una soberana masa, sino algo crujiente que no te inunda la boca y no te hace
olvidar el relleno.
Panini de paleta
ibérica con mozzarella y champiñones. Un buen bocadillo, donde de nuevo el
relleno es el protagonista, muy bien acompañado por el pan de chapata de cristal.
Llegados a este
punto, por mí hubiera terminado el menú, pero todavía quedaba un plato por
llegar, un pollo de corral tikka masala
(con curry y leche de coco entre otros ingredientes) acompañado de arroz
especiado. Por desgracia yo no lo degusté correctamente, precisamente por estar
saciada, pero estaba muy bueno.
De postre, un
universo dulce, un mini universo bien surtido y rico, para los golosos sin
lugar a dudas; macarons, bombones, tiramisú y tejas.
Terminamos con un
buen café.
Y nos ofrecen una
copa de champán para rematar la comida, ¡viva la navidad!
Si en lugar de comida
hubiera sido cena posiblemente nos hubiéramos tomado un cóctel del barman
Cabrera y finalizar de forma completa, pero como teníamos planes callejeros, lo mejor fue dejar
pasar la ocasión, que espero nos quitemos la espinita en breve.
La experiencia ha
resultado magnífica, mejor incluso de lo que esperábamos, y esperábamos algo
bueno, pero la relación calidad-cantidad-precio nos parece muy adecuada.
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