16 de noviembre de 2016

Uzbekistán - Conclusiones y enlaces



Un país turquesa

Uzbekistán nos ha cautivado, tanto por aquello precioso que se empeñan en enseñarnos, como por aquello que intentan no hacerlo. Es un país de cara A y cara B, un país de cartón piedra, de mosaico y cúpulas para los turistas, de barrios humildes y casas sencillas e incluso ajadas para la población. Para nosotros ha sido uno de los mejores viajes que hemos hecho, sobre todo porque nos ha sorprendido, y es una cualidad básica para que un viaje te deje un buen poso. 

Lo primero a destacar es la seguridad, en ningún momento hemos sentido o vivido algún episodio extraño, alguna mirada anómala, y en todo momento hemos encontrado amabilidad y simpatía, y por supuesto intriga de nuestra procedencia, aunque este también es un buen modo de emprender una conversación para intentar establecer una venta. 

Lo estamos construyendo” es una frase que hemos escuchado continuamente, y es que Uzbekistán es un país a reconstruir, muchos de sus monumentos estaban semiderruidos y se está realizando una labor increíble para devolverles su esplendor, aunque duele un poco como parece que se destina más dinero a esto que a las necesidades de los ciudadanos; pensemos en la parte positiva, esto traerá más turismo, el turismo más dinero, y finalmente los ciudadanos se verán favorecidos (pero es un poco el cuento de la lechera versión Sherazade). 

Es un país mitad historia, mitad leyenda, y las dos perfectamente compatibles cuando se contemplan sus edificios, no se necesita estar al cien por cien segura de una o de otra, ¡que vuele la imaginación!, como las alfombras mágicas. 

Visitemos este sorprendente país ya no para restaurar sus monumentos, sino para que éstos no se pierdan, para que se puedan mantener en pie, que su rico y variado patrimonio permanezca. 

¿Qué se ve en Uzbekistán?, mezquitas, madrazas y mausoleos son sus monumentos básicos, todos ellos con patrones arquitectónicos similares, pero siempre con sus diferencias, que no son tantas como en las construcciones occidentales, o nuestros ojos no las encuentran a primera vista tan fácilmente (románico, gótico, barroco…). Como puede convertirse en un planning arquitectónico repetitivo, lo mejor es elegir lo que se quiere ver, y si se quiere todo, hay que ir preparado mentalmente para esta repetición. 

No hay que perderse sus mercados, siempre llenos de color, alegría y vida, con gente muy amable con abiertas sonrisas y cara de sorpresa ante los turistas, sobre todo si son de países no tan conocidos como es el caso de España, Hispania, aunque ya somos muchos españoles los que hemos pasado por aquí y la sorpresa es menor. Lo importante es no dejar de mirar, y sobre todo de ver, con todos los sentidos, que no solo el de la vista es el importante. 

Tashkent no la hemos conocido a golpe de zapatilla como nos gusta, pero la zona por la que nos hemos movido ha sido aséptica y fría, mucho ministerio, mucha oficina, poca vida en la calle. Avenidas amplias, parques a doquier, fuentes a diestro y siniestro, en parte un despropósito para los ojos de los visitantes ajenos, pero no parece que para la vida cotidiana y de diario. 

Khiva es la ciudad de cuento, con la que sueñas sin saber que existe. En ella déjate llevar por tus pasos y donde te lleve la mirada, no te vas a perder, es la ciudad más fácil de recorrer, y vas a disfrutar como un niño, encontrarás rincones llenos de magia, la cámara siempre preparada porque el ojo no parará de descubrir encuadres. Tus ojos se quedarán impresionados para siempre, y tu corazón tendrá morriña por volver. El color de Khiva es el del desierto, por lo que desde sus minaretes parece una ciudad de arena. 

Bukhara es una ciudad con sus monumentos dispersos, pero con buena voluntad se podría llegar a casi todos ellos andando, si bien la recompensa no siempre se encontraría en el paseo, que podría ser anodino, pero al final estaría esperando. Sus monumentos son bonitos e impresionantes, por lo que además sorprende. Es de las que te deja buen sabor con el paso del tiempo, y en la que hay que entrar a sus bazares, no ya para comprar, sino para entender la vida de ayer.

Samarcanda, la mítica,  tiene en contra su gran extensión, por lo que recorrerla a pie puede resultar agotador, aunque su centro histórico con los monumentos más importantes está concentrado en la zona de la plaza del Registan, y esto es más asequible. Es la ciudad con los monumentos más espectaculares, donde el lujo rezuma por todos ellos, con sus mosaicos, cerámicas, pan de oro, cúpulas… pero para nosotros ha sido la más impersonal, quizás su pasado y presente ruso la hace más fría y distante, pero lo que es innegable es que hay que ir y admirarla. 

Con toda seguridad no harían falta tantas noches como nosotros hemos pasado en cada ciudad para recorrerlas y conocer sus monumentos más emblemáticos, e incluso algunos menos conocidos, pero es que cuando el calor y el sol aprietan son un enemigo a tener en cuenta, y las tardes empezarían con el atardecer, por lo que los monumentos estarían cerrados. Si es verano, recomiendo el descanso y las duchas refrescantes y tonificantes; en otra estación del año, seguramente es posible caminar a una marcha más alegre y abarcar más terreno en menor tiempo. 

El mayor problema es el idioma, ya por regla general no se habla inglés, algunos jóvenes se pueden encontrar que lo chapurreen (como nosotros), y en hoteles y restaurantes cuyos trabajadores se hayan curtido en el turismo y hayan tenido interés, pero las señas serán el medio general. Nuestra ventaja ha sido ir con un guía que nos ha abierto el camino, aunque también es cierto que con esta facilidad se pierde parte del encanto, ya que no se trata de manera directa con la gente, y lo que se pierde humanamente se gana en tiempo. 

Páginas interesantes para informarse de un viaje a Uzbekistán:





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