De
la plaza a la iglesia
Pasado el Arco de la Estrella, hacia la derecha sale la calle
Adarve de la Estrella, donde hay un arco que une el palacio del Mayoralgo
con la Torre de los Púlpitos, lo que permitía participar de los acontecimientos
públicos de la plaza desde la torre.
Hacia la izquierda
surge la calle Adarve Obispo Álvarez de
Castro; a la derecha, fachada lateral y puerta del Palacio Episcopal; al
fondo la torre de la casa de los Toledo-Moctezuma. ¿No es más evocador la imagen nocturna que la diurna?, os puedo asegurar que es una auténtica delicia el paseo en la noche.
Frente al Arco de la Estrella sale
la calle Adarve de la Estrella.
Esta calle conduce a
la plaza de Santa María. Al fondo se
distinguen las torres blancas de la iglesia de San Francisco Javier.
En la plaza hay
varios edificios significativos, siendo el principal la Concatedral de Santa María, iniciándose su construcción en el siglo
XIII y terminándose en el siglo XVI, por lo que mezcla elementos románicos,
góticos y renacentistas. Es la iglesia más importante de la ciudad, cuyo título
de concatedral le fue concedido en 1957, compartiendo sede episcopal con la
catedral de Coria.
La torre es de tres
cuerpos, y en la portada del Evangelio (la de la fotografía inferior) hay un pilar con
ménsula en el que está la imagen de la Virgen. Al interior en esta ocasión no
entramos porque se estaba celebrando una boda, aunque afortunadamente ya hemos
estado en otras ocasiones familiares (bodas por supuesto).
En la esquina de la
derecha de la concatedral está la imagen de San Pedro de Alcántara, escultura realizada por el extremeño Enrique
Pérez Comendador en 1954, que tiene la fama de atraer la suerte si le tocan los
dedos de los pies, pero en lugar de una fotografía de ellos, la tenemos de su
coronilla.
Girando por esta
esquina donde se sitúa la estatua, se encuentra la fachada principal de la concatedral (aunque esta no es la puerta utilizada para entrar solteros y salir casados, sino la del Evangelio),
junto a la cual se reunía el Concejo Municipal.
Vamos a conocer el resto de importantes edificios que se levantan en la plaza. Frente a la
concatedral, el palacio Episcopal,
construido en el terreno que ocupaban unas tiendas en la antigua plaza que aquí se encontraba, terreno que
fue concedido en 1261 a Don Fernando, obispo de Coria. La fachada renacentista
es de 1587, y fue mandada construir por Don García de Galarza; a ambos lados
hay dos medallones con figuras que parecen representar dos indios americanos,
hombre y mujer, reflejando la participación de Extremadura en la colonización
de América. En este palacio se hospedó Felipe II en 1583, a la vuelta de ser
coronado rey de Portugal.
En la calle Adarve
Obispo Álvarez de Castro, y frente al palacio en esta calle, está el palacio de Hernando de Ovando, ordenado
construir en estilo renacentista en el siglo XVI por Don Hernando de Ovando y
Doña Mencía de Ulloa, siendo reformado en el siglo XVIII. En las esquinas de la
puerta de entrada hay dos medallones con las figuras de estos nobles. En la parte superior se ve esgrafiado el águila de los Vera (Veritas
Vincii), y bajo él, el escudo de los Ovando-Ulloa.
El lado sur de la
plaza está cerrado por el palacio de
Mayoralgo, en cuya fachada del siglo XVI destaca un escudo renacentista,
compuesto de dos mitades de águila y una torre, además de dos ventanas
geminadas. Esta fachada fue reformada ya que fue destruida por una bomba que
cayó en la plaza en 1937. La familia que construyó este palacio fundó en 1320
el primer mayorazgo de Cáceres, y su apellido deriva de esta institución.
El edificio ha sido
habitado por los sucesores de la familia hasta que fue adquirido por Caja
Extremadura para ubicar su sede social e institucional.
Desde la plaza de
Santa María, a la izquierda surge la calle Amargura, que conduce al Palacio y Torre de Carvajal, construido
a finales del siglo XV, aunque sufrió un incendio en el siglo XIX, tras el que
pasó a ser llamado “casa quemada”. Actualmente alberga el Patronato de Turismo.
Sobre la fachada del palacio hay un
imponente y gran escudo, rodeado por hojas y bellotas de roble (carballo, del
que deriva el apellido familiar)
Adosada al palacio,
la torre, que es redonda, por lo que se le atribuye un origen árabe.
Volvamos a la plaza y
ahora giremos a la derecha, para llegar a la Plaza de los Golfines, donde frente a la portada principal de la
concatedral se alza el palacio de los
Golfin Roco Duques de Valencia, y a la vuelta se encuentra la Casa Moraga, del siglo XV, que aloja el Centro Provincial de
Artesanía.
El otro lado de la
plaza está cerrado por el edificio de la Diputación
Provincial, asentado sobre el lugar que en el siglo XV ocupó el convento de
Santa María de Jesús, que fue restaurado en 1965 con elementos procedentes
del Seminario del Obispo Galarza, seminario que fue derribado para construir un
nuevo mercado de abastos.
A la izquierda de esta pequeña plaza (o subplaza) surge el bonito palacio de los Golfines de Abajo, un
enorme edificio que perteneció a los Tello, reconquistadores de la villa. El palacio se formó por la unión de diecisiete casas, con una mezcla de estilos:
renacentista, gótico y plateresco. Los Golfines alojaron aquí a los Reyes Católicos
en 1480, y por ello sobre la ventana plateresca geminada se ve su escudo de
armas. Tiene dos torres, una más alta, alineada a la fachada, y otra más
pequeña, que sobresale de esta, en la que está el escudo de los Golfines.
La parte lateral del
palacio y la torre más alta se ven mejor desde la terraza de la iglesia de San Francisco Javier, en la cercana plaza de San Jorge.
Frente al palacio de los Golfines de Abajo, el
edificio del Ministerio de Fomento,
en el lugar donde estuvo la ermita de Santa Catalina, y en el que al igual que
en el edificio de la Diputación Provincial, se utilizaron restos del Seminario
del Obispo Galarza para su construcción.
Así terminamos este segundo paseo por la Ciudad Antigua de Cáceres, pero todavía nos queda mucho que conocer.
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