25 de abril de 2014

Chile - Santiago - Parque Quinta Normal - Museo Nacional de Historia Natural - Museo de Ciencia y Tecnología - Museo Infantil - Museo de la Memoria y los Derechos Humanos



Museos en el parque

Nos tomamos  con calma parsimoniosa la salida del hotel para seguir explorando la ciudad, y es que ya los días de viaje, de excursiones y de trajín en general nos pasan factura, no es que no haya ganas, las hay y muchas, pero el cuerpo también pide su momento de “stand by”. Podíamos haber continuado la visita por Santiago rematando algunos lugares que nos hemos ido dejando sin conocer por haber corrido demasiado rápido el reloj o nosotros no haber corrido demasiado, pero en lugar de esto decido que nos iremos a explorar la zona oeste del centro, que alberga los barrios más antiguos de Santiago, donde residió la élite de la ciudad antes de trasladarse al noreste, donde se conservan pocos edificios coloniales pero donde sí hay edificios de arquitectura neoclásica y francesa de comienzos del siglo XX. 


En la zona del hotel no hay una estación de metro cercana, habría que caminar por la avenida Nueva Costanera hasta la estación Tobalaba, en el barrio de Providencia - Las Condes pero esto nos llevaría demasiado tiempo; y los autobuses que circulan por esta zona no los tenemos controlados, aparte de que había leído que no admitían efectivo, solo billetes ya comprados, así que la mejor opción es tomar un taxi para ir al parque Quinta Normal, cuyos alrededores están tomados por estudiantes, tanto universitarios (cerca hay una sede de la Universidad de Chile) como por alumnos de institutos cercanos. 




El parque se creó en 1842 en terrenos propiedad del político Diego Portales, que a su muerte fueron comprados por el gobierno y entregados a la Sociedad Nacional de Agricultura para cultivar especies exóticas y hoy posee una gran variedad de árboles. De su original extensión el parque hoy solo ocupa una pequeña fracción del terreno. 




Supongo que al ser martes, y a pesar de la juventud que se concentra alrededor de su valla, el parque está muy tranquilo, y sigo suponiendo que parte de la sensación de cierto abandono que nos transmite es porque se trata del final del invierno, y que no muy tarde comenzarán a ponerle a tono para la primavera. 

En el pequeño estanque se pueden alquilar barcas a pedales, aunque no es que el circuito fuera muy grande.




Nos damos un corto paseo por el parque, sin grandes pretensiones de recorrerlo en su totalidad, y se puede hacer bien porque su extensión es fácilmente abarcable, pero no nos motivo adecuadamente. 


En su interior hay varios museos, como el Museo Nacional de Historia Natural, construido en 1875 en estilo neoclásico como edificio destinado a la primera Exposición Internacional de la ciudad. El museo fue fundado por el naturalista francés Claude Gray. 




Otro de los museos es el Museo de Ciencia y Tecnología, edificio conocido con el sobrenombre de Partenón, ya que el edificio en que se aloja fue construido en estilo neoclásico en 1884 para el pintor chileno Pedro Lira que quería crear una sala para albergar exposiciones de arte. En sus inicios albergó el Museo de Bellas Artes y posteriormente el Museo de Arte Contemporáneo, ambos museos trasladados al barrio de Lastarria . El museo de ciencia fue creado en 1985 con la buena idea de enseñar a los niños a través del aprendizaje en ciencia y tecnología. 


Lástima de las pintadas en su fachada (el mal generalizado en Santiago). 




En el exterior del museo se exhiben algunos objetos o instrumentos tecnológicos (hoy podría llamarse escultura en lugar de bomba de agua y sería totalmente creíble). 




El último edificio de los museos del parque que vimos -porque hay más- fue el Museo Infantil, que nos dio la triste sensación de abandono total, no solo porque pareciera estar cerrado sino porque necesitaba un repaso de pintura con la que eliminar el paso del tiempo y de los vándalos. Se aloja en una casa de estilo victoriano que estuvo a punto de ser demolida y en 1984 se restauró para mostrar la historia de Chile a través de sus juguetes -de nuevo una buena idea-; al comienzo los niños no podían tocarlos pero a partir de 1993 se intentó darle un aire lúdico -otro buen paso-. 





El semiabandono del parque se encuentra también en sus kioscos, no sé su destino original, porque caseta de entrada no puede ser al situarse en el interior, una caseta de jardinero no tiene mucho sentido por su tamaño, lo más normal es que fuera un kiosco destinado a la venta de bebidas y chucherías. 




Salimos del parque sin haber visto los edificios de otros museos, como el MAC Espacio Quinta Normal, el Museo Ferroviario y el Museo Arlequín. 




Salimos a la avenida Matucana donde se sitúa el nuevo Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, inaugurado en 2010 para dar a conocer las violaciones de los derechos humanos cometidos en Chile durante la dictadura de Pinochet, así como para honrar a las víctimas y sus familias e invitar a la reflexión sobre la importancia del respeto y la tolerancia, con el objetivo primordial de que estos hechos no se repitan. Lástima de no tener tiempo para entrar, queríamos seguir callejeando por Santiago -hay que elegir las visitas-. Es como un complemento institucional al Centro Londres 38 del barrio París-Londres. Mi idea original era visitar el segundo y al final no visitamos ninguno, porque además estaba segura que si entrábamos en este museo pasaríamos lo que restaba de mañana.





En la esquina de la avenida Matucana con la calle Catedral se alza un colegio, del que al terminar la jornada escolar salieron disparados sus alumnos en dirección al parque o a sus alrededores. 




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