Un
hotel en “la milla de oro”
El último hotel elegido
en Santiago, y en Chile, no fue en la mejor zona para hacer turismo, sí para
hacer shopping en tiendas de grandes nombres y marcas, pero nosotros viajamos para hacer lo primero, turistear y conocer, con lo que en principio la elección no parece
ser la adecuada. Se trata del Noi Vitacura, de la
misma cadena que el Hotel Indigo en el que nos alojamos en Puerto Natales.
El hotel está situado
en el barrio de Vitacura, donde viven las familias acaudaladas, los políticos y
la "aristocracia" - durante nuestra estancia salió en las noticias por haber
sufrido una de estas mansiones un asalto y robo-, por las mencionadas tiendas del glamour,
y donde en la avenida Nueva Costanera y alrededores se han establecido
restaurantes de alta cocina chilena, que esta sí fue una razón para elegirle,
aunque finalmente el cansancio pudo más que el interés gastronómico.
Fuente: plataformaarquitectura.cl
Otras razones para
elegirle, la primera es que al igual que nos ocurrió con el Hotel
Intercontinental en el barrio de Las Condes, es que así sería la única manera de conocer algo esta
zona (casi nada vimos, pero por lo menos sentimos su ambiente de tranquilidad y diferenciación con el resto de la ciudad);
y la segunda, porque nos gustó su diseño consultando por internet. Además si durante
nuestras dos estancias anteriores en Santiago hubiéramos abarcado todo el
centro y sus alrededores, en el barrio Vitacura, que recibe su nombre de un jefe
mapuche, había varías alternativas interesantes de museos con los que completar nuestro paso por la capital.
El interior, y al
igual que el Hotel Indigo tiene una parte central
de pasillos al aire para llegar a las habitaciones, pero el resto son clásicos
pasillos de hotel. No sé si se tratará de dar una sensación de uniformidad en
alguna manera a la cadena de hoteles, porque sólo hemos conocido estos dos, y
los arquitectos de ambos son diferentes.
No realizamos una
exploración profunda del hotel, y cuando la hicimos no íbamos cámara en mano,
pero puedo contar que tiene salones para negocios, una biblioteca estilo lounge, un spa, varios
restaurantes...Donde sí excursionamos fue a la terraza del último piso, un restaurante y lounge –donde
además se ubica la piscina de verano-, con vistas al barrio, y decorado de
forma muy agradable, para propiciar el quedarse; en teoría es un lugar de moda
en las noches santiaguinas.
No pedimos ninguna
habitación especial, en algunos casos lo hacemos por la amplitud o las vistas,
pero en esta ocasión nos parecía bien cualquiera, todas eran amplias. La
nuestra tiene vistas a un pequeño patio-jardín interior, lo que es seguridad de
tranquilidad, aunque el barrio ya es tranquilo por sí solo.
De nuevo en esta
semejanza de hoteles de cadena, el lavabo está integrado en la habitación.
El inodoro, la amplia
y abierta ducha, y la fantástica bañera se encuentran en una habitación
cerrada.
Tras acomodarnos un poco salimos a explorar nuevamente la ciudad.
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