Cenando
y volando
Hemos terminado las visitas por Punta Arenas y Obdulio nos deja en
el hotel, quedando con nosotros para mañana, cuando nos pasará a buscar para llevarnos
al aeropuerto. Si pasáis por Punta Arenas y necesitáis transfers al/desde el
aeropuerto u otros traslados o excursiones, nosotros estuvimos muy contentos
con la agencia, Emily Tours, a la que había echado un ojo para evitar el viaje en autobús de Punta Arenas a Puerto Natales y viceversa, pero sin consultar el precio ya creímos que nos
iríamos de presupuesto, y aunque en coche privado se hará más cómodo, la
experiencia del autobús ha sido muy buena en todos los aspectos; otra cosa es si en lugar de dos pasajeros hay mayor número con los que repartir el coste.
No tardamos mucho en
volver a salir del hotel para cenar, hay que aprovechar que hoy el viento sopla con calma. Primero nos acercamos a una recomendación de
Obdulio, el Kiosco Roca en la calle Roca (para probar el choripan entre otras
especialidades), una picada de mucha fama en el país, pero ya había cerrado sus
puertas, así que continuamos bajando hacia la costanera en busca de un
restaurante que nos recomendaron nuestros amigos chilenos, a los que conocimos
en las excursiones por el Parque Nacional Torres del Paine, Sotito’s Bar.
Si el cartel
iluminado tiene solera, no tiene menos el interior, que parece un salón de
banquetes de los años setenta.
Aunque la decoración
puede tener su punto positivo o negativo, lo realmente importante de un
restaurante es su comida.
Como estamos en
tierra marinera, seguimos el día con una ronda de mar, pedimos unos ostiones en
salsa para compartir. Muy hermosos en tamaño y muy ricos en sabor.
Y media ración de
centolla (por fin tenemos un encuentro y una fiesta con ella, sin contar la empanada de centolla del Mercado Municipal) para compartir, porque una nos pareció al ver
pasar un plato demasiado grande. Viene la carne de la centolla lista para
comer, pero no viene el caparazón preparado como se suele tomar en España como
un auténtico manjar, manjar que nosotros no valoramos ni nuestros paladares tampoco, así que este plato de
centolla austral solo de "carne" nos parece soberbio. Para acompañar mayonesa y rico pancito. Para grandes comilones puede parecer poca cantidad, pero de ese plato de dejaba de salir centolla, con lo que nosotros acertamos, aunque si pedimos la ración entera, estoy segura que no hubiéramos dejado nada.
Para beber, de nuevo
cerveza, hoy Polar Imperial.
A la salida del
restaurante notamos el frío intenso, aunque afortunadamente el viento sigue sin soplar con
demasiada fuerza, y vemos las cuerdas que en las calles cercanas a la plaza Muñoz Gamero sirven para sujetarse cuando este viento arrecia y empuja
a todo lo que se encuentra, y que se lleva por delante; creo que es un detalle bastante
significativo de que cuando sopla, sopla de verdad.
Bordeamos la plaza con las bases de las farolas iluminadas de forma festiva, llegamos al hotel y a descansar para afrontar el último tramo de viaje.
Hoy volamos desde
Punta Arenas a Santiago, y es un vuelo al que dimos algunas vueltas,
porque al principio de realizar el planning teníamos uno a las 9 de la mañana con
escala en Puerto Montt, pero finalmente lo cambiamos, tanto por aprovechar más
el tiempo en nuestro último día en Santiago como por evitarnos la escala, por un vuelo directo que salía a las
¡6.20! de la mañana. Obdulio nos recoge puntualmente, nosotros con una cara de
cansancio tremenda, a las ¡4.30!. La duda era si de verdad la confirmación telefónica desde Puerto Natales había sido efectiva, y ¡aleluya!, en el mostrador nos encontramos con nuestros asientos confirmados.
2.189 km en vuelo
separan Punta Arenas de Santiago, con una duración de 3 h 20 m. Al cabo de una
hora aproximadamente de vuelo nos sirven la cajita con el snack clásico de
frutos secos, brownie y galletita, acompañados de café o té o alguna otra
bebida.
Nuestros asientos se
encuentran en el lado izquierdo del avión, yo esperaba poder ver algo del Campo
de Hielo Sur desde las alturas pero no vi nada de nada.
Por lo menos
disfruté uno de esos bonitos amaneceres
llenos de colores mágicos.
Hasta que no llegamos
a las cercanías de Santiago no tengo buenas vistas aéreas, y no es que me
durmiera sino que realmente no las tuvimos, a lo mejor desde el lado derecho
del avión hubiera vuelto a disfrutar con la cordillera de los Andes, como en el
vuelo desde Santiago a Calama y como las tenemos justo al aproximarnos
a la capital chilena.
A las 9.40 h llegamos
a Santiago, y hoy de nuevo nos espera Luis, el chófer dicharachero que nos
recogió a nuestra llegada al país y comienzo de este maravilloso viaje, para llevarnos al hotel. Antes de
salir del aeropuerto pasamos por el mostrador de LAN para intentar emitir los
billetes de avión para mañana, y ¡sí!,
confirmamos asientos, pero de nuevo son modificados respecto a los reservados
en su momento a través de la agencia de viajes.
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