Donde Ochs hay
Tras nuestra parada en el mirador bajamos al pueblo de Puerto
Octay (mirar mapa de localización), que no estaba incluido en la excursión de hoy, pero consultamos con Apolo la posibilidad de acercarnos y aunque se tratará de una parada rápida, con
eso nos conformamos.
Durante el viaje
Apolo nos ha ido desgranando la historia de la zona, de la colonización alemana, y también nos contó su visión personal del país, de la política, de
la sociedad y de la economía, donde siete familias poderosas e inmensamente ricas
controlan el país (no mencionó al expresidente Piñera, pero siendo
empresario y rico supongo que estará entre ellos).
Una de las partes más interesantes de su relato es la fundación del Cuerpo de Bomberos,
fundación que fue realizada por masones españoles, y lo que realmente nos
impacta es que está formado por voluntarios, no tienen un
sueldo, están por amor a sus ciudades y sus gentes; el mismo Apolo fue bombero
voluntario en Puerto Montt pero un accidente de tráfico del que tiene todavía
secuelas le ha truncado su sueño, porque es un sueño para muchos, un sueño que su hija cumple por ella y por él. El Cuerpo de Bomberos nació a raíz del incendio de la iglesia de la Compañía de Jesús en 1863, en el que murieron 2.000 personas.
La parte más
divertida del relato de Apolo fue sobre los novios y las palabras sobre ellos o sus acciones: pololos, pololear, andar (ligar sin fines
futuros o matrimoniales); a pesar de ser joven, nos pareció un hombre de
principios o como también se puede decir “chapado a la antigua”, de los de
conocer a una chica interesante y conocer a la familia para pedir permiso para
el pololeo. Después de escucharle, hasta llego a pensar que me hubiera gustado ser polola, que me hubieran llamado polola y
haber pololeado... aunque sin utilizar esta palabra realmente he sido polola y he pololeado.
Puerto Octay se
localiza en la orilla norte del lago Llanquihue, en una bahía
protegida por la península del Centinela - vista que tuvimos desde el mirador-, y es uno de los pueblos con más
encanto del lago. Fue fundado
en 1852 por inmigrantes alemanes, entre ellos uno de apellido Ochs, que
estableció un almacén y por la localidad circuló la frase “donde Ochs hay”, que
dio origen al topónimo de Octay por fonética.
Paramos en la plaza
de Armas, una pequeña plaza muy coqueta, con un gran árbol, o un “árbol de
árboles”.
En la plaza hay un
quiosco musical, con una simpática veleta en su parte superior.
Caminamos por la
calle Germán Wulf y notamos la estación invernal no en el tiempo, frío pero agradable, sino por la ausencia de paseantes en ella, así como en el resto de la localidad.
Calle en la que se
encuentra la iglesia de San Agustín,
construida en 1907 en estilo gótico alemán.
En la esquina de las
calles Germán Wulf y San Agustín se encuentra la casa Teuber, una construcción en la que destacan las tejuelas de
madera en su exterior, tablillas en madera de alerce, muy resistente al agua (hoy
el alerce es un árbol protegido por la deforestación sobre su especie que se
produjo, como vimos en el viaje de Puerto Montt a Puerto Varas, con el cementerio de alerces que tanto nos impresionó).¿Vida humana o vida vegetal?, ambas son posibles con conocimiento.
Caminamos por la calle
Germán Wul en dirección contraria a la iglesia.
En la esquina de esta
calle con la de Amunategui, a nuestra derecha se encuentra la casa Hausdorf.
Y a nuestra izquierda
la casa Wulf, que es realmente encantadora, solo falta una abuelita en su
interior haciendo ricas tartas y luego colocarlas en el alféizar de la ventana.
En Puerto Octay hay
más calles por las que pasear y descubrir sus bonitas, y en ocasiones ajadas
casas, llenas de encanto, y por supuesto por la costanera junto al lago. No paseamos más, ha sido una toma de contacto rápida,
pero con el coche podemos disfrutar de algunas de las casas.
No tenemos duda que
Puerto Octay se merece una visita, y aunque en nuestro caso no ha podido ser
más extensa, es recomendable hacerla si hay tiempo posible para disfrutar de
sus calles, casas y su paseo o costanera por el lago Llanquihue.
Emprendemos el camino
de vuelta (aunque continuar dando la vuelta al lago hubiera resultado genial),
pero antes Apolo hace una última parada en la península del Centinela, donde se construyó una mansión de recreo
en 1912, y con ella se inició el destino vacacional de Puerto Octay y la zona.
La mansión se ha transformado en un hotel, y por esta razón no entramos
demasiado en la península. La visión de esta península se tiene muy completa desde el mirador.
Continuamos el viaje
por el oeste del lago Llanquihue con el paisaje de agua, verde, granjas y vacas, ¡que verde! ¡que tranquilidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario