Tras nuestro interesante y caluroso paseo por Madrid, llegó la hora de parar no sólo para tomar unas cañas y unas tapas como hicimos en la Taberna la Dolores, sino de comer, aunque finalmente la decisión se decantó de nuevo por las tapas, y eso que pensamos que no encontraríamos sitio. Nos acercamos a la atlética y colchonera (por aquello de las celebraciones futbolísticas) Fuente de Neptuno.
Frente a ella, formando parte del Hotel NH Paseo del Prado, Paco Roncero, del que conocimos sus maravillosas creaciones en el restaurante La Terraza del Casino, tiene un gastro bar donde comer a base de tapas y raciones, decorado entre moderno y castizo, entre ayer y hoy, entre mañana y siempre; un homenaje a la peineta (que no a hacer una "peineta").
Hay mesas altas con taburetes, pero todas están ocupadas, así que el único sitio es una barra frente a la ventana, así que aparte de comer y disfrutar de ello también cotilleáremos los paseantes, que no son pocos en esta zona de Madrid. En el exterior del local también hay una terraza bajo sombrillas, que estaba llena, aunque con comensales entrando y saliendo con bastante fluidez, incluso algunos extranjeros desconcertados ante la carta se sentaron y se levantaron.
La carta es al tiempo un sobre en el que se presentan las cubiertos.
Para beber, y como no queremos hacer un exceso, pedimos dos copas de Somontano tinto, que resultó ser una estupenda elección, tanto en sí mismo como para acompañar la comida; y es que no siempre los vinos por copa resultan placenteros. Vienen acompañados por una lata de ¡aceitunas negras!, simpático el detalle inicial.
Se puede pedir por tapas o raciones o elegir uno de los dos menús degustación, cosa que hacemos nosotros, sobre todo por aquello de conocer la relación cantidad-precio, aparte de no tener que volvernos locos y jugarnos a los chinos quién elige qué y cuantos. Un menú es rechazado por incluir foie, que en esta ocasión pasaré de intentar comerle, pero en él se incluía uno de los clásicos de Ferran Adrià, la tortilla de patatas del siglo XXI, con lo que la pedimos aparte y así no nos quedamos con las ganas (siento la mala calidad de las fotografías porque no se aprecia ni la textura ni los componentes con nitidez).
La tortilla se presenta en un vaso, también puede ser una copa si se quiere dar un toque más elegante y no de taberna castiza y consta de tres capas: la de abajo es cebolla confitada, la del medio yemas de huevo y la superior una espuma de patata; finalmente se decora y aliña con un poco de aceite de oliva. Es una receta deconstruida, porque los ingredientes están juntos pero no revueltos, pero para comerla hay que hundir la cuchara hasta el fondo y con ella coger de los tres ingredientes, el resultado: auténtico y maravilloso sabor a tortilla de patatas.
El resultado casero, que no fue el esperado en presentación por falta de consistencia en la espuma del puré de patatas, ni por las cantidades, en las Navidades de 2007 es este, ¿a que se ve bonito? (a pesar de sus carencias).
En contraposición a esta deconstrucción de la tortilla, en el Restaurante Asador El Tolmo, en Brihuega, uno de sus platos es el construido de huevos, patatas confitadas y lomo de orza; a cada sitio su plato y cada uno en nuestro paladar.
Comenzamos con el menú de degustación, con una ensaladilla rusa, que llama rusa, pero en "salaílla". Es un clásico de nuestras cocinas y nuestros bares, y el resultado en este caso son los supremos ingredientes que la componían, que no sólo de decoración y originalidad se trata.
El pan no es de horno, ni cocido ni precocido ni recalentado, lo más sencillo son unos crackers algo más crujientes y migosos que los utilizados para acompañar una tabla de quesos.
Seguimos con la fiesta de la patata versionada en sus más clásicas presentaciones: patatas ali oli y patatas bravas.
Las patatas ali oli edición "de lujo" están coronadas con huevas de arenque, lo que les da un nuevo y diferente sabor, aunque para mi gusto le sobraba, aunque reconozco que le aporta un punto de sal y contraste. Bravo por las papas es la versión de las patatas bravas, que son algo bravas pero no en exceso; recuerdan en presentación a las papas arrugadas canarias, y se comen alegremente, tanto que hay que llevar la cuenta para que el comensal que te acompañe no se adelante y se coma tu ración.
Otra versión de las patatas bravas tuvimos la oportunidad de degustar en el Restaurante Sergi Arola Gastro, tan de moda hoy por razones no precisamente culinarias y gastronómicas. No estaría mal tener la oportunidad de enfrentar ambas patatas bravas y realizar una carta horizontal.
Seguimos con unos mejillones tigre, que para no ser una amante de este molusco no me desagrada. La presentación es más cómoda que la de los bares o caseras en general, ya que la masa de mejillón se presenta sobre la concha del mismo, pero no se reboza todo el conjunto. No fueron tan tigre como podían ser.
Continuando con el ingrediente de la bechamel, ya que se utiliza en los mejillones tigre, unas clásicas croquetas de jamón, que están ricas, suaves y con pequeños y sabrosos tropezonesde jamón, ingrediente que no siempre se encuentra en las croquetas, ya no sólo en forma sino en sabor, en las croquetas de todo el mundo mundial, aunque nosotros siempre recordamos, con nostalgia gastronómica y con pecado de gula, las croquetas de cocido del Restaurante Mirasierra en la localidad de Mogarraz.
El menú degustación termina con unas riquísimas mini burguers con mostaza a la antigua, una aunténtica exquisitez, que además no es una ración pequeña, dos por persona, aunque si hubieran venido dos más también habrían pasado por nuestro aparato digestivo.
Con esto se termina el menú de degustación, que podría ser algo escaso para hambrientos, pero como nosotros hicimos una parada "técnica" de tapeo antes, no pedimos ninguna ración más, que podría haber sido una cazuela de fideau que tenían ese día y que salía de cocina para bastantes mesas.
Realmente la comida no se acaba aquí ni así, no publicado en el menú pero si formando parte del mismo llegan dos postres sorpresa. Una sopa de frutas del bosque con nata y chocolate, que estaba muy buena.
Y una deconstrucción de algo como un pastel de zanahorias, que me sorprendió agradablemente aunque no terminé de cogerle el punto completo; y es que cuando me sacan del chocolate no termino de entrar en el mundo del postre de forma totalmente satisfactoria.
La relación precio-calidad-cantidad-servicio es alta, muy alta: buena comida con buenos ingredientes y una magnífica presentación. Ahora no encuentro la factura, voy a seguir en su búsqueda, pero teniendo en cuenta que incluyeron los dos postres, cortesía de la casa, tres copas de vino y una botella de agua, no resultó especialmente costoso, aunque no por el precio de un menú por supuesto.
Tras la estupenda comida nos fuímos al cercano Hotel Westin Palace a disfrutar de un café en la bella Rotonda.
Tras la estupenda comida nos fuímos al cercano Hotel Westin Palace a disfrutar de un café en la bella Rotonda.
Recomiendo este lugar para tapear y disfrutar de las tapas con una versión actual pero sin estridencias. ¡Buen provecho!
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