Tras la estupenda comida en el Gastro Bar Estado puro, el café en la Rotonda del Hotel Westin Palace y la visita a la parroquia de Jesús de Medinaceli decidimos aprobar una asignatura pendiente de las muchas que tenemos en y con Madrid. Para ello llegamos hasta la archiconocida plaza de Cibeles, con la visión al fondo de la no menos popular y conocida Puerta de Alcalá.
La plaza tiene su origen en los proyectos urbanísticos de Carlos III,
quien encargó a su arquitecto, Ventura Rodríguez, que realizase una
serie de fuentes monumentales en el recorrido que comenzaba en Atocha, seguía por el paseo del Prado y se cerraba en la plaza. La fuente fue colocada mirando hacia Atocha,
sirviendo de abastecimiento de agua a la población, la plaza surgió con posterioridad, cuando se levantaron los edificios
que la rodean y Madrid comenzó a crecer hacia el norte, por lo que la
fuente fue trasladada a su centro y se orientó hacia la calle Alcalá.
Cibeles es una diosa de la mitología, esposa de Saturno y deidad de las fecundadas. La estatua fue realizada en 1782, según el proyecto de Ventura Rodríguez por Francisco Gutiérrez y Roberto Michel. A finales del siglo XIX se le añadieron los amorcillos que arrojan el agua a la piscina de la fuente y a mediados del siglo XX dos surtidores verticales y un chorro curvo que lanza el agua desde la estatua.
Si en Madrid hay monumentos simbólicos, sin lugar a dudas, estos dos, la Puerta de Alcalá y la plaza de Cibeles, son de los más frecuentados y fotografiados. Es más, creo que la Cibeles gana por goleada (del Real Madrid por supuesto, ya que es en esta fuente donde celebran sus victorias, mientras que el Atlético de Madrid lo hace en la cercana plaza de Neptuno) al monumento de Madrid, el oso y el madroño.
En un lado de la plaza el edificio, el más majestuoso -y prepotente- para mis ojos de Madrid, con permiso de la cercana iglesia de los Jerónimos, se encuentra el Palacio de Telecomunicaciones, situado en un terreno que cubría uno de los pulmones verdes de Madrid, el Jardín del Buen Retiro -el Retiro para todo el mundo-, pero en 1903 el gobierno decidió cegarlos y realizó un concurso para levantar el palacio, comenzando las obras en 1905, según el diseño de dos jóvenes arquitectos, Palacios y Otamendi.
El palacio se terminó en 1907 con una mezcla de estilos: plateresco, racionalista, modernista e incluso con trazas de barroquismo desenfrenado. La alta torre central le da un cierto aspecto de templo religioso, por lo que el palacio fue bautizado popularmente como Nuestra Señora de las Comunicaciones.
Hasta el año 2007 el palacio albergó los servicios generales de correos, telegrafía y telefonía, y a partir de este año se decidió que alojara el Ayuntamiento de Madrid, siendo alcalde Alberto Ruíz Gallardón, lo que nos pareció a muchos de los madrileños una desfachatez y una prepotencia sublime del alcalde; que no quiere decir que la anterior sede del ayuntamiento no se hubiera podido quedar pequeña, pero la elección de este edificio emblemático sonaba y suena a "europeísmo acomplejado". Aparte de la razón esgrimida de más espacio para el consistorio, lo cierto es que el edificio también se había quedado grande para el uso postal y puede que este cambio sirviera no sólo para mantener su fachada en perfecto estado, sino para renovar su interior.
Como edificio de Correos había entrado en varias ocasiones, pero de joven casi niña, acompañando a mi padre a echar cartas, pero aparte de su llamativo exterior, sobre todo iluminado por las noches, del interior no recordaba nada. Afortunadamente, con el cambio de uso del edificio no se han limitado las visitas del todo, por supuesto a los despachos y dependencias del ayuntamiento no se puede pasar.
Se han conservado las mesas donde se escribían las cartas, postales, direcciones y las ventanillas de atención al público (cuantas historias escritas y no escritas en estos "pupitres").
La razón para visitar el palacio no es solamente esta planta baja, ya que en el resto de plantas y en varios espacios de las mismas se han habilitado diferentes exposiciones, algunas relativas al edificio y otras de arte, pero la principal razón, y nuestra asignatura pendiente, es que en el torreón central se ha habilitado un mirador (2€). Se sube en un ascensor y luego hay que subir andando 88 peldaños para obtener unas bonitas vistas. Y en esta subida si se realiza andando en lugar de en el ascensor se obtienen buenas vistas del interior del edificio, la recompensa no sólo es una visión más amplia y especial sino que en cada uno de ellos hay exposiciones diferentes, que van cambiando.
Por supuesto de la plaza y de la fuente de Cibeles.
La plaza de Cibeles, la calle de Alcalá (a la derecha el Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército de Tierra, cubierto por una mancha verde arbolada, y a la izquierda, el edificio del Banco de España).
Se ven con mayor cercanía y detalle las pequeñas torres del palacio de Comunicaciones; y en esta foto con más nitidez el edificio del Banco de España.
La intersección de la calle Alcalá y la Gran Vía, en cuya esquina se alza otro de los edificios "estrella" de la ciudad, otro símbolo de Madrid, el Edificio Metrópolis, construido en 1911 e inmortalizado en varios de los impresionantes cuadros de Antonio López.
A la izquierda el Edificio de Telefónica, situado en la Gran Vía.
El paseo de Recoletos y al fondo las Torres Colón (coronadas por un remate verde).
Detalle de uno de los remates pináculos de la fachada y el palacio de Linares, al que le atribuyen fantasmas en su interior. En la acutalidad alberga la Casa de America.
El antiguo patio de coches del palacio de Comunicaciones ha sido reconvertido en Galería de Cristal, un espacio cubierto por una gran bóveda acristalada, a la que se puede acceder con un horario muy restringido, y hoy no es día de visita.
Afortunadamente durante visita a la 9ª Feria de Arte Contemporáneo pudimos acceder a esta galería construida con casi 2.000 cristales triangulares, todo diferentes entre sí (yo sinceramente esto no lo distingo).
La inmensa masa arbolada y de verdor es el Jardín del Retiro, que merece un paseo, un amplio paseo porque tiene muchos lugares a visitar y disfrutar.
Un mundo de tejados, buhardillas y terrazas, alguna de las cuales da envidia de posesión y vistas, aparte de estar coquetamente decorada.
Al fondo el emblemático Edificio Torres Blancas, situado en la Avenida de América, obra del arquitecto Saénz de Oiza de 1961. Recibe su nombre de la idea original de utilizar hormigón blanco en la fachada, pero se desestimó por su alto coste, con lo que el blanco sólo quedo en su nombre. Es una original construcción cilíndrica que a los ojos profanos nos recuerda a una seta gigante, y aunque no andamos desencaminados por el mundo natural, la concepción se basa en los árboles.
Cuartel General del Ejército.
Bajamos del edificio y ahora no utilizamos el ascensor, lo hacemos por las escaleras, por aquello de descubrir mundo y que son solo seis-siete plantas y descubrimos que las paredes de la escalera están decoradas con azulejos, detalle que sinceramente no me esperaba.
Salimos al paseo de Recoletos, donde se celebraba una feria del libro, no la que se celebra anualmente en el Jardín del Retiro, sino una temporal.
Paseo en el que están instaladas varias
terrazas y que por la tarde-noche son un buen lugar para tomarse algo y
ver a la gente pasear.
El día, sin haber estado planificado, resultó ser un buen día, tanto por el tiempo que nos acompañó, como por los lugares por los que pasamos, conocimos y en el que comimos.
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