De
la Casa Alta a la Casa Baja
Terminada la visita al Santuario de la Peña de Francia, emprendemos el camino de vuelta, y lo hacemos dando un rodeo por la
Sierra de Francia. En el primer cruce de carreteras tomamos el desvío que
conduce a Monsagro, y no por llegar al pueblo, del que no disponemos de
información, sino por el hecho de atravesar parte de la sierra aunque sea en
coche y no haciendo senderismo como le corresponde a este paisaje.
Al principio la niebla nos
acompaña pero poco a poco se va disipando y el sol comienza a brillar con
esplendor. Llegamos a Monsagro y nos
damos un pequeño paseo por el pequeño pueblo, encontrando primero la iglesia. Parece que la nave es una construcción original muy sencilla a la que se le ha añadido una vistosa torre en piedra, así como columnas del mismo material en el porche de entrada.
La
única manera de salir de Monsagro es volver hacia atrás, cada vez con el día
más despejado, con lo que hubiera sido la oportunidad de intentar subir de
nuevo al santuario por las vistas, pero las nubes seguían rodeando la cumbre,
con lo que finalmente no lo hicimos. El paisaje no presenta grandes alturas, pero
la extensión de verde produce paz, la poca circulación también, y además el conjunto idílico-bucólico lo completa
una cabra hispánica saltando entre los árboles, pero en esta ocasión no se dejó
fotografiar como el ciervo en el Parque Nacional de Cabañeros o las cabras en el barranco de Escalona.
De
todas formas la cima todavía seguía envuelta en nubes, con lo que posiblemente
por algunos puntos cardinales la visión sería buena pero no totalmente, con lo
que llegar hasta el santuario no nos hubiera asegurado las buenas vistas, y nosotros nos llevamos, de
momento, el recuerdo de la casi soledad en nuestra visita, del halo misterioso
y místico de la niebla, y de un paisaje nevado precioso, sin estar estropeado
por las hordas de turistas que irían llegando al cabo del día.
De
nuevo en el cruce de carreteras, ahora tomamos la que llega a la localidad de El Maillo, donde casi nos pasamos de largo unas
ruinas, pero aparte de ir con el ojo avizor hay que ser persistente en lo que se busca y quiere ver.
Entramos
por lo que parece un camino, pero luego se desvía hacia el pueblo y no hacia
las ruinas, afortunadamente nos encontramos con un caminante del pueblo que
aparte de darnos conversación nos cuenta que si se puede llegar a las ruinas,
pero no se puede entrar porque hace un año el complejo fue comprado y está
pendiente de rehabilitación, supongo que para construir un complejo de hotel con todos los servicios posibles,
pero la crisis ha llegado y seguro que de momento ha sido suficiente con haber realizado
la inversión de la compra.
Las
ruinas se tratan de la llamada Casa Baja
o Monasterio Bajo de Nuestra Señora de la Peña de Francia, construida entre
los siglos XV y XVIII.
Es
un convento fundado por los dominicos como residencia secundaria de la
comunidad encargada de la custodia del Santuario de la Peña de Francia, que se
trasladaba a él cuando los rigores del invierno (y hoy hemos padecido los de la
primavera invernal, lo que nos hace comprender mejor la teoría) impedía la
permanencia en él. El resto del año servía como almacén de alimentos y
provisiones.
El
cenobio fue desalojado tras la Desamortización del siglo XIX, y por eso se
encuentra en el estado ruinoso que podemos ver.
Sobre
la puerta de entrada al convento destaca el escudo de los dominicos.
Por
un agujero entre las piedras del muro intentamos ver lo que hay dentro, para
intuir el claustro gótico o las dependencias así como su estado, pero la altura
no es accesible a nuestros ojos si no trasladamos piedras para subirnos, y esto
sería intromisión, así que lo único posible es colocar el objetivo de la cámara
y esperar a lo que se ve, que es casi nada.
Si
el estado interior es todo así, se va a necesitar tiempo y dinero para realizar
la rehabilitación del complejo monacal, pero merecerá la pena, sobre todo si se
hace con gusto.
La
iglesia parece que se conserva en mejor estado, por los menos todos sus muros
exteriores parecen permanecer en pie. En la fachada destaca un escudo, mucho
más ostentoso que el anterior, de los dominicos, con la concha de peregrino en
la parte inferior.
Caminamos
un poco por el sendero que bordea la muralla exterior del convento por si
bajara en altura y pudiéramos echar una visual más completa, pero tras un corto
trecho desistimos ante el posible resultado sin fruto; con un tiempo menos
ajustado posiblemente lo hubiéramos intentado, pero todavía teníamos muchas localidades
pendientes por conocer.
Volvemos
hacia el coche, de nuevo satisfechos por las sorpresas que nos va deparando la
zona, a pesar de sus cerramientos y de su tiempo inclemente.
La
siguiente parada la realizamos en la localidad de El Cabaco, donde es destacable su Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, con pequeño pórtico por
un lado.
Y un
pórtico más grande por el otro; destacando de nuevo la torre almenada con
balcón.
A cada lado de las fachadas de la iglesia hay una plaza, que es como dos plazas en una, ejerciendo de punto central la iglesia.
La
siguiente población es la que hacemos un alto, es la pequeña, tranquila y algo
abandonada por la emigración principalmente, Cereceda de la Sierra, con su Iglesia
de Nuestra Señora del Rosario, llamando la atención de los pocos habitantes
que vimos estos dos turistas locos que se pierden por estos pueblos.
Por
la carretera de salida vemos un puente de piedra, supuestamente romano, pero no
fue posible pararnos a hacer la foto, hay que ser respetuosos con las señales
de tráfico por seguridad ajena y propia, y hay fotos que se recuerdan en la
memoria.
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