Por
la serranía francesa
Nuevo día y nuevas nieblas, pero ya que hemos madrugado tenemos que aprovechar el día, y posiblemente para algunos no sería la
mejor manera, pero todo lo negativo siempre tiene un aspecto positivo, así que
comencemos.
Desde Mogarraz vamos a La Alberca, y en este camino buscamos pero no encontramos, y lo tuvimos que tener
frente a nuestras narices, el sendero que conduce a la Ermita de Majadas
Viejas, que se encuentra en el cruce de varias carreteras donde hay una cruz,
lugar donde los peregrinos del Camino de Santiago dejan una piedra,
simbolizando la renuncia a los pecados y el mal.
Desde La Alberca en lugar de
tomar la carretera que conduce al Valle de las Batuecas, tomamos la contraria,
que se dirige a la Peña de Francia,
que va ascendiendo por la montaña y según vamos ganando en altura la niebla se
va haciendo más potente, y vamos viendo un paisaje nevado.
Los últimos 3 km del asfalto
de la carretera que conducen a la cima y al Santuario de la Peña de Francia están en bastante mal estado,
supongo que la razón es que el terreno y la carretera pertenecerán al santuario y no a la Comunidad de Castilla-León,
pero esto sólo es una suposición mía, y la razón puede ser cualquiera.
Arriba nos encontramos más
nieve, y nieve virgen porque los turistas todavía no han llegado, con lo que el
lugar tiene un encanto muy especial.
Los orígenes del santuario
se remontan a 1434, cuando el caballero francés Simón Vela encontró en la cima
la imagen de la Virgen y construyó una pequeña capilla. Tres años más tarde,
los dominicos se hicieron cargo del lugar y levantaron la iglesia, el convento
y la hospedería.
Nos recibe a la entrada del
complejo del santuario un gran reloj de
sol, pero la nieve lo cubre y no se puede ver con claridad, incluso
pasa desapercibido como reloj y llama incluso más la atención una placa invocando la paz en
uno de los laterales de la columna que sale del “pozo” del reloj.
Se sube una pequeña cuesta y
se llega a una plaza presidida por una cruz, al fondo se encuentran las
dependencias del convento.
Al inicio de la plaza, a
mano izquierda se encuentra la capilla
de la Blanca, construida en el siglo XVI sobre la cueva sobre la que
apareció la imagen de la Virgen.
Hacia la derecha un amplio
camino, completamente cubierto por la nieve, donde a la derecha se encuentra una
de las entradas a la hospedería, ya que también se puede acceder por otra
puerta antes de emprender la cuesta de subida.
Frente a la hospedería se
alza la iglesia, con una portada del siglo XVIII. Sus puertas están cerradas, y
un guía que llegó acompañando a unos turistas de Zaragoza intentó en la
hospedería que avisarán a los monjes para poder visitarla, pero tras un tiempo
de espera no llegaron los monjes con la llave, así que tanto ellos como
nosotros desistimos de esperar para ver el interior de la iglesia y la imagen
de la Virgen negra.
De la iglesia destaca la
torre con el escudo de los dominicos.
El camino entre la iglesia y
la hospedería está cubierto de nieve y niebla, aunque hay momentos en que la niebla quiere ir desapareciendo, pero es muy breve.
Lo bueno y bonito de esta
visita incompleta ha sido el paisaje místico que nos hemos encontrado, lo malo,
aparte de no poder entrar en la iglesia por llegar tan temprano, es que desde
la Peña de Francia se obtienen unas fabulosas vistas de la zona y alrededores,
con unas mirillas señalando los lugares que están escritos sobre la
barandilla en piedra.
Tras decidir que no esperamos a los monjes con su llave ni a la posible desaparición de la niebla, hecho este que sucedería hacia el
mediodía y serían aproximadamente las diez y media de la mañana cuando salimos del santuario.
Me uno a vuestros viajes si se me esta permitido.
ResponderEliminarOs invito a los míos, mas de cruceros por ahora y a que sigáis todas las chorradas que se me ocurren. Ah y estoy de sorteo. Prueba suerte. Todo ello en: http://palabradesedano.blogspot.com.es/
Besos.
¡Bienvenido Signum!. Con los cruceros mi relación no es perfecta por el momento, pero no desisto con ellos para el futuro, son una buena alternativa para conocer o "reconocer" el mundo.
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