Terminando la Vuelta a la Sierra de Francia
Salimos
de San Martín del Castañar y nos dirigimos a la villa de Sequeros, que conoció gran prosperidad a principios del siglo XX.
Primero visitamos en las afueras de la población el Humilladero,
construido en el siglo XV, que servía de despedida y bienvenida a los
caminantes.
Al
lado del Humilladero se encuentra el Mirador
de la Llanada, con vistas a la Sierra de la Alberca y a la Sierra de la
Peña de Francia.
Un
camino por detrás del Humilladero conduce a la Iglesia del Robledo, antigua parroquia en un bonito marco de
paisaje, rodeada de cipreses, que mantiene su nombre y que al tiempo también recibe el de
Iglesia de la Asunción.
Se
cree que su origen se encuentra en un templo del siglo XIII que resultó destruido por un incendio a
principios del XVII y que fue reconstruido en 1622.
Un
panel en el exterior informa sobre el interior, tanto de la imagen de la Virgen encontrada dentro de un roble, por
eso su nombre, como del bonito artesonado en madera en estilo mudéjar, pero por la
cerradura solo vimos la sombra de la imagen de la Virgen. Como detalle mencionable, en su interior un
nicho acoge las reliquias de Simón Vela, el descubridor de la imagen de la
Virgen de la Peña.
Por
un lateral de la iglesia sale un camino de escalones en piedra, que dan la
sensación de ser el antiguo camino por el que se llegaba a esta iglesia, además
algo más adelante otro camino conduce a los lavaderos, pero por ninguno de ellos nos adentramos, ya que el tiempo corría, se acercaba la hora de comer y no teníamos nada claro cómo y dónde lo haríamos.
Tras
estas visitas entramos en la población, para llegar en primer lugar a la Iglesia de San Sebastián y San Fabián,
construida a finales del siglo XVIII.
Un
elemento llamativo es la Torre del
Concejo, construida en la Edad Media formando parte de las Casas del
Concejo. En esta torre se presentaban al Conde de Miranda los cargos y oficios
municipales. Posteriormente fue modificada para incorporar el sistema de
campanas.
Algunas
calles por las que paseamos son éstas, quizás no tan llamativas como en otras
poblaciones, pero también con su propio encanto.
Nuestro
último paseo por el pueblo nos lleva a un pequeño y coqueto parque.
Parque
en el que desgraciadamente los olmos se han ido muriendo por efecto de la grafiosis.
En
el parque se encuentra la plaza de toros, siendo un lugar cuando menos curioso curioso
para su emplazamiento.
Cerca
del parque, y lo vimos a la salida del pueblo pero ya no paramos en él, se
encuentra el mirador de la Cruz,
presidido por un crucero, desde el que se obtienen vistas de los alrededores.
Volvemos
a ponernos en marcha y desde la carretera vemos la localidad de Villanueva del Conde y decidimos, a pesar del hambre y del crujido de estómagos que ya teníamos, hacer
una parada rápida.
En
la plaza, por un lado se ve una ermita, de la que desconozco su nombre y sus datos.
Pero
lo más destacable es el tamaño de la iglesia, supongo que ese “apellido” de la villa, de los
Condes, tendrá una relación directa con ella y su tamaño, porque sin lugar a dudas es la
mayor de todas las que hemos visto en la zona.
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