8 de mayo de 2012

España - San Esteban de la Sierra - San Miguel de Valero - Monleón (Salamanca)


Pueblo a pueblo, sin prisas pero sin pausa


En el puente, acueducto en la Comunidad de Madrid, de Mayo hemos aprovechado para hacer otra escapada a la española, en este caso puramente salmantina a pesar del nombre de la sierra a la que hemos llegado, la Sierra de Francia. 

Salimos temprano de Madrid por aquello de intentar evitar horas punta y afortunadamente no encontramos mucho tráfico de salida, lo que nos permitió ir muy bien de tiempo y según nos acercábamos al destino tomar un desvío para ir conociendo localidades. En esta ocasión no voy a mencionar los nombres de las carreteras porque no coincidían en algunas ocasiones los del mapa de la Guía Repsol con los del GPS, y porque en otras tomábamos otras que no estaban reflejadas.

Nuestra primera parada fue en San Esteban de la Sierra, donde comenzamos a tomar conciencia de calles estrechas y de arquitectura de entramados de madera con barro o piedra o ladrillos con la que nos habituaremos.



Paramos y aparcamos en la Plaza Mayor, pero lo hacemos al lado de la puerta de entrada de un bar, que está más bajo que el nivel de la calle, con lo que amablemente el dueño nos avisa de que le estamos cerrando la entrada, cosa curiosa porque esto no es un vado y lógicamente se podría poder aparcar, pero como no cuesta nada mover el coche lo hacemos, que no hace falta ser desagradables con nadie, y si no se aparca aquí se hace en otro lugar, y todos contentos. 


Nos llamó la atención que estaban decorando con farolillos muy andaluces los soportales del Ayuntamiento, y ahora en su página web leo que era para celebrar la Feria de Abril…y es que lo bueno se exporta bien. 


Caminamos hasta llegar a la iglesia parroquial, precedida por un pórtico, tónica de casi todas las iglesias que iremos conociendo en la región. Por supuesto sus puertas están cerradas, otra de las tónicas habituales en nuestros viajes, y en su interior se puede ver una colección de esculturas del siglo XVIII. 


A la salida de San Esteban de la Sierra nos encontramos con el río Alagón, que nos decepciona bastante porque baja con espuma, y no precisamente de la que se produce por la fuerza del agua sino por el vertido de residuos…o eso nos parece...aunque en la foto ha quedado camuflada esta sensación a la vista. 


Continuamos viaje hasta llegar a San Miguel de Valero, con la iglesia de San Miguel Arcángel, del siglo XVII, que de nuevo presenta un pórtico a la entrada. 



Desde San Miguel de Valero, nos desviamos algo más ya que el tiempo va a nuestro favor y no en contra como la mayoría de ocasiones, tomamos una carretera comarcal con gran vegetación a los lados, árboles a derecha e izquierda, que nos recuerda a la que encontramos en el Parque Nacional de Cabañeros



Llegamos a la sorprendente localidad de Monleón, situada sobre un pequeño montículo, rodeado por los ríos Mandiles y Alagón. Es uno de los pueblos salmantinos más antiguos, que fue conquistado por Alfonso VI antes del año 1077. 

Nos recibe El Verraco, un verraco esculpido en granito de origen prerromano. Estas esculturas se asocian a elementos o deidades protectores de la ciudad o para la protección del ganado, aunque otras teorías los relacionan con la fecundidad y fertilidad, tanto vegetal como animal, o relacionados con ritos funerarios e incluso con funciones delimitadoras de territorio. Lo único claro es su origen celtíbero, más concretamente de la cultura vetona. 


Frente al verraco se halla la Puerta de la Villa, en la muralla que rodea la ciudad, ambas del siglo XIII. Está situada en el lado noroccidental y es la entrada principal, siendo del tipo puerta-torre. 


Caminando por la calle que sale tras la puerta, y que es como la principal del pueblo, al poco tiempo nuestros ojos ya divisan asombrados la joya que se esconde en esta localidad, la impresionante torre del castillo, de 37 m de altura, que data de finales del siglo XII y principios del XIII, con modificaciones y ampliaciones en los siglos XV y XVI. Durante la Guerra de la Independencia contra los franceses fue dañada gravemente y llegó a entrar en proceso de ruina, pero su propietario actual decidió restaurarla (afortunadamente para nuestros ojos y para la historia). 


Las puertas están cerradas y tampoco vemos ningún horario de visita, con lo que allí pensamos que posiblemente se use como vivienda, y ¡menuda vivienda!, como efectivamente he leído al confeccionar estas letras de viajes.



Bordeando el castillo, se baja una cuesta a modo de foso y se sale de nuevo a la muralla para encontrar la Puerta de Coria, situada al sur, la que se conserva con su arquitectura más original de las tres puertas de la muralla. El nombre lo recibe claramente porque era el camino que conducía a la localidad extremeña de Coria. 



Volvemos a entrar en la población y caminamos un poco por sus calles para llegar hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XVI sobre una edificación anterior. Lo más destacable en el exterior es su campanario, construido en piedra granítica


Terminamos nuestro paseo por la localidad en la Puerta del Sol en el sector oriental de la muralla, que presenta forma de acodo o en “L”, que la vincula con los sistemas defensivos musulmanes. Entre la Puerta del Sol y la de la Villa se encuentra el que fue Barrio Judío, que tras la expulsión de 1492 “emigraron” a Portugal. 


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