Entramado de calles y viviendas
Después de nuestro periplo por varios pueblos salmantinos, San Esteban de la Sierra, San Miguel de Valero, Monleón, Linares de Riofrío, Valero y por el Valle de la Sierra de las Quilamas llegamos a Mogarraz, donde tenemos nuestro campo base. Hacemos
el registro en el hotel y tomamos contacto con él, nos parece cómodo y
medianamente agradable, pero quizás de las cuatro estrellas con las que figura
le sobra una, pero esto es cuestión de gustos y paladares.
El punto más favorable es
que tiene una zona de spa, y cuando caminas de un lado para otro conociendo
pueblos y lugares, puede resultar un lugar relajante, a pesar de que a todos
nos gusta estar allí, y para ello intentan tener un control de horarios para
los clientes, de modo que no bajemos todos a la misma hora y parezca más un
bebedero de patos, aunque es imposible que deje de serlo, aunque todos fuimos muy educados y nos comportamos bien.
El detalle feo del spa y de
un hotel-spa de cuatro estrellas es que sí tenemos albornoz en la habitación
pero no disponemos de unas zapatillas de goma, y claro, estas son
reglamentarias para hacer uso de las instalaciones, así que “amablemente” te
venden unas tipo “mecano”, totalmente planas y que se tienen que montar
fácilmente, por el módico precio de 1€.
Detalle que me parece feo, y
no es el precio a pagar lo que te asombra, sino ese precio que realmente estás
pagando con la habitación y no se corresponde a lo recibido…y todo por un euro,
que enturbia algo más la crítica no constructiva del hotel, que no destructiva,
si suman 5€ al precio de la habitación e incluyen las dichosas zapatillas creo
que todos contentos.
Cierto es que la oferta del
puente consistía en tres noches de alojamiento, tres cenas (una degustación,
una menú y otra en la bodega) y una hora al día de spa gratuito; pero sigo
creyendo que ese euro les perjudica más a ellos que a los que pagamos el hotel,
porque al final, los detalles son los que cuentan y suman puntos extras a lo
localización, servicios, instalaciones, atención, decoración, gastronomía…o lo restan, como es el caso.
La mejor cena de las tres incluidas en la oferta, las demás las
califico de supervivencia sin ser malas (dos conceptos muy diferentes) fue en
la bodega, por el lugar, por la compañía y por la pitanza: embutidos de la
zona, morcilla, “chicha” (aquí lo llamamos picadillo y en Extremadura también), jamón y unas chuletitas
de cordero, acompañado de vino a placer (para mi gusto el rosado mejor que el
tinto aunque a la cena no le acompañe, pero el tinto era más lo que en
Extremadura se conoce como “de pitarra”), rematando con unos chupitos, no tan a caño libre como nos hubiera gustado a todos los que coincidimos en la cena.
También hay puntos a favor
del hotel, el primero era la terraza con sus vistas del pueblo y los
alrededores, aunque para las bajitas como yo el muro era demasiado alto, con lo que necesitaba unos buenos tacones o ponerme de puntillas, pero la terraza para una primavera agradable o noches de verano es un acierto.
La cama era amplia y el
colchón cómodo, esto de los colchones siempre es un poco lotería y uno de los
puntos a temer más en los hoteles. Las almohadas bien pero eché en falta algún
más supletoria, que posiblemente podía haber pedido (o intentado pedir) en
recepción pero para tres noches podía pasar sin ella.
Otro detalle a favor, el
cuarto de baño de la Junior Suite en la que nos alojamos, estaba dividido en dos: un habitáculo con el W.C.,
un bidet y un pequeño lavabo, y el cuarto grande, con un lavabo y una magnífica
bañera de hidromasaje para dos, bajo una claraboya en el techo, sin lugar a
dudas un bonito, relajante y romántico-pasional rincón.
En la habitación también
eché en falta algunas comodidades, que no son para detallarlas, quizás la más
importante es la ausencia de minibar, bueno sí, mueble frigorífico existía,
pero en su interior sólo dos pequeñas botellas de agua.
Lo que realmente no pude soportar
fue el ruido de la calefacción, ya que son aparatos individuales que dejas
conectados para estar caliente (y con el frío que hemos pasado en este puente de mayo no podíamos
desconectarlo, solo bajar la temperatura). Entiendo que es más fácil que cada
uno regule la temperatura a su gusto, y estos aparatos son lo más efectivos
pero por favor, no con tanto ruido.
Tras el pequeño resumen del
hotel, del que no menciono el nombre porque no lo considero oportuno ni para
bien ni para mal, pero buscando en internet lo encontraréis con facilidad si
estáis interesados, vamos a pasear por Mogarraz.
Junto al Restaurante Mirasierra, y en un lado de la carretera, destaca una escultura de Florencio
Maillo, artista natural de Mogarraz, que ha utilizado elementos agrícolas
para realizarla, un claro homenaje a la actividad de la zona.
Al lado hay un patio con más
“esculturas” de trabajo agrícola, que reflejan el pasado de la villa, en esta
ocasión sin tratar, son los instrumentos de trabajo de producción de vino,
aceite, recolección...y las llamó esculturas no sólo por el fin para el que pueden ser utilizadas por un artista como Maillo, sino por la propia disposición en el patio.
Al igual que nos pasó en
Semana Santa, esta primavera invernal nos desconcierta con sus nacimientos y
tonalidades. Yo no sé nada de botánica pero creía que el acebo sólo florecía en
invierno, pero claro, es que estamos con una temperatura invernal, a unos tres
grados y hasta el acebo puede descontrolarse.
El trazado de Mogarraz, villa declarada Conjunto Histórico en 1988, es
típicamente medieval y lleno de encanto, con lo que tras la
opípara comida (y bebida), que detallaré en la siguiente entrada, nos dimos un paseo tonificador de estómagos.
Comenzamos en la calle en
curva entre el restaurante y el hotel que lleva directamente a la fuente del Humilladero.
La fuente recibe este nombre
porque está adosada a la pared trasera de la ermita del Humilladero, situada en una especie de pequeña plazoleta
en la calle principal, frente a la cual se halla un crucero.
Bajamos por la calle, en la
que nos vamos encontrando a izquierda y derecha bodegas, casi todas cerradas,
pero gracias a sus nombres conocemos la tradición vitivinícola de la zona.
Algunas bodegas tienen entrada
por pequeñas entradas con soportal o casi callejones, que les confiere un
aspecto acogedor, más en los días fríos.
Hay que caminar y callejear
fijándose en los detalles, como en los dinteles de las puertas, en los que se
encuentra grabado el año de construcción, acompañado en ocasiones de
invocaciones marianas o símbolos
religiosos.
Otros dinteles muestran
otros objetos, relacionados con la vid y su procesado.
De la calle Miguel Ángel
Maillo a la calle Cabo la Aldea y de esta a la calle Juan A. Melón -no son necesarios los nombres de las calles ya que la extensión de Mogarraz es pequeña- para llegar
hasta una fuente, con la fecha original de su construcción, además de la fecha
en la que fue modernizada con caños nuevos.
Las casas serranas originales son de
tres pisos y presentan unos característicos entramados de madera y barro o
piedras en sus fachadas, algunas en mejor estado de conservación o
rehabilitados que otros, pero todos conforman una visión única.
Como ya he mencionado, Mogarraz no es grande y
lo mejor es pasear por sus calles según la apetencia, no hay manera de perderse
ni queriendo.
Así caminando se llega hasta el campanario
exento de la iglesia.
Frente al campanario se alza
la Iglesia de Santa María del Arenal, con el típico pórtico de entrada.
Y desde aquí se llega a la Plaza Mayor, que se puede hacer por diferentes caminos como en cualquier plaza.
La plaza tiene un trazado
semiesférico, y por ello se convierte durante las fiestas en coso taurino. El
edificio de la izquierda en la fotografía tenía algunas cabezas de toros
colgadas en el primer balcón así como otras alusiones del mundo del toro. En la
plaza también se encuentra, por supuesto, el edificio del Ayuntamiento.
Seguimos paseando por sus
bonitas calles, que nos siguen agradando y sorprendiendo.
Encontrando nuevos detalles,
como esta entrada de una casa, con una balcón en el que emular a una Julieta
castellana.
Llegamos en este paseo a la
Plazuela del Banco, donde se encuentra la Fuente de Arriba, con la fecha de
1672 grabada en la piedra.
Para luego llegar a la
Plazuela del Barrio Hondo.
Saliendo por algunas de las
calles del pueblo también se obtienen vistas del enclave fabuloso en el que se
encuentra Mogarraz, dentro de la Sierra de Francia.
Por la noche, después de la
cena, paseábamos un poco por la villa, y con la tenue iluminación su aspecto
medieval salía más a relucir, y eso que ahora hay bombillas y no candiles como antaño.
Desde el hotel o el
restaurante Mirasierra, ambos a la entrada del pueblo desde Miranda del
Castañar, si en lugar de adentrarse en él se camina hacia la izquierda, se
encuentra un pequeño Vía Crucis o Camino del Calvario, y un sendero por los
huertos, pero nosotros sólo realizamos el primero por aquello de bajar un poco
la estupenda comida.
Mogarraz ha sido una grata sorpresa, un conjunto medieval bien conservado, en el que es un placer pasear, y recomendable su visita en una excursión por esta zona.
Si tu anterior reportaje nos ha reafirmado en visitar el Matarraña, con Ráfales, La Fresneda, la Portellada y demás, hasta Calaceite y Valderrobres, este magnífico de La Alberca, Sierra de Francia y aledaños, me ha recordado que el año pasado estuvimos a punto de visitarlo por primera vez, pero el verano se nos echó encima, la calor nos pudo y acabamos en Zugarramurdi.
ResponderEliminarPero otra vez (y no podré seguir viendo tu blog)tus fotografías nos llaman y de qué manera.
Y es que me encantan las fachadas con entramados de madera (vease Covarrubias, Hondarribia, cualquier pueblecito Bavarés)
Me gusta mucho dibujar en directo o con foto previa, rincones de arquitectura popular, ountoresca o decididamente cochambrosa.
En mi blog, hace unos meses, contaba que lo único bueno de la crisis, era que unas cuantas miles de casas bellamente viejas, se librarían (por un tiempo) de convertirse en bloques de pisos jóvenes, pero sumamente feos.
¿Te he dicho que me gustan mucho tus encuadres?
Sigo viajando... muy bueno de le "mevioevo empinado"
Hola Isidre, bon día. Otra zona, y son tantas y todas, de España que merece la pena un viaje para conocerla.
ResponderEliminarLas fotografías no son mías, son de mi marido, así que gracias de su parte y de la mía por la que me toca je. A mí me corresponde la parte de montar las crónicas.
Las casas con entramado de madera tienen una arquitectura que las hace muy especiales y atractivss; en realidad, a mi me gustan todas las casas de madera.
Si al final hacéis un viaje por la zona de la Sierra de Francia, Mogarraz no te lo puedes saltar, está lleno de esos rincones que te gustan.
¡Ay!, si en lugar de tirar las casas cochambrosas se rehabilitaran, en algunos pueblos del Maestrazgo es lo único que se puede hacer, nada de construir pisos feos, para eso los que vivimos en ciudad.
Y si, el medievo era muy empinado, en lugar de prohibido los coches deberían poner la señal de prohibido tacones (y yo viajo planita).