Cambio
de siglo sin máquina del tiempo
El pueblo más conocido en la
Sierra de Francia es La Alberca, situado a 1.084 m de altitud, que fue aldea
dependiente de la villa extremeña de Granadilla hasta que la actual división
provincial la separó de Extremadura.
Lo más llamativo en la zona son los topónimos franceses,
como la propia Sierra de Francia, y esto es porque hacen referencia a la repoblación realizada
por los francos en tiempos del rey Alfonso VI.
El nombre de La Alberca deriva,
supuestamente, del árabe, Al-Bereka,
que signigica “el estanque”, siendo conocida anteriormente por los romanos como Valdelaguna,
por la abundancia de aguas en su entorno. Del nombre de La Alberca ya hay
constancia en documentos de 1215, con el rey Alfonso IX.
La característica primordial
de la villa es la pureza con la que se ha conservado, con construcciones del
siglo XVIII principalmente, convirtiéndose en un museo vivo de la arquitectura
popular. En 1940 fue calificado como Conjunto Artístico Nacional.
Afortunadamente los turistas
no pueden entrar al casco urbano en coche, esto solo está permitido a los locales, y alrededor de la villa hay varios
aparcamientos, nosotros aparcamos en el situado al lado de la Ermita de San Blas, con portal y
espadaña, y que hasta hace poco fue el cementerio.
Lo mejor de ir temprano a
pasear por una ciudad es la tranquilidad con la que se encuentran las calles, sólo los
vecinos andan por ellas. Lo peor que nos encontramos esta mañana es que
comienza a llover, pero es agua-nieve que no termina de cuajar, y aunque ya he
contado que soy una apasionada de la nieve no sería la mejor compañía para
callejear por calles en cuesta.
Entramos con ilusión y
alegría en La Alberca, descubriendo su arquitectura de entramado de madera y
piedras o barro, sus dinteles con fechas e invocaciones, sus
escudos labrados, de todo ello hay un buen muestrario como iremos viendo.
Al igual que se mantiene la
arquitectura de las casas también se mantiene el empedrado de las calles, que
para los de tobillos delicados no es lo mejor, pero no hay duda que caminar por
esta localidad es cambiarse de siglo en un momento.
No andamos con un orden
lógico, vamos tomando las calles según llegamos a ellas, porque cada una es
atractiva y apetece caminarla, con la total seguridad que la calle en sí misma será interesante, y que además encontraremos detalles.
Calle arriba, calle abajo,
en línea recta o con desvíos por las transversales al final salimos a la plaza donde se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción,
que presenta dos fachadas y dos entradas, ambas con pórticos abovedados sobre
pilares de granito. Esta es la del Solano Alto, con una cruz con
fragmentos de pilares góticos de la antigua iglesia al lado del pórtico.
Al lado de la cruz, en la
esquina de la iglesia, se halla la figura en granito de un cerdo, un homenaje al marrano
de San Antón. El 13 de junio, San Antonio de Padua, un cerdo se suelta por las
calles de la localidad después de haber sido bendecido, colocándosele además una
campana al cuello. El cerdo permanece suelto hasta el 17 de enero, San Antón,
día en el que es sorteado; durante todo este tiempo los vecinos son los que le
alimentan y le cobijan por las noches en alguna cuadra. Antiguamente el cerdo,
igualmente cebado por los vecinos, se entregaba a las familias más
desfavorecidas para su subsistencia.
La iglesia fue construida en
el siglo XVIII sobre otro templo anterior del que solo queda la capilla
principal. La puerta de Solano Bajero es la principal, por la que se accede al
templo cuando se abren sus puertas para la celebración de misas o para que entren los turistas.
En uno de los muros de la
iglesia, a la izquierda de la puerta del Solano Bajero, destaca una capilla,
con unos pequeños escalones por los que subir para encender un candil, y el musgo sobre las piedras le da un aspecto especial.
Es un lugar ligado al
llamado culto de ánimas, y a ambos lados hay dos huecos enrejados con sendas
calaveras en su interior. Impresiona el lugar, y por ende, intriga.
Según la tradición, en el
siglo XVI se arraiga en España el culto a las ánimas, invitando a rezar
diariamente a los fieles cristianos para alcanzar la resurrección y la vida
eterna. Todos los días al oscurecer, recorre el pueblo la moza de ánimas, que
toca la esquila (campana) en todas las esquinas a la vez que entona una
plegaria por los difuntos y almas del Purgatorio:
“Fieles
cristianos, acordémonos de las almas benditas del Purgatorio, con un Padre
Nuestro y un Ave María, por el amor de Dios. Otro Padre Nuestro y otro Ave
María por los que están en pecado mortal, para que su Divina Majestad los saque
de tan miserable estado”
Había visto un reportaje
en la televisión sobre el oficio de la moza de ánimas, y sobre todo de la
posibilidad de que desapareciera, ya que parece que no hay jóvenes que se
quieran dedicar a esta tarea. Nosotros no nos quedamos al anochecer para ver si
se sigue ejerciendo y por quién, pero sí que me parece triste que se pueda
perder una tradición, más allá de la religiosidad que ella pueda implicar, no siempre hay que creer para realizar ciertos actos.
A las 11.30 h tocan las
campanas de la iglesia, es un aviso de que sus puertas se abren para que puedan
entrar los turistas, o los propios a rezar, ya que a las 12 h se celebrara la
misa y los primeros deberíamos evitar entrar a molestar.
El interior es de tres
naves, y en la cabecera destaca el Retablo Mayor con la imagen de Nuestra
Señora de la Asunción. Delante del retablo se conserva la capilla gótica del
siglo XVI, con columnas que sostienen una bóveda estrellada.
La pieza más llamativa del interior es el
púlpito granítico del siglo XVI, que tiene relieves polícromos, donde de nuevo
destaca una calavera entre sus adornos, rodeada por dos querubines, que rompen
la escena que siempre provocan las calaveras.
En el templo hay un sinfín
de retablos, pero el más dramático es el del Santo Cristo del Sudor, una talla
de Jesús Crucificado del siglo XVI con gran afluencia de sangre desde la herida
del costado. De la talla he leído, pero sin confirmación del dato y no está
escrito en el folleto que previo pago se puede coger en la iglesia con
explicaciones, que en 1655 sudó sangre por esta herida.
También destaca la Capilla del Santísimo o Capilla de la
Virgen de los Dolores, tanto por la bóveda con linterna que permite el paso de
la luz, como por la imagen de la Virgen, cubierta por un bonito manto.
Hay más capillas con sus retablos o imágenes pero no creo que tenga que ser tan exhaustiva en sus explicaciones, aunque si quiero mencionar el retablo de Santa Ana, a cuya derecha se encuentra una talla románica del siglo XII, la de la Virgen de las Majadas Viejas, pero la foto no ha salido.
La plaza de la Iglesia está rodeada de casas típicamente albercanas, un lugar con mucho
encanto, y en ésta confluyen varias calles por las que apetece adentrarse, y
eso a pesar de la inmensa cantidad de agua con la que los cielos salmantinos nos
están obsequiando.
Los edificios de La Alberca
están llenos de detalles, muchas de las casas tienen escudos en sus fachadas o
dinteles, con los que hay cierta confusión por si pertenecen a la Inquisición o
no, pero en el caso de los que publico, y que se encuentran en los alrededores
de la plaza de la Iglesia no son de esta "santa" organización, supuestamente la diferencia se encuentra en la
corona que se encuentra al lado o sobre el escudo y que en uno de ellos falta
la cruz.
En el Solano Alto, no en la
propia plaza sino en una abertura de la misma se encuentra la casa parroquial,
destacando sobre el arco de entrada un magnífico escudo pontificio. Al lado de
este edificio se encuentra la antigua alhóndiga, con escasos huecos en su fachada
por destinarse a almacén de granos.
Otros escudos que se pueden
ver en la villa son el de los carmelitas y el de los dominicos, de los que no
tenemos fotos aunque pasar pasamos por su lado, con lo que plano en mano (cogerlo en la oficina de turismo) en
vuestra visita podéis intentar localizarlos.
Todas las calles son realmente
increíbles, a cada cual más apetecible. En la calle de los Prados se puede ver
una columna románica reutilizada en la fachada.
En esta misma calle de los
Prados, en la esquina que hace una curva se halla el busto de Mauricio
Legendre. Tantos años viviendo en Madrid donde existe una calle con su nombre y
tengo que venir a La Alberca para conocer su historia. Legendre fue un
hispanista francés, que fue invitado en 1912 a visitar el Santuario de la Peña de Francia y que además, guiado por el tío Ignacio, visitó la comarca de las
Hurdes. Desde entonces, realizó una campaña para llamar la atención de la
opinión pública sobre el problema hurdano, denunciando su abandono histórico y
su penosa situación.
En 1914 vuelve a la comarca
acompañando a su amigo Miguel de Unamuno, y en 1922 vuelve en compañía de una
Comisión Sanitaria, presidida por su también amigo Gregorio Marañón. Esta
comisión fue la que preparó la visita del rey Alfonso XIII en este mismo año,
que dio lugar al documental de Luis Buñuel, Las
Hurdes, tierra sin pan.
Legendre falleció en Francia
en 1955 y sus restos, por su expreso deseo, fueron trasladados y enterrados en
la Iglesia del Santuario de la Peña de Francia.
Al lado de la plaza de la
iglesia se encuentra la Plaza Mayor,
a la que se llega por muchas calles, a cada cual más atractiva.
La plaza es rectangular,
está porticada en tres de sus flancos y en uno de sus lados se halla un crucero
adosado a una fuente.
El crucero es del siglo
XVIII, la columna tiene grabados los símbolos de la Pasión: látigo, tenazas,
escalera, esponja, etc.; y la cruz tiene doble cara, por un lado, Cristo
Crucificado y por el otro la Virgen.
En los locales de los
soportales de la plaza por supuesto hay instalados bares y restaurantes, con el frío que hacía bien
que apetecía un “vía crucis” por ellos.
Algunos de los edificios que se pueden
reconocer en la plaza son, en primer lugar, la Casa Consistorial, construida en
1747, fecha grabada en un medallón en el fuste de la columna central. Bajo el soportal hay dos
puertas, la de izquierda es la del Ayuntamiento, y la de la derecha es de
antigua cárcel pública, con placa de azulejo que así lo atestigua. Presenta dos balcones, el de
la primera planta de hierro y el de la segunda de madera.
En el balcón del primer piso
una placa conmemora la visita que realizó el rey Alfonso XIII a las Hurdes y a
La Alberca en 1922.
Uno de los lados de la plaza
está ocupado por un edificio de tres plantas que albergó las escuelas, donde
destacan en el piso superior unos peculiares ventanales hexagonales.
En el lado de la plaza
frente al Ayuntamiento se localiza la Casa
Ducal, que fue la residencia del criado-administrador de las rentas del
Ducado de Alba. En los soportales las columnas son de fuste prismático y los
relieves que hay en ella, teóricamente, aluden a la Pureza, Murmuración,
Sensualidad, Pereza, Gula y otros aspectos, pero yo no fui capaz de identificar
ninguna o bien no miré donde debía hacerlo.
La Casa Ducal hace esquina
con la calle del Puente.
En esta calle, en una de las
columnas de la fachada de la Casa Ducal se encuentra grabado el escudo de los Duques de Alba,
escudo que también se puede ver en una de las esquinas exteriores de la iglesia
y en la parte superior del retablo mayor.
Entramos por la calle del
Chorrito.
Aparte de por la belleza de
la propia calle porque en ella se encuentra el edificio de la Inquisición, con
el escudo de la misma sobre el dintel de la puerta, que se puede comparar con los ya hemos visto en la plaza de la iglesia, similares pero con elementos diferentes.
La lluvia es tremenda, la
guía que llevaba y el mapa van empapados, el segundo se ha roto incluso, aunque
no es posible perderse en La Alberca, ya sea porque al final se acabaría
saliendo a una de las carreteras que la rodean o porque como en cualquier lugar
y en cualquier idioma preguntando se llega donde se quiere.
Nosotros para recuperar un
mapa en mejor estado entramos en la Oficina de Turismo, cosa que no hicimos al
llegar porque era demasiado temprano y hasta las tiendas estaban por abrir, que
si bien como comenté al principio es bueno para pasear tranquilamente no lo es
para obtener información. En la oficina nos cuentan que a las
11.30 h tocarán las campanas de la iglesia para los que la quieran visitar, que
es lo que hicimos nosotros, ya que a las 12 volverán a tocar para avisar de la
misa, y los turistas tienen y deben si no van a asistir a ella, salir de la
iglesia.
Como hace frío, estamos
calados, no solo nuestros papeles se han mojado, y algo cansados, entramos en un bar cuyo
letrero en la puerta fue toda una llamada para mi cuerpo: HAY CALDO, palabras
mágicas, que a mí personalmente me encanta leer en los fríos días de invierno,
y que me suelo encontrar en localidades castellanas, y es que yo no soy muy
cafetera y un caldo siempre entra bien. Tras el caldo, y un pincho estupendo
para acompañar, visitamos el interior de la iglesia.
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