Libertarias
Comienza un nuevo día y salimos desde Fuentespalda por la A-1414
hasta Valderrobres, donde tomamos la A-231 hasta La Fresneda (hay dos entradas
por esta carretera, la primera creo que fue la que tomamos nosotros más que
nada por ver el cartel indicador).
Posiblemente en la Edad del Bronce o del Hierro,
cuando aparecen pequeños poblados permanentes situados en cerros elevados en toda la península, pudo
comenzar la ocupación de la pequeña colina de Santa Bárbara o del anejo cerro
del castillo.
Se conocen varios asentamientos ibéricos y apenas
restos romanos, hispano visigodos o islámicos en esta zona aunque posiblemente
existiera un pequeño asentamiento musulmán en la parte alta del núcleo urbano.
La
villa fue conquistada en 1170 por Alfonso II y formó parte de la donación que
el monarca hizo a la templaria Orden de Calatrava.
El 14 de diciembre de 1283 el rey Pedro III le
concedió el título de villa.
Tras la muerte de Carlos de Viana en 1462, el
comendador de La Fresneda, con la ayuda de los vecinos, atacó la cercana villa
de Calaceite, ferviente partidaria del príncipe, y aquel mismo año, las
encomiendas de La Fresneda y Monroyo combatieron junto a la fuerzas de Juan II
contra las tropas de Tortosa establecidas en Cretas.
En 1643, durante la guerra de Els Segadors, las tropas
contrarias a Felipe IV de Castilla sitiaron la villa.
Durante la guerra de Sucesión, en 1706, la villa
estaba en manos del ejército austriacista.
Durante la primera guerra carlista, el general Cabrera
se apoderó de la villa. A finales de 1839, Cabrera, antes de abandonar La
Fresneda, ordenó destruir el castillo y los edificios fortificados para evitar
su uso por las tropas contrarias.
En 1911 se constituyó el Centro Republicano de La
Fresneda y cinco años más tarde se creó el Centro Obrero, adherido primero al
Partido Socialista. Los propietarios de las tierras, por su parte, fundaron el Sindicato
Católico Agrícola, en un intento de restar fuerza a la agrupación obrera. En
1923 el Centro Obrero fue clausurado por orden gubernativa y no volvió a abrir
hasta 1925; y en 1931 era controlado por la CNT y en 1922 su local fue
saqueado.
En 1936 La Fresneda era fiel a la República y se
constituyó un comité revolucionario, decretándose la colectivización de las
tierras y la abolición de la moneda estatal, que fue sustituida por una moneda
local. Al final de la guerra, entre 1939 y 1947, se registraron movimientos
maquis en la comarca y mucha gente emigró.
Entrando a La Fresneda por la carretera la visión que
se obtiene ya gusta, destacando claramente tres elementos de derecha a izquierda: iglesia, restos de
castillo y ermita.
Entramos a la villa por la calle del Pilar y nada más
entrar, en una pequeña plaza, se encuentra la Capilla de la Virgen del Pilar,
construida en estilo barroco a finales del siglo XVII, posiblemente sobre el
solar de una antigua capilla dedicada a San Bartolomé.
Su fachada es uno de los ejemplos más brillantes de la
portada retablo-aragonesa, presentando un perfil curvo. Sobre la puerta el
escudo de la villa, con un fresno, y la hornacina con la estatua de la Virgen.
En ella se celebran las misas dominicales, ya que como
veremos la situación de la iglesia parroquial es mejor para las vistas pero más
difícil para llegar, sobre todo teniendo en cuenta que la juventud a misa va poco
y en celebraciones por regla general, así que esta es más cómoda de acceder.
La plaza por supuesto es la plaza del Pilar, que antes
se llamaba Sanctus. Frente a la capilla una fuente.
Continuamos andando por la calle del Pilar, a la izquierda hay
soportales y a la derecha se encuentra el Palacio de la Encomienda. Cuando tras
la conquista de la villa a los árabes es donada a la Orden de la Calatrava, el
comendador tenía la residencia en el castillo, pero las dificultades de acceso
y sus limitaciones para ser utilizado al tiempo como vivienda y almacén de los
diezmos, hicieron que la residencia fuera trasladada a este palacio, que además
pasó a ser la sede de la Orden en la villa.
El palacio se construyó en el siglo XVI en estilo
renacentista y en la planta baja se almacenaban los diezmos, cereales vino y
aceite.
Actualmente es de propiedad privada, donde se vende
aceite, y como dato curioso, tanto este palacio como el ayuntamiento están
reproducidos en el Pueblo Español de Barcelona.
Giramos desde la calle del Pilar a la calle Mayor, una
calle con soportales en curva en su parte derecha que la hacen muy atractiva.
La calle Mayor es cortada transversalmente por los
típicos callejones con techos de madera entramada, y de nombres tan sugerentes
como Sosiego o Silencio.
En el lado izquierdo de la calle Mayor se sitúa la
antigua cárcel, las mazmorras, en la parte baja de la Casa Consistorial. Por
primera vez en esta sucesión de pueblos de la comarca del Maestrazgo podemos
visitar la cárcel, 1€ si se visitan la mazmorras para presos comunes y 2€ si también se
visita la que llaman cárcel de lujo; por supuesto que visitamos las dos (la
oficina de información se encuentra justo al lado de la cárcel y es donde se
compra el ticket para la visita, que se realiza con la propia encargada de la
oficina).
La primera estancia era la vivienda del carcelero (que
podía vivir con su familia, y más parece otra condena que un trabajo el
habitáculo, pero para la época sería hasta un lujo tener un techo).
Detrás de esta habitación hay otra, sin ventilación ni
iluminación (la pasada sería con velas, la presente es con una linterna de la guía), donde se encuentra el pozo al
que tiraban a los presos, este pozo era como una cárcel de seguridad pero
seguridad no es lo que deberían sentir allí dentro precisamente.
Por una escalera se sube a la segunda planta, desde donde
se puede volver a ver el agujero del pozo, pero la oscuridad que inunda la sala
de abajo no tiene nada que ver con la luz de esta sala. Por supuesto, por si no
tuvieran bastante con estar encerrados en el pozo este agujero también servía
para sanitario de los demás presos…mejor muerto que encarcelado.
Los de arriba tenían vistas a la calle, un lujo comparado con los del pozo.
Salimos de la cárcel de los presos de baja clase para
dirigirnos hacia el otro lado de la Casa Consistorial, por donde se entra a la
que llaman cárcel de lujo, para los nobles, religiosos y militares, situada en
el primer piso de este edificio.
Primero en una sala grande se ven unos paneles con
información sobre la cárcel, así como un mapa de todas las mazmorras que se
pueden visitar (si se encuentran abiertas claro que nosotros sólo hemos tenido la suerte de encontrar esta) en la comarca del Matarraña.
A la cárcel se entra por una puerta pequeña (aunque
realmente todas las puertas de las cárceles que hemos visto son pequeñas, bajas),
cuya razón parece ser que era para que se inclinaran los altivos nobles al ser
encerrados.
La cárcel conserva su antiguo suelo de baldosas de
cerámica, y en él se pueden ver los graffitis de los presos, dibujos realizados
con objetos punzantes: en muchos casos árboles, se asemejan a cipreses pero ¿el
árbol de La Fresneda no es el fresno?; también símbolos religiosos, como las
cruces, y juegos, algo así como un tres en raya.
Uno de estos dibujos es llamativo por su buena
realización, círculos realizados a compás (mañosos algunos presos serían con los elementos de los que dispusieran) con
decoración interior de hojas.
En las paredes también se pueden ver estos graffitis,
en algunos casos son los típicos del recuento de días (bastantes losas con
estos “palotes”).
Otros dibujos son más llamativos, tanto por el color
rojo con el que se hicieron, utilizando óxido de hierro, como por sus formas y
motivos.
Uno de estos dibujos parece ser la representación de la Virgen de
Gracia.
Sobre todo destaca una figura de casi un metro de altura, con un
curioso gorro en la cabeza…dicen que pudiera ser la representación del diablo.
Junto a la puerta de salida dos elementos: una letrina,
ya que los nobles tendrían que seguir siendo nobles en estas necesidades
fisiológicas también, y la pequeña ventana por la que vigilaban los carceleros.
Terminada la visita volvemos a donde nos desviamos
para hacerla, a la calle Mayor, junto a la cárcel de los presos no tan nobles.
Esta calle como es natural desemboca en la plaza Mayor, de forma curiosamente
triangular.
En la plaza destaca el edificio de la Casa
Consistorial, que es uno de los más monumentales de la provincia. La construcción data de 1576 y en su fachada destacan un balcón
corrido y una galería de arquillos. Las dos torres cilíndricas de los extremos,
así como el almenaje, aportan un aire fortificado. Sobre el balcón el escudo de la villa con el
fresno.
En la planta inferior de la Casa Consistorial se encuentra la típica Lonja, con tres
arcos que dan a la calle Mayor y uno hacia la plaza Mayor.
Los soportales de la calle Mayor no se cortan a la
altura del Ayuntamiento sino que continúan durante este tramo de la plaza, cuyo
piso sigue estando a un nivel algo inferior a la plaza. En el lado opuesto hay
mansiones también con pórticos en su planta inferior.
En esta plaza se rodaron escenas de una película
española, Libertarias, dirigida por
Vicente Aranda, y es que parecía que el cine no nos acompañaría en este viaje,
pero siempre lo hace, afortunadamente, porque me reitero en la creencia que el
cine es cultura aparte de diversión.
Al fondo de la plaza, frente al Ayuntamiento se
levanta el Portal de Xifré, un portal de entrada a la villa cuando estaba
fortificada que marca el vértice del triángulo que forma la plaza Mayor.
Nosotros seguimos los carteles que indican que tomemos
la calle hacia la izquierda, dejando a nuestra derecha, antes de llegar al
portal, la calle Pescadería que supuestamente conduciría al barrio de la
judería, pero no hay datos históricos que confirmen este dato.
Por la calle de la izquierda antes del portal
de Xifré se acaba saliendo a la calle Subida a la Iglesia, que con este nombre conduce a la
que fue la iglesia parroquial de la ciudad, iglesia de Santa María la Mayor, también
conocida como de la Virgen de las Nieves, situada en alto y por ello solo
utilizada en ocasiones especiales, siendo la Capilla del Pilar en la que se celebran las misas como ya comenté al principio. La iglesia se construyó en los siglos XVII y XVIII en
estilo barroco en el lugar que antes ocupaba una iglesia gótica de la que se
reutilizaron algunas capillas laterales.
Como cosa rara no vimos (puede que no lo viéramos
porque nos lo saltáramos) un panel informativo, como nos vamos encontrando en
todas las villas, sobre la construcción y detalles de la iglesia.
Haciendo caso a la señorita que nos atendió en la
oficina de turismo y nos acompañó en la visita a las cárceles, decidimos
continuar el camino, que sigue subiendo y eso a pesar del fuerte aire que nos
azotaba y nos impedía caminar en ocasiones.
Alcanzamos lo que sería un antiguo y pequeño
cementerio perteneciente a la iglesia, con alguna lápida curiosa, cuyo dibujo
más parece una mofa que de de un señor mosén como se explica en ella.
Como siempre la altura se recompensa con las vistas.
En este camino si no estamos equivocados se pasa por
el Jardín del Calvario pero allí no había jardín con lo que si lo era realmente
no se podía identificar como jardín, pero claro, el tiempo y sobre todo si el
viento sopla de esta manera no hay Cristo que se mantenga en pie, con lo que las flores saldrán cuando puedan.
Se alcanza el antiguo cementerio, con algunas
estelas del cementerio parroquial, aunque en el suelo ya no hay muertos, se
encuentran en los nichos de los muros. Fue construido en 1884 al abandonarse el
existente junto a la Iglesia de Santa María, siendo utilizado hasta los años 30
del siglo XX. Desde el fondo del cementerio se ven claramente los restos del castillo y la torre de la iglesia.
Detrás del cementerio hay un prominente peñasco,
posiblemente los restos de una antigua cantera, y bajo él se conserva un pozo
de recogida de aguas pluviales que estuvo en uso hasta mediados del siglo XX.
El viento continúa soplando fuerte, demasiado fuerte porque o bien nos para o bien nos empuja y ninguna de las acciones nos gusta,
pero decidimos continuar e intentar llegar hasta la colina donde se alza la
Ermita de Santa Bárbara.
Una vez comenzada la subida hay una pequeña capilla, más bien lo que queda de ella, donde los habitantes de La Fresneda han instalado en
estas fechas navideñas un Belén.
Con decisión afrontamos la subida por el camino del
Calvario, una escalera en parte excavada en la roca flanqueada por su lado
exterior por cipreses a los que les faltan sus ramas bajas porque eran cogidos
por los vecinos en las antiguas procesiones.
Desde este punto se obtiene una bonita panorámica del pueblo, la
Iglesia de Santa María, los restos del castillo y el cementerio.
Para por fin llegar a los restos de la ermita, que
contradice los cánones de construcción de los edificios religiosos, ya que tenían
la costumbre de orientarlos hacia donde nace el sol, y en este caso está
orientada al noreste sin buscar la luz del astro. Está fechada en 1760 pero fue
destruida durante las guerras carlistas por el general Cabrera por su
importante situación estrátegica al estar
situada frente al castillo.
La entrada presenta un pórtico abierto por sus tres
lados por arcos.
Según las explicaciones recogidas por Jesús Ávila en
el libro Matarraña insólito, su planta no era rectangular, sino que evoca desde
arriba una cruz de ocho beatitudes basándose en la
más sagrada de las cruces templarias, con lo que su construcción original
entronca con esta orden, que elegirían este emplazamiento por sus connotaciones
astrológicas.
La ermita fue reconstruida en 1891 pero con el paso del
tiempo se fue deteriorando hasta encontrarse como la vemos.
La localización de la ermita, se
relaciona con un centro de observación astronómica relacionado con la Luna.
Como ya he mencionado, la ermita se orienta hacia el Noreste, donde la Luna
alcanza su posición más septentrional, posición que se repite cada 18 años y 10
días, conocida como el cielo de Saros. Este observatorio tenía como finalidad
la predicción de eclipses, fenómeno astral que cuando se producía, sumía a los
miembros de la tribu prehistórica en una profunda depresión, al pensar que iban
a producirse catástrofes y terribles males. Saber predecir los eclipses
constituía uno de los valores más importantes de la clase sacerdotal del clan,
como los druidas celtas.
Rodeamos la ermita continuando el camino del Calvario.
En la colina de Santa Bárbara se encuentran muchos
detalles curiosos y copio del libro Matarraña insólito: "restos arqueológicos y antropológicos en forma de
yacimientos, grabados, monumentos prehistóricos, altares de oración, grutas…
pertenecientes a diferentes momentos históricos, alzados por pueblos que sabían
de la fuerza y energía del enclave..." (me gusta el aura de misterio con el que
está redactado el libro de Jesús Avila, con sus más y sus menos, pero tiene su
enganche).
Así, abundan las cazoletas o cullas en el paisaje
alrededor de la colina, pero nosotros solo fuimos capaces de localizar una de
ellas, y tenemos nuestras dudas de que sean más nuestras ganas de verla de que
lo sea en sí misma porque no parece de gran profundidad y parece más obra
natural que humana. Estas cazoletas hablan de la posición del sol, de los astros,
de la energía…Nos recuerda, a su manera o mejor dicho a nuestra imaginación, a las lingas y yonis de Vietnam y Camboya. El ser humano, en cualquier parte del mundo, sin su misticismo parece que no puede vivir.
Desde el año 2003, se celebra en la colina la fiesta del
solsticio de verano para disfrutar del amanecer cada 21 de junio.
El viento no era el mejor compañero para pasear por la
colina y acercarse a los bordes en busca de más cazoletas y más signos, pero
aún así se pueden disfrutar las vistas.
Lo que si vimos, y es que realmente era difícil no
verlo, fue la espiral de nueve vueltas, en teoría relacionada con los
templarios y como el simple juego de la oca que sería una representación del
Camino de Santiago…y es que la vida si no es una espiral bien parece un
círculo; aunque sobre esto se han escrito teorías y no hechos.
Bajamos de nuevo a la villa, decidiendo no acercarnos
hasta las ruinas del castillo, los restos de un torreón, que aunque unas ruinas
siempre nos gustan y hasta nos pueden sorprender, el viento nos hizo desistir
de intentar la subida. Se ha habilitado una escalera metálica para subir a él y
disfrutar de las vistas un poco más altos.
Así que de nuevo en la villa, disfrutamos de sus
calles.
Salimos dónde comenzamos, a la plaza del Pilar y dada la hora que es
decidimos comer en La Fresneda, y me parece que sólo teníamos dos opciones a
razón de lo visto, una era un mesón y otro era en un lugar cercano a este plaza
que además nos interesaba curiosear, el Hotel El Convent.
Este hotel se ha instalado en el Convento de los
Mínimos. La relación de la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula con
La Fresneda se remonta a 1580, cuando la villa y la encomienda donan a esta
orden la Ermita del Monte de la Mangranera, actual Santuario de la Virgen de
Gracia (nuestra última visita en la villa que haremos al final) y lugar donde se había encontrado la
figura de una Virgen.
La orden estableció allí un monasterio pero las duras
condiciones climáticas les hicieron volver a La Fresneda, iniciándose la
construcción de este convento en 1593 e instalándose la comunidad de monjes en
1595. En el comienzo del siglo XVII se añadió una iglesia.
La Guerra de Sucesión y las guerras carlistas hicieron
estragos en el edificio, quedando en pie solamente la fachada y parte de sus
muros exteriores. En el siglo XIX, con la Desamortización de Mendizábal el
convento pasó a manos privadas, como sigue en la actualidad, conservándose la
planta original con un claustro central.
Afortunadamente nos dan de comer, y como mi estómago
estaba algo revuelto no pude disfrutar de las viandas, comida y bebida, como se
debía, aunque si eche en falta en la carta un buen ternasco aragonés.
Lo que descubrimos, que desconocíamos, es una rica cerveza
zaragozana, Ambar.
Ya que gracias a este convento hemos conocido la existencia del Santuario de
la Virgen de Gracia, después de comer nos dirigimos hacia él, siguiendo los
carteles que lo indican saliendo de la población, y lo hacemos por una pista de
tierra en buen estado que se adentra en el barranc de Les Canals.
Según cuenta la leyenda, una pastorcilla de
Valjunquera se encontró en la cueva del monte de Mangranera la figura de una
Virgen y se la llevó a su pueblo, pero al cabo de unos días la imagen
desapareció para volver a este lugar, por lo que decidieron construir una
ermita en honor a la Virgen de Gracia.
En el santuario se encuentran los dos edificios
principales que lo componían, la iglesia y el convento, así como el arco de entrada al conjunto y otros
edificios secundarios.
En 1580, la villa y la Encomienda de La Fresneda
cedieron la ermita y su terreno a la Orden de San Francisco de Paula como vimos
en el convento de Mínimos de la villa, levantando un monasterio que tuvieron
que abandonar por las dificultades de habitabilidad. Este nuevo asentamiento
urbano no significó el olvido de este santuario y tras varios litigios por la
posesión del terreno fallados a favor de la orden, los franciscanos
construyeron un nuevo convento en el siglo XVIII, distribuido en cuatro plantas
y provisto de celdas y servicios para la comunidad religiosa y los peregrinos,
que además se comunicaba con la capilla de la Virgen.
A partir de 1795 se construye una gran iglesia de tres
naves integrando la capilla original. Lo que en mejor estado se conserva es la
fachada de dos cuerpos con la hornacina que contiene una imagen de la Virgen.
La cabecera de la iglesia se apoya en la cueva con una girola entre
ésta y el altar mayor, pero del interior no se conserva nada.
Impresiona recorrer las ruinas de la iglesia y el
convento, es una sensación entre mística y película de terror, entre tristeza
y alegría (si, alegría, será por la Virgen de Gracia). Existen carteles de
advertencia para que no se entre por posibles derrumbamientos pero los
obviamos un poco, no demasiado, que lo nuestro tampoco es jugar a ser
Indianas Jones, solo lo justo para
disfrutar del tiempo y el lugar.
Una inscripción en la fachada recuerda la funcionalidad del convento como hospedaje de peregrinos.
En una de las fachadas laterales del convento y en una
construcción anexa se ve cómo se aprovechó la piedra de la montaña para sus
construcciones.
El santuario es un lugar para descubrir sin lugar a dudas, y para
respetar, tanto sus piedras como su entorno natural.
En La Fresneda hemos dejado bastantes lugares
pendientes por conocer, sobre todo en los alrededores, pero en un solo día habría que ir a paso de marcha
rápida para verlos (molinos, hornos, fuentes, el lavadero, capillas en las
afueras, pozos de nieve, cruceros…) y nosotros en esta ocasión hemos venido de
vacaciones de relax, sin prisas, como mucho con las pausas necesarias.
Genial. gracias por compartirlo.
ResponderEliminar:)
Gracias! Vuestra villa es preciosa y merece la pena visitarla y conocerla bien.
ResponderEliminarBuenas tardes Maca: he descubierto tu blog de viajes y me ha encantado, con mucha información y buenas fotos con detalles de estos pueblos nuestroa tan encantadores. tomo nota de tu dirección, para continuar visitando.
ResponderEliminarvoy aprovechar unos días de vacaciones para visitar esta comarca del Matarranya, y tu información será genial. Un saludo desde Pallejà (Barcelona) MPilarPeiró
Hola Milketa, gracias, me alegro poder serte útil. Si no has visitado antes la comarca estoy segura que te va a gustar mucho, son villas llenas de encanto, y además con paisajes realmente bonitos.
ResponderEliminarBuenas noches Maca:
ResponderEliminarNo había yo advertido que junto a Ráfales, tenía la posibilidad de desde tu blog, pasearme por La Fresneda, Fuentespalpa, Beceite, Vallderroures, Lledó, vaya, el Matarraña en pleno.
Bueno, bueno, me explico, desde que hace un mes, decidimos la excursión otoñal a estos parajes, que entre dibujo y dibujo (o sea cada media hora) voy al google o a la Guia Michelin, buscando compulsivamente documentación gráfica y de la otra, inclusome acerqué a la librería del Corte... con un pobre resultado, !Y AQUÏ ESTÁ TODO!!!! Con el maravilloso Castillo/Cementerio de La Fresneda y las ruinas del convento, con las que sueño, fantásticamente fotografiado!! Tus callejuelas fotografiadas desde el eje de la calle, son una maravilla, no se si podré esperar al natural y caeré en la tentación de dibujar alguna calleja desde la misma pantalla...
Te informaré
Hola Isidre, hoy nos vamos a ver por todos lados.
ResponderEliminarEl Matarraña completo no, que para nuestra tristeza, a la par que alegría porque es una razón para seguir volviendo, nos quedan todavía pueblos y lugares recónditos para conocer y descubrir.
Tú pinta entre google y Michelín y ya lo veremos en tu blog.
Después de un par de años sin ir, este año decidimos volver a la Fresneda; estuvimos alojados en un pequeño hotel con mucho encanto, la Grancha, donde el trato fué muy agradable.
ResponderEliminarUtilizamos tu blog de guía y nos sirvió de mucha ayuda. El pueblo es precioso, aunque lo encontramos más habandonado que la vez anterior y un poco sucio. Es una pena que los Ayuntamientos no cuiden estas cosas.
De cualquier forma, es un sitio recomendable para visitar.
La próxima escapada nos quedamos más cerca de casa. Vamos a Briuega y por supuesto que volveremos a utilizar tu blog como guia.
Hola!. Me alegra que el blog os sirviera de ayuda para revisitar La Fresneda, y una pena que tuviérais esa sensación de dejadez y suciedad (nosotros no las tuvimos).
ResponderEliminar¡Disfrutar en Brihuega!. Un saludo.
Maravillosa guía.
ResponderEliminarUn pueblo muy bonito. Aunque compartimos esa sensación de abandono y suciedad, merece la pena visitarlo.
Nosotros estuvimos un fin de semana en una casa rural muy coqueta, cerca de la Plaza Mayor.
No perderse el bar que hay en al Plaza, el grande: una vuelta a otro tiempo.
Gracias por tu visita y comentario. Yo La Fresneda no la recuerdo como sucia, y el abandono en algunos edificios puntuales, pero esto también lo tenemos en nuestra ciudad, es el mal urbano. Un saludo.
ResponderEliminar