16 de marzo de 2012

España - Beceite/Beseit (Teruel)


Letras de papel

Tras nuestro paseo por el parrisal del río Matarraña volvemos a Beceite para conocer la localidad.

Los orígenes de Beceite se remontan a dos núcleos creados por los árabes, Abu Zeit y Zeit. Durante el siglo XII fue reconquistado por el rey Alfonso II de Aragón, asentándose los templarios, época de la que datan algunos portales, una parte de la iglesia y edificaciones civiles. 

Posteriormente, como muchas otras localidades de Aragón, Beceite sufrió los avatates de las guerras por su situación geográfica; concretamente, durante las guerras carlistas las tropas del General Cabrera se refugiaron en las montañas del Maestrazgo.

Beceite se desarrolló gracias a la industria del papel, con varias fábricas del mismo, saliendo de una de ellas los famosos naipes de Heraclio Fournier (la de partidas  que hemos jugado con Heraclio y no sabíamos hasta hoy su origen de papel). 

Según entramos a Beceite desde la excursión y siguiendo las indicaciones, nos encontramos con el acueducto de la acequia mayor, construido en la época decimonónica, seguramente sobre una construcción musulmana. El acueducto sirve para que las aguas de la acequia mayor salven el obstáculo orográfico del barranco del Predicadors y rieguen los campos y huertos. Está realizado en sillería y mampostería, alcanzando los 20 m de longitud y 6 m de altura. 


No hemos entrado todavía en el núcleo urbano , y nada más entrar en él hacemos una nueva parada para acercarnos a la Font de la Rabosa, un salto de agua con pozas del río Matarraña. 


Beceite, como todos los pueblos de la comarca del Matarraña nos da la bienvenida presumiendo de su denominación de origen, pero curiosamente es la única foto que tenemos de estas "presentaciones". 


Aparcamos al lado de la Ermita de Santa Ana, situada en el arrabal del puente, fuera de las murallas de la población, que recibía a los visitantes que llegaban del camino de Peñarroya


Es una construcción gótico-renacentista realizada en piedra tosca, con modificaciones realizadas en los siglos XVII y XVIII en la nave principal y en el pórtico exterior. 

Santa Ana es la patrona de las mujeres en el bello momento del parto y en Beceite es la abogada de la buena muerte (que suena tan macabro como bien si se piensa con calma, que para el final todos queremos serenidad y rapidez). 


Al lado de la ermita se encuentra el puente de piedra que cruza el Matarraña, siendo el primer puente desde su cabecera que lo hace. En este punto el río salva un desnivel importante desde su recorrido en la Vall del Prat hasta aquí; la fuerza del agua que ello provoca fue aprovechada para mover las ruedas de los distintos molinos que se instalaron a lo largo de su curso: harineros, almazaras, centrales hidroeléctricas, martinetes, papeleros…


El puente fue construido entre los siglos XV y XVI, tiene un solo ojo y mide unos 15 metros de altura. Su construcción permitió que la localidad no quedase incomunicada en caso de fuertes riadas. 

Después de la Guerra Civil la poza situada bajo el puente, La Cadolla, fue vaciada con cubos para recuperar las armas que se habían lanzado a ella y así poder aprovechar el hierro (malos tiempos de la posguerra y buen uso de las armas que no es el mal uso para el que fueron diseñadas). 

Benedicto XIII, el Papa Luna, en el año 1411 concedía a su médico particular, el converso Jerónimo de Santa Fe, los derechos del molino para paños en “Bezeyt”, perteneciente al arzobispo de Zaragoza. Esta es la primera referencia escrita sobre los molinos en Beceite. A finales del siglo XVIII y principios del XIX existió una floreciente industria del papel. En 1804 se inauguraba la última de un total de nueve fábricas; la subida arancelaria sobre el trapo con el que hacían el papel, impuesta por los Borbones durante el siglo XVIII, estimuló a los burgueses y empresarios aragoneses y catalanes de la época, que pusieron en funcionamiento en Beceite y Valderrobres trece molinos papeleros.

La fabricación artesanal producía un papel de calidad, y por ello trabajaron para Heraclio Fournier en la elaboración de naipes; fabricaron papel moneda para el estado; Goya utilizaba papel de Beceite para sus grabados…

La producción principal llegaba a los grandes centros de consumidores de Barcelona, Valencia, Madrid y Bilbao por medio de carretas en viajes que duraban varios días. 

Las primeras fábricas de papel eran de una, dos o más tinas para fabricar la pasta de papel, hasta la llegada de la pila holandesa durante el siglo XIX, que se instaló en todas las fábricas y se utilizó hasta 1970. 

En Beceite sus nueve fábricas fueron: Cremada, Martí, Molí del Toscá, Taraganya, Noguera (foto), Solfa (actualmente se ha instalado un restaurante), Batá, Morató y Pont Nou. 


El complejo industrial de la familia Noguera cesó su actividad en 1978, y con ella terminaba la época industrial papelera de Beceite, que se había iniciado 200 años antes. Esta fábrica se había llamado Miró y había empezado su actividad a mediados del siglo XVIII como Martinete de Tomás Royo, haciendo una reconversión en menos de dos décadas cambiando el martinete por un molino papelero.

Tras la Guerra Civil, la familia de papeleros Noguera comenzó su actividad industrial en Beceite, alquilando primero la fábrica de papel de Taragaña y en 1940 compraron la fábrica Miró, comprando poco después también la de Taragaña. En 2001, cesada ya la actividad la fábrica, se reconvirtió en un espacio cultural con la creación de una galería de arte, dirigida por la artista Gema Noguera. 


Entramos propiamente en la ciudad por el Portal de Villanueva, construido en el siglo XVI. En el escudo sobre el arco aparece el toro, el símbolo de Beceite y encima el nombre de Aragón con las cinco barras. 


Este portal da paso hacia la izquierda a la calle Villanueva, por la que andamos. 


En esta calle se encuentra uno de los típicos pasajes cubiertos, a cuya izquierda hay un altar de una virgen, de la que no tengo datos.



Por la calle llegamos al Portal de San Gregorio, la antigua entrada a la población, construido a mediados del siglo XII, siendo reformado en la primera mitad del siglo XIV quedando un portal apuntado de estilo gótico. 


Sobre el arco destaca el escudo de la media luna invertida, perteneciente con toda probabilidad al  primer arzobispo de Zaragoza, Pedro López de Luna. 


En su interior se abre la capilla de San Gregorio Papa, con unas puertas-ventanas labradas en madera que hacen de este portal un rincón especial y acogedor. 


Cruzando el portal se entra en la calle Llana, y la forma de codo (foto superior) afianza su carácter defensivo. 


Nada más comenzar la calle Llana a la derecha queda la calle Castellà, con arquitectura popular y solariega, pero que en esta ocasión pasamos de largo. 


Caminamos por la calle Llana hasta llegar al Portal de la calle Llana, un portal románico que seguramente fue reconstruido por los templarios cuando reconquistaron Beceite. 


De un portal a otro, alcanzamos el Portal-Ermita de San Roque, una construcción barroca de los siglos XVII-XVIII, otro rincón con mucho encanto de la localidad.


Sobre el portal la capilla dedicada al santo. 


Al igual que el portal de San Gregorio presenta puertas de madera labradas, y en esta ocasión acompañadas del detalle en una esquina de una pequeña doble campana. Estas puertas me traen recuerdos de la bonita localidad de Mirambel, que visitamos en nuestro anterior periplo por estas tierras. 


Desde este portal llegamos hasta la iglesia de San Bartolomé, construida entre los siglos XVII y XVIII sustituyendo a otra anterior de la que ya había constancia en el año 1210, de la que se conservan elementos en las fachadas laterales, un capitel de columna y una clave de bóveda de crucería. 

La construcción se adaptó al terreno desnivelado, proyectándose hacia el nuevo espacio de la plaza de la Constitución. 

Durante la Guerra Civil la iglesia sufrió un gran expolio, los retablos fueron arrancados a golpe de hacha para luego ser quemados en la plaza, el órgano del coro también fue destruido así como la escultura de piedra del santo que se encontraba en la hornacina de la fachada, que continuó vació hasta 1973. De las tumbas del suelo se sacaron los cadáveres (¿para qué estos actos?), en las paredes laterales se abrieron boquetes para hacer ventanas (tapados con cemento tras finalizar la guerra) y el recinto se utilizó como almacén. 

El sol comenzaba a caer y no era el mejor aliado para una buena foto de la fachada. 

 
Su fachada podría considerarse como una fachada-retablo, con dos cuerpos flanqueados por columnas salomónicas. 

Una historia curiosa: para colocar la nueva estatua de San Bartolomé sacaron unos cables por dos agujeros de la fachada, en el vértice del tejado, que sujetaban una polea cuyo extremo era tirado por un tractor, que al ir en macha hacía que la escultura fuera subiendo. Para que no rozasen los cables y la figura en las cornisas inferiores, mucho más sobresalientes que la pared, había atadas a la figura dos cuerdas de las que tiraban un grupo de hombres. Tras el primer intento hubo que descenderla ya que no se consiguió el suficiente balanceo para colocarla pero al segundo intento sí se logró. 


Por primera vez en esta visita de localidades del Maestrazgo las puertas de la iglesia están abiertas, y esto es porque estaban preparando la tarde de Reyes, no sé si cabalgata incluida, y su interior es sencillo, con tres naves decoradas con estucos y pinturas, pero no quisimos molestar y la visita fue rápida, más entrar y salir. 

Frente a la iglesia se encuentra el edificio del Ayuntamiento, cuya fachada y entrada principal en el siglo XVI se orientaba hacia el oeste pero en el siglo XVIII con la creación de la nueva plaza se abrió el acceso por ésta. 

Sus dependencias han albergado a lo largo de los años las escuelas, el consultorio médico y el teléfono público. 


Bajo el edificio de la Casa de la Vila se encuentra la Lonja, con cinco arcos apuntados, en la que se conserva un pequeño cuarto que pudo tener funciones de mazmorra. Es curiosa la disposición de esta Lonja al tener esos escalones que la hacen parecer un pequeño anfiteatro. 

Si no me equivoco, a la derecha en la fotografía el edificio que asoma por detrás de los arcos es La Presoneta, la antigua prisión que ahora alberga el Centro de Visitantes, pero como no nos la encontramos abierta nos saltamos esta prisión tanto en una visual más detallada como en fotografía, aunque no fue de manera consciente sino por no haber prestado más atención a los mapas que hay en los paneles de información. 

La Presoneta era el torreón que defendía el portal de entrada, portal de que no queda rastro, y que perdió su función defensiva con su transformación a cárcel. Aquí el general carlista Cabrera encerró a tres mujeres liberales como reprimenda al fusilamiento de su madre. 


Aparte de no haber consultado el mapa en su momento otra razón por la que nos saltamos La Presoneta es que teníamos en mente acercarnos hasta El Palau, parte de un antiguo palacio de los siglos XIV-XV, que fue el palacio del arzobispo de Zaragoza, siendo una obra realizada principalmente en sillería, que originalmente tenía dos torreones flanqueando el edificio. 

En este palacio los señores, los arzobispos de Zaragoza, cobraban los diezmos y primicias en especies. Con las desamortizaciones el palacio pasó a manos privadas y públicos, siendo sede para diferentes usos: baile, cine, tearo, bar…

Actualmente está dividido en tres partes, dos privadas y una municipal, siendo la sede de una asociación cultural. 


Frente al Palau se encuentra la calle Aragón, donde se pueden ver casas solariegas. 


Bajamos por la calle Aragón hasta el primer cruce en el que giramos a la izquierda para llegar hasta el Portal del Pilar, construido en 1558. 



Salimos nuevamente a la calle Aragón para terminar de recorrerla hasta su cruce con la calle Diputación. 


En la esquina de estas dos calles, Aragón y Diputación, se encuentra La Torreta, una antigua torre de vigilancia, que ahora es una casa, pero aunque intentamos dar una vuelta para tener una mejor vista no lo conseguimos, aunque creo que nos faltó dar la vuelta completa para hacerlo…


Continuando por la calle Diputación se llega hasta La Acequia, donde aparte de una acequia se encuentran el antiguo lavadero público. 



Desde aquí salimos a la calle Palacio, que sale a la calle Villanueva y que no tomamos en su momento por ser en subida y ahora ya es de bajada, con lo que hemos dado la vuelta en círculo a la villa, dejando algunos lugares pendientes y no por gusto sino por despiste. 

Beceite nos ha ofrecido piedras naturales de mano de la naturaleza y piedras realizadas por el hombre que nos hicieron pasar un día completo y agradable. 


2 comentarios:

  1. Excelente y bien documentado artículo.

    Me ha encantado su lectura al tiempo que recordaba mis estancias por zonas cercanas como Alcañiz, Castelserás, Molinos, etc.

    Hablar de la Franja, esa zona aragonesa donde se mezcla el catalán y el castellano es una curiosidad que nadie debería perderse.

    No he conseguido encontrar el porqué de los cinco palos en el escudo de la foto (3 un espacio y 2 más) ya que en realidad en el escudo oficial constan los 4 lógicos representativos de Catalunya y Aragón.

    Peter

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  2. Gracias Peter, me alegro que te haya recordado momentos buenos vividos en esta zona, de la que me faltan por conocer las localidades que mencionas, aunque las he rodeado por su parte este y algo del sur, así que para la próxima tendrán que caer. La documentación básicamente es de la página web del Ayuntamiento de Beceite (enlace en el artículo) y de los buenos paneles de información en los monumentos de todos los pueblos que visitamos, que por supuesto estaban en castellano y en catalán, que si bien entendí en nuestra primera visita es un catalán aragonés, con algunas particularidades que los diferencian.

    Del escudo también me llamó la atención lo de las cinco barras, porque en teoría son cuatro, tanto para Aragón como para Catalunya y Valencia, pero en la fotografía se ven perfectamente cinco, y buscando información del portal es un detalle que mencionaban en una página web. Sobre las cuatro barras sí que he encontrado algunas teorías, aunque parece que no se terminan de poner de acuerdo.

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