Desde Ballhausplatz se vuelve a acceder al complejo del Hofburg, aunque nosotros lo hicimos por una cuestión de logística mal planteada desde Michaelerplatz, y se entra al patio In der Burg (que significa en el castillo), con una estatua de Francisco I en el centro, rodeado por las alegorías de la Fortaleza, la Paz, la Fe y la Justicia.
Al frente se encuentra Amalienburg, el castillo de Amalia, construido por Rodolfo II en 1575, que lleva el nombre de la viuda de José I y donde se encuentran las habitaciones de Sisi. En su fachada destacan los dos relojes, el solar y el construido por Tycho Brahe a finales del siglo XVI. A la izquierda de este edificio se halla la puerta que comunica con la Ballhausplatz.
A la izquierda (no se ve en la foto ni siquiera una esquina) se encuentra el Leopoldinischer o Ala Leopoldina, construido por el arquitecto más nombrado de Viena, Fischer von Erlach (realmente dos, padre e hijo), para unir los edificios que estaban inconexos en el complejo del palacio, y que habían quedado destruidos durante el asedio turco de 1683. Este edificio fue la vivienda de la emperatriz Maria Teresa y de su hijo José II. Actualmente es la Residencia Oficial del Presidente de la República y no se puede visitar; si ondean las banderas austriaca y europea sobre el tejado es que el presidente está presente, y este día no ondeaban.
A la derecha la Reichskanzleitrakt o Cancillería Imperial, construido por Carlos VI en 1723, aunque el ala izquierda forma parte del antiguo castillo construido en el siglo XIII. En este edificio es donde se encuentran los apartamentos de Francisco José.
Frente a Amalienburg una preciosa puerta renacentista, Schweizertor, con columnas de mármol rojo y negro que parecían madera; puerta que daba acceso al castillo antiguo, que estaba aislado en el origen del Hofburg. Ante la puerta se encuentra el foso, con su puente levadizo; sobre la puerta hay dos poleas redondas (a los lados del arco) que revelan la existencia de este puente.
Esta puerta da paso al Schweizerhof o Patio de los Suizos, la parte más antigua del castillo. Su nombre se debe a la guardia suiza que custodiaba el palacio, al servicio de Maria Teresa.
A la izquierda según se entra (derecha mirando la foto) se encuentra la Schweizerbrunnen, fuente construida en 1552, y al fondo, subiendo las escaleras desde la que está tomada la foto, la Burgkapelle, donde comenzó a cantar el coro de la Corte, precedente de los Niños Cantores de Viena; pero que está cerrada (abierta de lunes a jueves, pero era jueves y no tocaba).
Bajo la escalera de la iglesia se halla la entrada a la Schatzkammer o Cámara del Tesoro, donde se exponen los Tesoros Secular y Eclesiásticos durante los años de reinado de los Habsburgo, pero nosotros decidimos no entrar.
En este círculo casi vicioso que tenemos de paseo volvemos a salir a Michaelerplatz, ahora tomamos la calle Reitschulgasse, y en lugar de tomar la acera por la que subimos lo hacemos por la contraria, en la que hay unos soportales, con lo que nos topamos sin saberlo con el Stallburg, los establos reales. El edificio fue construido por Fernando I como residencia de su hijo Maximiliano II, pero nunca lo habitó y se utilizó como establos desde el principio.
Los establos están alrededor de un patio con tres pisos de arquerías, que gracias a unos cristales se puede ver la construcción así como a sus habitantes, los bonitos caballos Lipizzanos, una raza cruce de ejemplares españoles, árabes y bereberes, que comenzaron a criarse en Trieste, Eslovenia; los cristales son a prueba de ruidos para no molestarles.
Como curiosidad, los potros nacen con la piel oscura o negra y se convierten en blancos entre los cuatro y los diez años.
Se pueden ver los caballos cuando los llevan del Stallburg a la Escuela Española de Equitación, situada enfrente, pero nosotros no coincidimos con este ecuestre y bonito desfile, así que nos conformamos con verles en su “hotelito”.
Al salir de los soportales se entra en Josepfsplatz, plaza por la que antes habíamos pasado pero en la que no nos detuvimos por intentar llegar a buena hora para visitar los apartamentos imperiales del Hofburg.
Preside la plaza la estatua de José II, bajo cuyo reinado Austria se convirtió en una potencia europea y Viena una importante capital cultural.
En el lado derecho de la plaza (de la foto) se encuentra la Escuela Española de Equitación o Spanische Hofreitschule, aunque la entrada del público creo que no se realiza por esta puerta; donde se celebran espectáculos con los caballos lipizzanos, a los que hay que reservar con antelación, o se puede intentar asistir a los ejercicios matinales, previa compra de entrada el mismo día. Al lado de esta escuela está el Redoutensaaltrakt o Sala de Baile, donde se celebraban los bailes de máscaras, que no es visitable pero en la que esporádicamente se celebran conciertos y también conferencias del Centro de Congresos.
Al frente se halla la Nationalbibliothek o Biblioteca Nacional, que en este caso necesita poca traducción la verdad, erigida por Von Erlach el Joven según proyecto de su padre. La fachada está rematada en el centro por la escultura de Minerva sobre su cuadriga, a la derecha Gea con la esfera terrestre, y a la izquierda Altas con la esfera celeste.
A la biblioteca entramos, 7€, porque en su interior se halla la Prunksaal o Sala Suntuosa o Imperial, comenzada a construir por Von Erlach padre en 1719 y terminada por el hijo, bajo el reinado de Carlos VI. Una biblioteca impresionante, con librerías de nogal, de dos pisos, aunque sólo podemos pasear por el inferior, más quisiéramos haber subido al superior. En el centro bajo la cúpula, con una pintura que representa la Glorificación de Carlos VI, una estatua del mismo, y rodeándola cuatro bellos globos terrestres.
Una biblioteca impresionante, con librerías de nogal, de dos pisos, aunque sólo podemos pasear por el inferior, más quisiéramos haber subido al superior. En el centro bajo la cúpula, con una pintura que representa la Glorificación de Carlos VI, una estatua del mismo, y rodeándola cuatro bellos globos terrestres.
La sala tiene 77,7 m de largo, 14,2 m de ancho y una altura de 19,6 m. Cuenta con 200.000 libros de 1501 a 1850, aunque los fondos de la biblioteca en total ascienden a ocho millones de libros y objetos varios.
El detalle curioso es que una parte de las estanterías inferiores es giratoria y da acceso a una “biblioteca oculta”.
La visita a la biblioteca merece la pena, pero nosotros nos quedamos prendados de la Marsh Library de Dublín, menos imperial pero más coqueta, fue un flechazo desde el primer momento y es difícil de superar, aunque nunca se sabe; más comparativa por su grandeza sería la Long Hall del Trinity College, también en Dublín.
Salimos de nuevo a Josefsplatz, en el lado de la plaza que queda por descubrir, a nuestra izquierda mirando la foto de la plaza, se halla la entrada a la Augustinerkirche, del siglo XIII pero con sucesivas reformas, que forma parte del convento del palacio. En ella se celebraban las bodas de los Habsburgo, como la María Luisa y Napoleón en 1810, aunque él no asistió, y la de Francisco José y Sisi en 1854, pero su interior no es demasiado imperial, curioso con el nivel que encontraremos en otras iglesias de la ciudad.
Si, aunque no lo parece, la iglesia es el edificio blanco que ahora vemos a la derecha en la foto, aquí se encuentra su entrada y no en la calle Augustinerstrasse. Cierran la plaza, frente a la Biblioteca el palacio Pallavicini, la casa de Harry Lime en El tercer hombre y al lado el palacio Pallfy, con la fachada color verde, donde comenzó su carrera Mozart de niño prodigio, y que actualmente acoge un centro cultural.
Entramos en la iglesia y en la nave derecha se encuentra la tumba de la princesa Maria Cristina, hija preferida de Maria Teresa, obra de Antonio Canova, aunque la tumba está vacía ya que estos Habsburgo para los enterramientos eran bien raritos ellos.
Al final de esta nave se encuentra la entrada a la Lorettokapelle o Capilla de Loreto, donde a través de una reja se pueden ver las 54 urnas de plata que contienen los corazones imperiales de los Habsburgo, de 1637 a 1878, solo sus corazones ya que tenían la extraña costumbre de desmembrarse para ser enterrados en varios lugares, y este es el primero de ellos por el que pasamos, pero la capilla está en reformas o algo parecido porque el austriaco o el alemán no lo dominamos, con lo que no vemos estas morbosas urnas. Las vísceras restantes se encuentran en la cripta de la catedral Stephansdom.
Pasamos de nuevo por Albertinaplatz y por una calle pequeña que parece cortada salimos a una de las entradas al Burggaten o Jardín del Castillo, al que también se puede llegar desde el Schweizerhof, pero estamos empeñados en dar vueltas por los mismos lugares, y es que es complicado ir viendo todo sin repetir sobre nuestros propios pasos.
Con el buen tiempo que hace es normal que la gente aproveche los parques y jardines.
El parque se construyó en 1819 con el nombre de Kaisergarten o Jardín del Emperador para tapar el hueco que había dejado la voladura de las murallas que hicieron las tropas de Napoleón antes de salir de Viena, y que no habían servido para evitar su entrada. En 1919, la Primera República Austriaca le cambió el nombre y lo abrió al público, ya que hasta el momento estaba reservado exclusivamente a los miembros de la Corte.
Según entramos a la derecha se encuentra el Palmenhaus, un invernadero de estilo Jugendstil, en el que se ha instalado un café, en el que no había ninguna mesa, y en esta ocasión la buscamos, y no somos de parar todo lo que deberíamos y lo que nuestros cuerpos necesitarían, pero conocer no ocupa lugar sino tiempo.
En la parte del fondo del invernadero la Shmetteringhaus o Casa de las Mariposas, que ya ha cerrado; pero dado que en el mariposario de Amsterdam tuve mis más y mis menos con estos animalitos incluso mejor que esté cerrado, que soy muy histérica y puedo acabar a golpes de guía con ellas si se me posan (muy bonitas sus alas pero sus cuerpos no dejan de ser "agusanados").
Al frente según hemos entrado se encuentra la fachada posterior del Neue Burg (más adelante conoceremos más de él).
En el parque hay varias estatuas, una es la de Francisco José, muy prusiano él.
Pero la estatua más solicitada para fotografiar y fotografiarse es la de Mozart, obra de Viktor Tilgner, de 1896.
En el parterre delante de la estatua una bonita clave de sol floral, la primavera parece querer llegar a Viena, además el tiempo está siendo espléndido, mientras que las noticias que nos llegaban de España eran de lluvias torrenciales.
Llegando a Mozart tenemos que tener un intermedio musical:
Al final de la fachada posterior del Neue Burg hay un pasillo que conduce a la Heldenplatz o Plaza de los Héroes, una de las plazas más impresionantes, en grandeza, de Viena.
Y por supuesto la entrada principal del Neue Burg o Nuevo Palacio o Castillo, donde se forjó la última etapa del imperio de los Habsburgo, a los cinco años de su terminación cayó el imperio.
Presenta una impresionante fachada convexa con estatuas que evocan la historia de Austria. Actualmente forma parte de la Biblioteca Nacional y aloja varios museos en su interior.
En la plaza destacan dos estatuas, la del Príncipe Eugenio de Saboya (en la foto superior), que hizo retroceder a los turcos en su segundo asedio a la ciudad en 1683, y en el centro la del archiduque Carlos (en la foto inferior), que fue el primer comandante que ganó una batalla contra Napoleón después de su ocupación en 1805, detrás de la cual asoman las torres del Neus Rathaus o Nuevo Ayuntamiento.
En esta plaza proclamó Hitler en 1938, desde el balcón del Neue Burg, la anexión de Austria al Tercer Reich ante 70.000 vieneses, en aquellos momentos inmensamente contentos.
Con todas las distancias hacia la historia real, tanto del país como de la familia protagonista en la que se basa, una película que nos acercó a esta realidad de dos opciones políticas en Austria que enfrentó a los austriacos (el cine sigue con sus enseñanzas), Sonrisas y lágrimas (The sound of music).
A la izquierda, mirando hacia el Neue Burg, se encuentran las fachadas de la Zeremoniensaal, construido como salón del trono, y la de la Festsaal, una enorme sala de fiestas de 1.000 m2. Ambos edificios ahora forman parte del centro de congresos.
A la derecha la Äusseres Burgtor, Puerta del Castillo, un resto de la antigua bastilla bombardeada por Napoleón e inaugurada como puerta en 1824 con Francisco I. Posteriormente fue un monumento a los caídos en la Primera Guerra Mundial, y luego a los de la Segunda.
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