Ellos
tenían una granja en Australia….
Nuestra siguiente parada tras la visita a las Josephine Falls es
en Johnstone River Farm, una granja de animales con fines turísticos y
comerciales a las afueras de la población de Innisfail. Parte del negocio es la cría de animales para luego vender
su carne, su piel, sus colmillos…y parte son las exhibiciones con animales, interacción del turista con todos los bichos posibles.
Comienza el festival de
los animales. De aperitivo una simpática cacatúa a juego conmigo (suelo vestir de negro)
y eso que hoy llevo color, sino pareceríamos dos de la misma especie. La cacatúa, como
en el Sydney Wildlife World, Red tailed black cockatoo, aunque el red de la cola ni
se le veía allí ni se le ve en la foto.
De primer plato, un lindo y pequeño
cocodrilo, que te lo dan con instrucciones: aquí las manos con suavidad, y tú
ni caso y le agarras con fuerza porque aunque sea pequeño el animal impresiona
con sus dientes afilados; que no, que solo hay que sujetarlo por abajo y no por
el cuello…y así se queda una con el cocodrilo en las manos, hasta que le dicen
¡sonríe, foto!, y esa es la sonrisa que pude sacar (estoy perdiendo la vergüenza después de tantos y tantos paseos juntos y no me importa el ridículo de ser cómo soy, porque si no somos capaces de reírnos de nosotros mismos mal vamos por la vida, o por lo menos hasta el momento lo creo así).
Mis impresiones sobre el cocodrilo: su tacto es algo frío como
reptil que es pero para mí lo peor fue sentir su respiración debajo de la mano,
te daba la sensación que estaba acelerado, que lo estaría porque estaría tan
asustado como yo, y que en cualquier momento se rebelaría ante el abuso de
pasar de mano en mano como un trofeo no ganado realmente.
El plato fuerte para mí que las tengo algo más que simple respeto, una
serpiente, y ahora sí toca colocarla encima del cuerpo. Al principio me resisto,
pero luego me digo, si ya estoy aquí, pues vamos, todo está en la mente.
Allí estaba yo plantada con la serpiente en mi cuello, que de repente se pone a
circular por mi cuerpo como si fuéramos amigas de toda la vida, metiéndose entre mis piernas, con lo que
comienzo a gritar, no gritos espasmódicos pero sí de ¡ay ay ay!. Con una foto del festival de Maca y la serpiente os podréis hacer idea del resto de este momento.
Tras este espectáculo me voy
a relajar conociendo al lindo pademelon wallaby (parece una canción) que habían sacado para disfrute de los visitantes. Este canguro pequeño era para llevárselo a casa, pero
así sin crecer nada mas. Que diferencia de comportamiento de este animal humano con unos animales y con otros.
Viene uno de los guardas
para romper el hechizo con el wallaby y todos les seguimos, vamos hacia una
jaula donde hay un cocodrilo enorme, de nombre Aussie-Ozzie (es que por la pronunciación no distingo bien cual de los dos será con seguridad, y no miré en la jaula su nombre, que los tienen bien identificados).
El guarda-cuidador-entrenador y valiente entra en la jaula
acompañado de un ayudante y comienza un nuevo y asustadizo espectáculo. Nos cuenta cosas de su
alimentación, de su tamaño, mientras de vez en cuando se le acerca y con un
palo le azuza de modo que el cocodrilo responde con un movimiento que asusta
por no decir una palabra más mal sonante que todos podéis imaginar. Además en la mano lleva un pollo, al que el cocodrilo no le quita ojo, pero no se mueve tras él, ni tras el pollo ni tras el hombre, afortunadamente. Juguetea
haciendo que se lo va a dar y se lo quita de repente, ¡Jesús, que miedo!, es
increíble lo rápido que se mueve este bicho. Finalmente le dan su premio por el
espectáculo que nos ha dado.
Más que tanta explicación un vídeo que creo que se entiende muy bien y que se ve bastante bien en lo que consiste el juego (la menda sigue con el ay ay ay).
Nos acercamos a otra jaula,
donde hay dos cocodrilos, más pequeños, un macho, de nombre Bruno, y una hembra.
Con el macho se repite casi el
mismo espectáculo, que también creo que se entiende bastante bien lo que explica el guarda.
Terminamos en la jaula de un
monstruo, de nombre Joy, un cocodrilo de tamaño descomunal y eso que el primero ya era
tremendamente grande, impresiona la bestia.
De nuevo el mismo
espectáculo, pero ya estoy más vacunada ante el susto continuo de acercamiento
entre hombre y bestia y aunque sigo alucinada de la valentía o la locura de hacer esto (aparte de la incompresión) mis ay ay ay son más serenos... o eso creo.
Terminado el espectáculo con los cocodrilos de
repente todo se llena de animales, principalmente de los wallabys, un guarda
lleva unas cajas con comida, es pienso, y nos lo reparte para que les demos de
comer, toda una bonita experiencia.
Una de las mamás canguro
lleva en su bolsa su bebé, fijaros en la barriga y veréis asomar una cabeza.
Bebé que termina por
esconderse, supongo que ante todo el gentío que le quería ver, dejando solo sus
patitas fuera.
¿A qué son guapos estos
wallabys?
Pero esas garras
impresionan, un solo zarpazo y lo que te pueden llegar a hacer, con lo que la dulzura de
su cara y de su pose se diluye un poco.
Y de improviso entre tanto canguro lindo sale un grupo de emúes, supongo que al olor
del pienso, pero son muy cobardes, enseguida que les haces un aspaviento salen
corriendo, pero son muy nerviosos y se mueven muy rápido con lo que también te asustan
al no saber cuál será su movimiento.
En un pequeño estanque la
típica estampa idílica con una garza blanca como si flotara sobre los lotos,
aunque pensar que en esas aguas podría haber cocodrilos hace trizas lo idílico.
En un recinto vallado
bastante amplio hay un casuario, al igual que el emú es un ave que no vuela, pero
en su caso en peligro de extinción, y desarrollan una labor de diseminación de
semillas muy importante, ya que las comen y defecan, haciendo el trabajo de
polinizadores o fecundadores, con lo que no solo hay peligro de extinción de la
propia especie animal sino también de las vegetales. Tiene un cuerpo de plumas
negras brillante precioso y un aspecto de pavo en su cuello con llamativos colores.
Al contrario que el emú este
animal si es peligroso, muy peligroso, está considerada como el ave más
peligrosa, porque a la que uno se descuide se lanza contra lo que ve y golpea con
ese gorro o casco duro que tiene sobre su cabeza y salta con gran fuerza contra el
supuesto agresor golpeando con sus patas. Parece que se haya puesto rimmel
para el ataque.
Los últimos animales con los
que interactuamos son los dingos, perros salvajes que pese a su aspecto de
perro son agresivos y hay que tener cuidado. El guarda saca uno de ellos, un
cachorro, sujeto con una cadena.
Yo me olvido de lo
peligrosos que pueden ser y me parece un bonito perro (si no hubiera llevado cadena no creo que me hubiera acercado, aunque visto todo lo que he hecho o intentado hacer en este viaje ya no afirmo nada).
Una película protagonizada
por la inconmensurable Meryl Streep, Un grito en la oscuridad, contó la historia del supuesto ataque de
unos dingos a una bebé a una familia de adventistas en Australia, aunque la película es mucho más que la desaparición del bebé, también trata sobre el poder de los medios de comunicación en la opinión pública.
Con todo visto y tocado en
la granja, volvemos a la tienda de souvenirs para comprar. En ella hay unas
vitrinas con objetos curiosos como unos huevos de emú decorados (a la venta) y
sobre todo estas bolas de pelo, que son expulsadas por los cocodrilos ya que
ellos no pueden digerirlo, así que en su estómago se forman estas bolas y las
expulsan tosiendo…al igual que hacen los gatos, al final los cocodrilos serán unos lindos y apacibles animales.
Después de la granja nos
toca comida en un buffet de estilo italiano, que la verdad es que estuvo bien,
nos pusimos todos cardíacos y eso que era temprano para nuestras horas de
comida. Las señoras que lo atendían era un encanto y el sitio se puede recomendar para hacer un alto en el camino y reponer fuerzas.
Si parecía que no se podría aumentar el nivel de adrenalina en este viaje, esta granja estaba para demostrarnos que no, que Australia es un mundo infinito a descubrir continuamente.
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