Arriba
y Abajo
Desde Circular Quay ahora
nos vamos hacia la derecha, pasando por The Domain para llegar a Wooloomooloo Bay (me encanta este nombre, se te llena la boca al pronunciarlo
tal y como se escribe). En sus antiguos muelles edificios de viviendas, donde vive Russell Crowe, y frente
a ellos barcos de la marina australiana.
Aparte de por la casa de
Russell y por los interesantes restaurantes que hay en los muelles, otra “institución
gastronómica” se alza en esta pequeña bahía, el Harry’s Café de Wheels, con
fotos de sus clientes en sus paredes.
Sirven comida "diétetica":
grandes y contundentes pasteles o tartas de carne (los pie, de los que son unos
auténticos creadores los australianos por la gran variedad) y los más ligeros hot dogs que se
pueden aderezar con multitud de ingredientes dejando de ser ligeros, aunque
nosotros pedimos el clásico.
Este chiringuito es un lugar
de concentración de moteros ya que su propietario ofrece recorridos en Harley
Davidson por la ciudad y los alrededores (todo un negocio por el país se ha
montado con la idea).
Desde esta bahía nos
adentramos en el barrio de Potts Point, un barrio de casas victorianas que
tiene al tiempo un aire de alto nivel con unos contrapuntos de carácter
bohemio, una mezcla curiosa; por un lado Potts Point se asoma a Wooloomooloo
Bay por otro a Elizabeth Bay, ¿será por bahías en Sydney?
En el callejeo dudamos y una
señora que nos ve plano en mano nos pregunta si necesitamos ayuda, ¡muchas
gracias señora, creo que lo tenemos!, nos gustan los australianos, son muy amables y afables.
No nos queda
de otra que subir por unas escaleras, McElhone, para salir a la zona que
queremos, o era afrontar estas escaleras o dar una vuelta por toda la bahía,
que suponemos nos llevaría más tiempo. Lo curioso es que a medio camino por
estas escaleras hay entradas de casas y yo me pregunto ¿subir y bajar esto todos
los días?
Aparte del paseo por el
barrio nuestro objetivo es visitar una casa, si en The Rocks estuvimos en
Susannah Place para conocer cómo vivía la gente trabajadora, aquí conoceremos
como vivían los de la clase alta, entramos en Elizabeth Bay House (7 Onslow
Avenue), a la que llegamos siguiendo un cartel que indicaba el camino, por unas
calles raras, como calles traseras, para dar con la casa con vistas por
supuesto a Elizabeth Bay. Coste de la entrada según la web, 8AU$ (con dudas,
porque no conservo el ticket y creo que realmente fueron 10).
La casa fue construida entre
1835 y 1839 para Alexander Macleay, secretario colonial de Nueva Gales del Sur,
en estilo greek revival, bajo la dirección del arquitecto John Verge, pero la
construcción está inacabada ya que la depresión que se sufrió en la colonia en
1840 llevó a tener dificultades financieras a Maclealy, no llegando a
realizarse una arcada con columnas dóricas en la fachada como estaba diseñado.
Hasta 1907 vivieron los
descendientes de Maclealy, a partir de esta fecha ha tenido diversos usos, como
refugio de artistas (okupas), salón de recepciones e incluso fue convertida en
apartamentos, hasta que en 1977 fue restaurada y abierta como museo.
Según se entra a la izquierda
se encuentra el comedor, con sus puertas cerradas, cosa que me extraña pero
pensamos que quizás hubiera otra puerta de entrada. Frente al comedor, a la derecha, la
sala de estar, la sala para después de cenar.
Desde el vestíbulo hacia el
frente se entra en la zona más valorada de la casa y al tiempo se considera la
obra maestra de Verge, la sala abovedada con la escalera para acceder a los
pisos superiores.
Lo curioso de esta escalera
es que termina en un pasillo voladizo, con una puerta cerrada y creo que era
hasta falsa. Sin lugar a dudas diferente esta escalera pero espectacular.
Siguiendo en el piso de
abajo, a la izquierda de la escalera se encuentra la bonita de
nombre, sala de desayuno, que era para este menester y también para las comidas
informales de la familia. Para mí hoy unas tostadas solamente y un té de jazmín
de mi jardín, que se ve a través de las ventanas.
Hacia la derecha de la
escalera se halla la biblioteca, donde destacan no sólo los libros sino las
colecciones de insectos disecados, ya que Macleay fue un ávido coleccionista de
ellos, creando una de las colecciones privadas más grandes de Europa, que viajó
desde allí hasta Sydney.
Entre la sala de la escalera
y la sala de desayuno semiescondida se encuentra la antecocina, que era el
lugar de trabajo del mayordomo, el lugar de transición entre la cocina (ala que
fue demolida y que se encontraba en la parte posterior), las bodegas y el
comedor. Esa plata en la mesa nos lleva a la estupenda serie británica Arriba y
Abajo, aunque no estamos tan abajo.
Esa plata en la mesa nos lleva a la estupenda serie británica Arriba y
Abajo, aunque no estamos tan abajo.
Al fondo de este primer piso
se encuentra la puerta de salida al jardín y de acceso a las bodegas, que eran
un submundo. Eran dos grandes habitáculos con entradas independientes, y cada una de
ellas separada en varias dependencias: despensa, almacenes varios, habitación
para lácteos, y por supuesto las bodegas como tal.
Subamos ahora por esa magnífica
escalera al piso superior, donde hay varias habitaciones a las que no se puede
entrar, utilizadas como oficinas, en otras hay exposiciones pero sin demasiada
gracia. Hay una sala matinal, de tamaño más pequeño que las que hemos visto en
la planta inferior, que ha sido decorada como una sala de costura.
Al lado de ella se encuentra
un aparador, el de la ropa blanca (si, como ese que hemos visto en casa de
nuestros abuelos, como un armario empotrado).
También se visita el
dormitorio de la Srta Macleay, con una pequeña habitación anexa para uso de
lavabo.
Y el dormitorio de la
criada, pequeño él por supuesto, pero la historia adyacente a esta criada es de
las buenas: llegó a Sydney condenada por el robo de 200 libras de joyas en la
casa donde trabajaba, entró a trabajar en la casa de los Macleay y se casó con
el mayordomo, otro exconvicto -seguridad no estoy convencida de que tuvieran los señores-.
Pero lo realmente
sorprendente en este piso es el dormitorio de los Sres. Maclealy, con una magnífica
cama inglesa con dosel. Los colchones que usaban eran ¡tres!, rellenos de paja,
pelo de caballo y plumas, con lo que la cama quedaba muy alta, o jugaban a
saltar para subir o no había manera, pero estamos en una casa de señores, con
lo que tenían un accesorio más acorde para ir (subir) a dormir.
Hemos terminado la visita y
cuando nos íbamos a marchar me fijo que la puerta del comedor está abierta, con
lo que decido ir a visitarlo y la sorpresa es mayúscula, ¡se está celebrando
una fiesta de cumpleaños!, es como entrar en Alicia en el País de las
Maravillas con todas esas niñas con sus altos sombreros, y solo falta el Conejo
Blanco, pero claro él llega tarde. Estas niñas las encontramos visitando la
casa pero pensamos que eran de un colegio que después de haber estado pintando
y realizando actividades manuales con sus vestidos y sombreros habrían venido a
conocer la casa, pero habían venido a algo mejor. Con permiso de las madres les
hice una foto, pero no me concentré en el comedor como habitación. Este es uno
de esos momentos que se recuerdan y no por el lugar solo, es más por la
situación y el detalle, así como por la generosidad de las mamás con nosotros.
Frente a la casa, que está
más alta en situación, se encuentra el bloque de apartamentos Del Río, cuya
característica es que en su construcción hay influencias del estilo misionero
español, que llegó desde California en el primer cuarto del siglo XX.
Callejeamos un poco por el
barrio de Potts Point, por Challis Avenue, Rockwall Crest y Victoria St,
disfrutando de su arquitectura victoriana o sencillamente de sus calles, en las
que hay una pequeña animación de vida natural, quiero decir de gente que vive
aquí, no como ocurre en los alrededores de Circular Quay donde está nuestro
hotel, que es gente que trabaja allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario